"CAPITULO 37"
_________ se fue de
Tremore Hall apenas veinte minutos después de dejar a Tom en la antika. Él no
intentó verla antes de que se marchara, pensó que lo mejor sería esperar unos
días antes de seguirla a Chiswick. Así los dos tendrían tiempo para pensar en
su situación y podrían resolverla con más calma. Él sabía que no había sido muy
romántico el modo en que se había declarado. Si quería convencer a __________,
tendría que mejorar en ese aspecto. Seguro que en Enderby sería fácil hablar
con ella a solas, pero cuando llegó allí, su hermana le cambió todos los
planes.
Encontró a Viola
haciendo las maletas, rodeada de un montón de baúles abiertos y camareras
revoloteando por la habitación.
—¿Que se ha ido?
—le preguntó a su hermana—. ¿Qué quieres decir con que se ha ido?
Viola negó con la
cabeza sin dirigirse a él.
—No, no, Celeste,
el vestido verde de seda no, quiero el verde de lana.
Entonces se volvió
y centró toda su atención en su hermano, al que le indicó que se sentara.
—Nuestra querida _________
se ha ido a Londres. Dadas las circunstancias, lady Fitzhugh ha sido tan amable
de invitarla y de aceptar presentarla en sociedad.
Tom frunció el
entrecejo y se sentó en una silla sin preocuparse de los vestidos que aplastó
al hacerlo.
—¿Qué
circunstancias? —Miró a su alrededor—. ¿Tú no vas a la ciudad?
—No, voy a
Northumberland. Hammond ha tenido una especie de accidente y debo ir de
inmediato a Hammond Park. Anoche recibí una carta del doctor Chancellor.
—¿Qué tipo de
accidente?
—Le han disparado.
—¿Un accidente de
caza?
—No. —Viola se
mordió el labio y apartó la vista. Al cabo de un momento volvió a mirar a Tom directamente
a los ojos—. Participó en un duelo. Por una mujer.
—¡Será cretino! —Tom
golpeó con fuerza la silla—. Juro que voy a matarle por esto. ¿Cuántas
humillaciones más vas a tener que soportar?
Su hermana parecía
dolida y él soltó violentamente el aire que no sabía que estaba conteniendo.
Hammond trataba a su hermana miserablemente, y ese duelo era la gota que
colmaba el vaso. A Tom no le daban ninguna pena las heridas que hubiera sufrido
su cuñado.
—Lo siento, Viola,
pero Hammond es el peor canalla que conozco.
—Ahora ya no
importa. —Ella se encogió de hombros y continuó—. ¡Me alegró tanto ver a ___________
durante unos días! Nos lo pasamos muy bien juntas, ella lamentó mucho que yo no
pudiera acompañarla a Londres, después de todo. Pasará la temporada con los
Fitzhugh.
Si ___________ se
quedaba en casa de los Fitzhugh él iba a tenerlo todo mucho más complicado. No
podría estar a solas con ella y tendría que intentar convencerla a la vista de
toda la sociedad. Las habladurías y los chismorreos serían ingentes.
—¡Maldita sea!
Él se dio cuenta de
lo sorprendida que lo miraba su hermana.
—Pareces muy
disgustado por estas noticias, Tom. ¿Qué te pasa? Tú ya sabías que iba a irse a
la ciudad. —Viola empezó a sonreír—. ¿Acaso esperabas convencerla para que volviera
a reparar mosaicos y vasijas contigo?
Tom la miró
amenazante.
—¿Compartiste
confidencias con la señorita Wade?
—¿Confidencias? No
sé a qué te refieres. ¿Qué confidencias debería haber compartido ella conmigo?
¿Ha pasado algo?
A la gran mayoría
de mujeres les habría faltado tiempo para presumir de que un duque se les había
declarado, especialmente frente a la hermana de éste, pero era evidente que ___________
no le había dicho nada a Viola. Al ser él mismo un hombre muy reservado, le
agradó el comportamiento discreto de ella, pero Viola tenía que saberlo tarde o
temprano, así que lo mejor sería que se lo dijera él mismo. Antes de que lo
leyera en una nota de sociedad.
—¿Que le pediste a ____________
que se casara contigo? —Una enorme sonrisa le iluminó el rostro, y se levantó
de la silla en que estaba sentada para darle un beso en cada mejilla—. ¡Es
maravilloso!
—No, no tanto
—contestó él mientras Viola volvía a sentarse—. Me ha rechazado.
