Mi Amor Platonico

Mi Amor Platonico
Y el amor roto, cuando vuelve a nacer, crece
más bello que el primero, más fuerte, más grande.


viernes, 8 de febrero de 2013

"CAPITULO 15"




A pesar de lo mucho que a __________ le gustaba el húmedo clima inglés, tenía que reconocer que para su trabajo era un problema, especialmente cuando se trataba de restaurar un fresco. En los desiertos de África, Palestina y Mesopotamia bastaba con retirar la arena y las imágenes reaparecían intactas, con toda su belleza, pero en Inglaterra la humedad lo hacía todo más complicado.

El lodo cubría todo el fresco y, a causa de haber permanecido seiscientos años bajo aquella tierra húmeda, la pintura se había degradado tanto que para __________ era casi imposible distinguir ninguna imagen. Encontrar el color que más se parecía al original e intentar dibujar los fragmentos que faltaban era un trabajo exasperante, aunque algunos días lo era más que otros. Aquél era uno de esos días.

Reunió todos los fragmentos del fresco que los trabajadores habían descubierto hasta el momento y los clasificó por grupos según las imágenes que se representaban en ellos. Luego, con la ayuda de una pequeña espátula, empezó a juntar las piezas como si fuera un puzle. Igual que en el suelo que había reparado el día anterior, a medida que lo restauraba iba apareciendo la figura de Venus.

No estaba acostumbrada a trabajar con un material tan delicado; las piezas se rompían fácilmente, así que debía poner en ello toda su atención. El problema era que, una y otra vez, se distraía recordando lo que había pasado unas noches atrás, y la conversación que Tom y ella habían mantenido en la biblioteca.

__________ no podía dejar de pensar en lo que había dicho sobre haber conocido a alguien perdidamente enamorado y cuyo final había sido trágico. Se preguntaba de quién estaría hablando. ¿De sí mismo tal vez? eso explicaría su actitud tan cínica, fría y calculadora frente al matrimonio. Tenía que concentrarse. A ella no le importaba nada lo que él pensara del matrimonio ni con quién fuera a casarse.

Desde esa noche en la biblioteca, cada vez que él le pedía algo añadía «por favor», y cuando ella finalizaba la tarea que fuera, le daba siempre las gracias. A menudo charlaba con ella de cosas sin importancia, como el clima, y de cómo las cálidas temperaturas debían de ser mejores para su trabajo. A veces le comentaba las noticias del día, haciendo especial hincapié en el exceso de institutrices que inundaban Inglaterra o lo aburridísima que era la vida social de Londres. Incluso había ordenado que cada hora una sirvienta fuera a la antika a preguntarle si quería una taza de té, y a menudo mandaba allí a trabajadores para ver si necesitaba algún tipo de ayuda.

Como si nada de eso pudiera convencerla de que se quedara. Al comprobar que con el dinero no iba a lograrlo, ahora el duque intentaba demostrarle que era capaz de ser encantador y considerado.

Ella hizo una mueca de desdén. Él no era considerado. Era egoísta, altivo, y no tenía en absoluto en cuenta los sentimientos de los demás. Aparte era frío, tan frío que, de un modo calculado, había escogido casarse con una mujer de la que nunca pudiera enamorarse.

Sin embargo, a pesar de todos esos defectos, ella había creído estar enamorada de él. ¿Por qué? ___________ dejó de trabajar y miró al infinito pensando en ello. ¿Qué había visto en él que la había cautivado?

Se acordó de Cleopatra y se dio cuenta que no sólo las mujeres pueden tener ese algo que las convierte en mágicas y fascinantes. Tom también lo tenía.

Pensó en todas las veces que él la había mirado como si fuera especial, como si, por un instante, para él únicamente existiera ella en el mundo. Pero era sólo por un instante, solamente cuando él quería algo de ella. Cuando necesitaba que hiciera algo difícil y en poco tiempo, había recurrido a esa sonrisa para que ella no pudiera negarse. Una vez había obtenido lo que quería, se iba, llevándose con él la magia, sin darle las gracias por haberse pasado miles de horas trabajando.

Ahora sabía que todas esas veces que la había mirado de ese modo especial ni siquiera la habrá visto. Sólo la había utilizado para alcanzar sus fines. Y, a pesar de todo ello, cuando el otro día le pidió que se quedara, durante un segundo estuvo tentada de aceptar y complacerle.