—¿En serio? No
puedo entender por qué, ella está… —Viola se calló lo que iba a decir y,
suspicaz, miró a su hermano—. Tú no se lo pediste, ¿a que no? Seguro que
simplemente se lo comunicaste. No lo niegues. —Antes de que él pudiera
responder, ella continuó—. Te conozco demasiado bien, Tom. Te debiste poner
mandón y autoritario y ella te mandó a paseo. —Viola empezó a reírse de él a
carcajadas—. Oh, ya sabía yo que esa mujer me gustaba.
—Me alegra que te
lo estés pasando tan bien con esto, pero ¿no se supone que deberías estar a mi
favor?
—No —contestó ella
sonriendo de oreja a oreja—. Estoy totalmente del lado de ___________. Las
mujeres debemos apoyarnos en situaciones como ésta. —No dejó que Tom contestara
y continuó—: Hay una cosa que me intriga, si ella te rechazó, ¿qué haces aquí?
A él empezaba a
irritarle que su hermana encontrara tan divertidas sus desventuras.
—Si crees que yo
aceptaré un no por respuesta es que no me conoces en absoluto, hermanita.
—Tienes razón, pero
__________ tiene todo el derecho a que la cortejes, ¿sabes? No puedes ir por el
mundo ordenando a la gente que se case contigo. Una boda no es una excavación.
Oh, cómo me gustaría poder quedarme para ver el espectáculo.
—Sí, seguro que sí
—contestó él sin verle la gracia al asunto—. No te preocupes, seguro que las
notas de sociedad te lo contarán con todo lujo de detalles. Antes de que se me
olvide, tengo que preguntarte una cosa. ¿Te mencionó ____________ alguna vez el
nombre de su abuelo? Voy a tener que buscar al barón para poder fijar los
términos de nuestro acuerdo.
—Lord Durand. Sus
propiedades están en Durham, creo, pero he descubierto que él ahora está en la
ciudad. Le sugerí a ____________ que fuera a visitarle, pero me dijo que no
quería hacerlo. Me contó que Durand se negó a reconocerla. Después de la muerte
de su padre ella le envió una carta, y recibió respuesta de unos abogados
diciéndole que ni era ni sería nunca la nieta del barón. Sus padres se fugaron,
así que es evidente que Durand no aceptó ese matrimonio. ¿Puedes creértelo?
Casi lloré cuando me lo contó. Allí estaba ella, sola en Tánger, o donde fuera,
sin nada ni nadie, y ese hombre horrible le escribió para decirle que no
esperara nada de él.
Tom se levantó. La
ira le inundaba todo el cuerpo, pero cuando habló su voz sonó firme, serena,
perfectamente controlada.
—No sé por qué —le
dijo a Viola—, pero creo que Durand no se negará a reconocerla después de
hablar conmigo.
—Sí —convino Viola
mirándolo satisfecha—, estoy convencida de que así será. Pero Tom —añadió con
tacto—, no creo que Durand sea tu mayor problema. Aún tienes que convencer a ___________
de que te acepte.
Tom se juró que eso
tampoco sería un problema. Abandonó Enderby y se dirigió hacia Londres. Se juró
que ___________ se convertiría en su duquesa, aunque, tuviera que cortejarla
delante de toda la alta sociedad británica.
—¡Por todos los
santos!
La exclamación hizo
que ____________ dejara de dibujar a Elizabeth y a Anne, que estaban posando
sentadas frente a ella en uno de los salones de la casa que los Fitzhugh tenían
en Londres. Se volvió y vio cómo lady Fitzhugh, que estaba sentada en una
butaca a su lado, miraba la tarjeta que acababa de entregarle la doncella. Se
puso la otra mano encima de su descontrolado corazón y se reclinó en su
asiento.
—El duque de
Tremore ha venido a hacernos una visita.
—¿Qué? —gritaron
sus dos hijas a la vez.
—Bueno, no ha
tardado mucho —murmuró ___________.
—¡Seguro que viene
a verte a ti, ___________! —dijo Elizabeth—. Nosotras llevamos viviendo toda la
vida en Hampshire y nunca ha venido a visitarnos.
—Tiene que ser eso
—añadió su madre golpeando la tarjeta con los dedos—. Yo apenas he hablado una
docena de veces con el duque en todos estos años, y nunca nos había hecho este
honor. —Se guardó la tarjeta en el bolsillo y se enderezó en la butaca—. Hazlo
pasar, Mary. A un duque no se le hace esperar.
___________ se dio
cuenta de que, tan pronto como la doncella abandonó la habitación, lady
Fitzhugh y sus hijas comprobaron sus peinados y se arreglaron los vestidos para
recibir a tan ilustre invitado. Ella no hizo nada de eso, al contrario, pensó
que era una pena que ese día no llevara el pelo recogido en aquel moño que él
tanto odiaba. Cuando vio que Elizabeth le hacía gestos para que se quitara las
gafas, ella la ignoró y se las dejó puestas.
Cuando Tom entró en
la habitación, ella se levantó y le hizo una reverencia, igual que todas, luego
se refugió tras su cuaderno de dibujo mientras lady Fitzhugh le presentaba a
sus hijas y lo invitaba a sentarse.
Por encima del
cuaderno, ___________ observó las caras de Anne y Elizabeth, embobadas mirándolo,
mientras Tom se sentaba a su lado. Mirar a aquellas chicas era como verse
reflejada en un espejo. Seguro que ella había puesto esa misma cara el día que
lo conoció. Era una mezcla de nerviosismo, vergüenza y tontería. Él estaba
guapísimo, iba muy elegante y parecía el gran duque que era. Llevaba una
chaqueta azul con unos pantalones de un azul más oscuro, encima, una capa con
pequeñas rayas doradas, y, como siempre, una inmaculada e impecable camisa
blanca. Apostaría a que las niñas Fitzhugh se preguntaban si estaban soñando.
«Seguro que está
más que acostumbrado a causar este tipo de reacciones femeninas por donde
quiera que vaya», pensó __________, y entonces se dio cuenta de que había
apretado tan fuerte el lápiz contra el papel que había estropeado el retrato de
Elizabeth.
—Toca la campanilla
para que nos traigan un poco de té, Anne —ordenó lady Fitzhugh a su hija mayor,
que parecía incapaz de moverse.
—No, por favor, no
se preocupe por mí —dijo Tom—. No puedo quedarme mucho rato. Visité a mi
hermana justo antes de que ella se fuera a Northumberland y me contó que la
señorita Wade estaba con ustedes en la ciudad. Sólo deseaba presentarles mis
respetos.
—Es muy amable de
su parte —dijo su anfitriona, intentando no parecer sorprendida de que el duque
hubiera decidido visitarlas.
—He venido a la
ciudad para supervisar la apertura de mi museo, sólo faltan unas semanas para
el gran evento —dijo él, mirándola—. Espero que puedan asistir.
—Por supuesto. Será
todo un honor.
___________ se
removió en su butaca. Deseaba que se fuera de una vez antes de que dijera que
no había ido allí a charlar. Temía que dejara al descubierto sus intenciones y
les pidiera a lady Fitzhugh y a sus hijas quedarse a solas con ella. Eso sería
muy humillante, especialmente para él, porque si lo hacía, volvería a
rechazarlo. Pero pronto se dio cuenta de que él no tenía intenciones de hacer
nada de eso.
—En estos últimos
meses he estado tan ocupado trabajando —dijo él— que no he tenido tiempo de
cumplir con mis compromisos sociales, pero ahora que el museo está casi
acabado, espero tener la oportunidad de disfrutar de la temporada. De hecho,
estoy libre para aceptar cualquier invitación.
Sus palabras,
expresadas con tanto énfasis, hicieron que __________ levantara la vista justo
a tiempo para ver cómo lady Fitzhugh picaba el anzuelo. Antes de que ella
tuviera tiempo de interrumpir la conversación, lady Fitzhugh estaba diciendo:
—¿De verdad, señor?
Yo tengo previsto celebrar una pequeña fiesta de juegos de cartas muy pronto,
sólo media docena de nuestros amigos. Me temo que sea demasiado modesto para
usted, pero nos encantaría contar con su presencia.
—Será todo un honor
asistir —dijo él, sonriendo tan satisfecho que ____________ tuvo ganas de
arrojarle el lápiz.
Lady Fitzhugh
estaba sorprendida, no sólo había tenido el valor de invitar al duque, sino que
él había aceptado.
—Le mandaré la
invitación —murmuró.
—Estaré encantado
de recibirla. —Miró un momento a ___________ y luego volvió a centrarse en su
anfitriona—. La señorita Wade ha trabajado muy duro para que yo pudiera abrir
el museo. Lamento que haya tenido tan poco tiempo para divertirse, me alegro de
que ahora tenga la oportunidad de conocer la ciudad.
—Nosotras vamos a
intentar que se lo pase muy bien, señor —dijo Elizabeth riéndose entre dientes.
—Estamos encantados
de tener a la señorita Wade con nosotros. —Lady Fitzhugh respondió y miró
crítica a su hija.