Sí, él tenía esa inexplicable alquimia que lograba que una sirvienta fuera a buscar mantequilla fresca a las dos de la mañana sin enfadarse, que a la señora Bennington se le acelerara la respiración sólo por estar hablando con él sobre el mal estado del camino, y que la vulgar y corriente ___________ Wade se sintiera una de las mujeres más bellas del mundo. Pero no era real.

Respiró hondo y reanudó su trabajo. Por suerte, ahora ya lo conocía, y esa magia ya no podía afectarle.

____________ cogió otra pieza y, con la espátula, empezó a esparcir sobre ella un poco de cemento, La presión debió de ser demasiado fuerte, y la ya delicada pieza se partió en dos entre sus manos. Era la cuarta vez que le pasaba eso, cuatro fragmentos únicos e irreemplazables se habían convertido en polvo y escurrido entre sus dedos.

—¡Oh, maldito fango ingles! ¡Destruye todo lo que toca! —gritó y, exasperada, lanzó la espátula con fuerza. El ruido que hizo al caer fue acompañado de un silbido, y cuando ___________ se dio la vuelta vio a Tom de pie en el umbral de la antika.

—Vigile dónde lanza las cosas, señorita Wade —dijo, y se agachó para recoger la espátula.

—¿Le he dado?

—No —contestó—, pero ha estado cerca.

___________ le miró mientras se aproximaba a ella. Sabía que aún no había ido a visitar al señor Bennington a la excavación ya que, aunque no llevaba chaqueta ni corbata, su camisa era de un blanco inmaculado, sin una pizca de polvo ni de suciedad. __________ se alegró de que la llevara puesta.

Desvió la mirada.

—Me alegra no haberle lastimado —dijo, mientras él se colocaba justo a su lado.

—¿Por qué estaba maldiciendo el fango de Inglaterra? —Colocó la espátula en la mesa, al lado del bol con el preparado de cemento.

___________ tomó aliento y, al hacerlo, inhaló su aroma mezclado con un poco de esencia de limón. Se estaba poniendo nerviosa y no sabía qué hacer. ¿Era realmente necesario que estuviera tan cerca de ella?

—No es nada —contestó, y volvió a coger la espátula—. Es sólo que hoy estoy de mal humor.

—¿De mal humor? Debo de estar soñando.

Ella cogió un poco de cemento.

—No sé a qué se refiere —dijo, y empezó a repartir la pasta por encima de una pieza de las que había escogido antes.

—En estos últimos días me he sentido perdido, como si estuviera en un sueño extraño —explicó, y se apartó de ella.

__________ se sintió aliviada de que se alejara, pero aún notaba su mirada fija en ella mientras se colocaba justo enfrente de su mesa.

—Usted no es para nada como me la imaginaba —prosiguió él—, y la verdad es que me tiene muy desconcertado.

___________ juntó las dos piezas del fresco y no contestó. Mientras esperaba a que el cemento se secara, levantó la vista y vio cómo Tom se arremangaba las mangas de la camisa. A medida que el blanco lino desaparecía, ella observaba sus marcados antebrazos y cómo iba apareciendo su piel. Empezó a tener calor y a recordar la imagen de Tom sin camisa, pero luchó por concentrarse en lo que él le estaba diciendo.

—Creo que todos los prejuicios que tenía de usted se están desmoronando. Uno a uno.

Ella era humana, no una máquina, así que no pudo evitar preguntar.

—¿Y qué prejuicios eran ésos?

Tan pronto como lo hubo dicho, deseó poder retirar aquellas palabras. No se veía capaz de oír otra vez falsos halagos destinados a convencerla de que se quedara. Miró de nuevo las piezas que tenía en la mano e intentó reconciliar la conversación hacia un tema más seguro.

—Olvídelo. No quiero saberlo.

—Se lo diré de todos modos. Creía que usted era una joven tímida y maleable, dispuesta a hacer todo lo que yo le pidiera y cuando se lo pidiera.

«También pensaba que era como un insecto pegado a una hoja.» __________ no se atrevió a hacer ese comentario en voz alta, aunque una parte de ella quería provocar que se sintiera culpable de todo lo que había dicho ese día.

—Pues estaba equivocado.