—Ésta es su primera
visita a la ciudad, ¿no es así, señorita Wade? —Tom centró ahora toda su
atención en ___________.
—Sí —contestó ella,
y dejó de fingir que estaba dibujando—. Después de tanto tiempo encerrada en el
campo, me muero de ganas de entrar en sociedad.
—Ah, sus palabras
me han recordado uno de los motivos de mi visita. —Él buscó en el bolsillo de
su chaqueta y sacó un pequeño paquete marrón atado con un discreto cordón
beige. Se inclinó hacia ella y se lo ofreció—. Creo que esto es suyo.
Ella lo aceptó,
mirándolo confundida. Por la forma y el peso del paquete vio que se trataba de
un libro.
—No sabía que me
hubiese olvidado un libro cuando me fui.
—Tal vez no lo hizo
—contestó él, confundiéndola aún más.
Ella levantó la
mirada y vio que él tenía aquella medía sonrisa que significaba que le estaba
tomando el pelo.
—No lo entiendo.
Él no le dijo nada
más. En vez de eso, se volvió hacia Anne y Elizabeth.
—Aún no ha empezado
la temporada, pero espero que ustedes dos, señoritas, puedan acudir a algunas
fiestas mientras están en la ciudad.
—Oh, sí —contestó
Anne nerviosa—. De hecho, dentro de tres días asistiremos a una fiesta en Haydon
Rooms.
—Me alegra oírlo.
Ahora, señoras, discúlpenme, pero debo irme. Me temo que ya les he robado
demasiado tiempo.
—Ha sido un honor,
señor —contestó lady Fitzhugh. Se levantó y sus hijas y ___________ hicieron lo
mismo—. Por favor, venga cuando quiera. Cualquier día que le apetezca.
—Le aseguro que
intentaré hacerlo. Intentaré venir tantas veces como pueda, lady Fitzhugh —dijo
él mientras se ponía de pie—. Dígale, por favor, a su marido que le espero en
el museo cuando a él le sea conveniente. Ah, y espero ansioso recibir su
invitación. No se olvide de mí, por favor.
___________ vio
cómo las otras tres mujeres se derretían con sus modales, pero ella se aguantó
las ganas de suspirar enfadada. Así que ése era el modo en que había pensado
salirse con la suya. Iba a agasajar a sus amigos, iba a ser tan amable y tan
condescendiente que los aturdiría con sus atenciones. Iba a portarse bien. Qué
horror.
—Lady Fitzhugh —la
saludó—, señorita Fitzhugh, señorita Elizabeth, señorita Wade. —Sus ojos se
clavaron en los de ella por un instante y ___________ intentó que se diera
cuenta de que no le gustaba su plan, pero él ni se inmutó—. Señoras —dijo
inclinando la cabeza—, ha sido un placer.
Cuando se hubo ido,
nadie habló durante unos segundos. Por supuesto, Elizabeth fue la primera en
hacerlo.
—¿Qué te ha dado, ___________?
—preguntó—. ¿Te olvidaste un libro en Hampshire?
—Elizabeth —la riñó
su madre—. No es asunto nuestro.
__________ apenas
tenía una docena de libros, los había vendido casi todos tras la muerte de su
padre. Y los apreciaba tanto que estaba segura de no haberse olvidado ninguno.
Deshizo el lazo y desenvolvió el paquete; cuando vio la cubierta se confirmaron
todas sus sospechas.
—No es mío —dijo
preocupada—, nunca lo había visto.
Miró el nombre estampado
en letras doradas.
—Le langage des
fleurs, leyó en voz alta, y notó cómo le daba un vuelco el corazón—, de
Charlotte de la Tour.
Observó el dibujo
de la flor de lis que había bajo el título y entonces leyó la dedicatoria que
él le había escrito.
Señorita ________ Wade:
Es sabido en el
mundo entero que el inglés es una de las peores lenguas en las que uno puede
expresar sus sentimientos. Ciertamente, a mi me ha fallado, así que me he visto
obligado a recurrir a otro lenguaje para hablar con usted, y por eso le doy
este libro. En caso de que desease responderme, ¿puedo sugerirle DeCharteres?
Son los mejores floristas de la ciudad.
Su servidor,
Tom Kaulitz
____________ se
mordió el labio. Aquella noche en el invernadero. Él se había acordado. Notó
que empezaba a perdonarle, que veía un pequeño rayo de luz entre las nubes y
cerró el libro de golpe. Tenía que serenarse, no quería que él volviera a
herirla.
—Si este libro no
es tuyo, ¡tiene que ser un regalo! —dictaminó Elizabeth—. Oh, __________, un
regalo del duque. ¡Eres tan discreta! No nos habías dicho ni una palabra.