—Ya lo veo —admitió él—. Ahora me doy cuenta de que no es ni tímida ni maleable. De hecho, señorita Wade, tiene bastante carácter. No tiene reparos en lanzar objetos a través de la habitación cuando está enfadada, y tampoco teme decir lo que piensa. Tras cinco meses de una actitud serena y complaciente, hace sólo unos días expresó usted con bastante elocuencia lo que piensa de mí. Comprenderá que me sienta desconcertado y que me pregunte la razón de esos cambios.

Todo su cuerpo se tensó al oír esas palabras, pero se juró que nunca le diría la verdad. Sería demasiado vergonzoso. Respiró hondo y contestó.

—No sé lo que me pasó el otro día. No acostumbro a ser tan brusca.

—Acepto sus disculpas.

___________ levantó la barbilla y se dio cuenta que él le estaba sonriendo, poniendo en marcha su magia.

—No me estaba disculpando —replicó ella enfática—. Nunca me disculpo si, tras haber sido provocada, doy mi sincera opinión.

Tom apoyó las manos en la mesa y se acercó un poco más a ella. Aunque no había una sonrisa en sus labios sí que parecía que sus ojos le estuvieran sonriendo.

—Señorita Wade, ¿no sabe darse cuenta de cuándo le están tomando el pelo?

—¿Me estaba tomando el pelo?

—Eso me temo.

Ella no quería que él le tomara el pelo. Eso hacía que bajara la guardia y que le fuera mucho más difícil odiarle. Seguro que él lo sabía.

—¿Le gusta tomarle el pelo a la gente?

—Por ahora, me gusta tomarle el pelo a usted. Le confieso que lo encuentro… fascinante. Debo hacerlo más a menudo. —Retrocedió y se apartó de la mesa. Con las manos tras la espalda propuso—: Cene conmigo mañana, señorita Wade.

—¿Es una invitación o una orden?

—Una invitación.

Ella se sentía atrapada y apartó la mirada. No quería cenar con él, no quería conocerle mejor.


—No creo que sea apropiado.

—Invitaré también al señor y a la señora Bennington. —Aunque su semblante estaba serio, en sus ojos se mantenía aún la sonrisa de antes—. Para persuadirla estoy incluso dispuesto a pedírselo por favor.

__________ no quería que la persuadiera, pero tal como él había señalado la semana anterior, si mantenían una relación cordial, el tiempo que estuvieran juntos resultaría mucho más agradable.

—De acuerdo, acepto su invitación.

—Excelente, señorita Wade. Si seguimos así, puede incluso que nos hagamos amigos.

____________ volvió a sentirse incómoda.

—Yo no apostaría por eso, señoría.


CHICAS... aqui un nuevo capi..y lo hice mas largo.. ya que no habra otro hasta el proximo lunes jajaja xd... espero que les guste... y ya pronto vendra una cena jajaja
pero no es como ustedes creen.. tendran que esperar....

Las Quiero
Bye =D

6 comentarios:

  1. perooooooo tamiiiiii por que lo dejas ahiiiiiiiii me dejaste de verdad intrigada quiero saber que pasara en esa cenaaaaaaaaaaaaaaa y es mucho tiempo hasta el lunesss. besos cuidate...

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    1. Ale de verdad que mañana tratare de subir.. si es que me da tiempo o sino seria hasta el lunes... pero tratare mañana en la tarde =)

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  2. Como nos dejas todas en escuas hahahaha..
    Me encanta leer esta hermosaa..
    Tamitha falta mucho para un acercamiento entre Tom y (tn)? Al menos dime esooo..

    Esperare hasta el lunes.. Bye cuidate :D

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    1. Ahiii Jenii yo creo que faltan mmmm la nada misma.. pero es que si te cuento no podre parar jajaja pero si esta super cerca un acercamiento para Tom y TN... y sobre todo para Tom que yo creo que se quedara helado por un rato jajaj xd.. si puedo tratare de subir mañana o si no el lunes.. pero el proximo capi se viene bueno.... ya veras =)

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  3. no habia podido comentar, ni leer... :( pero ya me puse al corriente!! no dejaria de leer tu fic por nada!!!
    ya quiero el primer acercamiento de Tom y Tn! al fin Tom se esta dando cuenta de que es una mujer y no una maquina que emocion!! siguela pronto me encanta!
    besos!
    cuidate :)

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  4. wolap! ya lei todos los capitulo y esta genial xD siguela nena! ya sabes que siempre te comentare, tarde pero seguro ... cuidate y que estes bien adios :)

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