___________ levantó
la vista del libro y vio cómo las tres la estaban observando.
—No sé de qué
hablas.
—¿Ah no? —le
preguntó lady Fitzhugh en voz baja, y la miró comprendiendo todo lo que pasaba.
___________ tenía ganas de gritar—. Es un regalo muy romántico, ¿no te parece?
—Sí que lo es —dijo
Anne suspirando—. Recibir las atenciones de un duque. ¡Qué poético!
—¿Es romántico y
poético? —preguntó Elizabeth.
—Claro que sí,
tonta —exclamó Anne riendo—. ¡Es Le langage
des fleurs!
—Sí, sí, pero yo no
soy tonta, ¿qué significa?
—El lenguaje de
las flores —le explicó su madre—. Y tú, Elizabeth, sabrías traducirlo si te
hubieras aplicado más en tus clases de francés. Es un libro que explica lo que simbolizan
las plantas.
—Los enamorados
acostumbran a mandarse mensajes secretos con ellas —dijo Anne encantada—. Está
muy de moda. ¿Así qué, __________, estáis ya prometidos?
—¡Anne! —le riñó
lady Fitzhugh—. No tienes por qué contárnoslo, querida. No es asunto nuestro, y
nosotros respetamos tu privacidad.
—No estoy prometida
con él y nunca lo estaré. —Ella supo por sus caras que no la creían—. ¡No hay
nada entre nosotros! ¡Nada en absoluto!
Estaba tan enfadada
que se le cayó el libro y, al hacerlo, de entre sus páginas apareció un pequeño
ramillete de flores envueltas en unas finas hojas de papel. Las flores se
esparcieron alrededor del libro en el suelo.
—¿Lo ves, ___________?
—dijo Anne—. Ya le manda el primer mensaje.
___________ recogió
las flores del suelo y vio que acababan de ser cortadas.
Debía de haberlas
recogido de camino hacia allí. El pequeño ramillete estaba compuesto de flores
color rosa y había una única flor de un púrpura oscuro con tonos amarillos. Las
movió entre sus dedos mientras las otras mujeres se acercaban a ella para poder
verlas también.
—Las de color rosa
son jacintos —le dijo Anne—, y la púrpura es una columbina.
—El jacinto rosa
significa que es un juego —dijo Elizabeth leyendo el libro que tenía en sus
manos—, y la columbina significa «Yo voy a ganar».
Tenía que reconocer
que el juego de las flores era una idea ingeniosa, pero era tan propio de él
proclamarse ganador antes de empezar.
—¡Esto es tan
excitante! —exclamó Elizabeth—. ¡El mismísimo duque de Tremore está cortejando
a nuestra ___________!
—Eso es
correspondencia personal de __________ —le recordó lady Fitzhugh a su hija en
un tono severo—, tan privado como si fuera una carta. Deberías avergonzarte de
ello. Discúlpate con __________ y devuélvele el libro ahora mismo.
—Lo siento, ___________
—dijo Elizabeth contrita, y le devolvió el libro—. Este asunto os pertenece
sólo a ti y al duque.
—No por mucho
tiempo, querida hermana —dijo Anne—. Si de verdad el duque de Tremore está
cortejando a nuestra __________, toda la ciudad lo sabrá en unos días. Todo el
mundo está especulando sobre su boda desde que llevó a limpiar las esmeraldas
ducales. Oh, ___________, si aún no se ha declarado, seguro que tiene intención
de hacerlo, si no, no te habría regalado esto. Oh, hablarán de ti todos los
periódicos, y de nosotras también.
—Me temo que eso es
cierto —dijo resignada lady Fitzhugh, cuya actitud era totalmente opuesta a la
de sus hijas—. Será mejor que nos preparemos para el asalto.
—¿Asalto? —preguntó
__________ preocupada.
—Anne tiene razón,
querida __________, si el duque te corteja, todos tus movimientos serán
observados y comentados, al igual que los nuestros. Nos inundarán las visitas y
hablarán de nosotros hasta la saciedad en las notas de sociedad.
—Qué bien —dijo
Elizabeth riéndose—. Ahora no nos faltarán parejas de baile. ___________,
¿crees que el duque podría presentarnos a sus amigos?
—Me avergüenzo de
ti, Elizabeth, de verdad —dijo lady Fitzhugh sentándose al lado de __________ y
colocando afectuosamente la mano en su brazo—. Tienes que entender todo lo que
esto significa, querida. Vas a ser estudiada, analizada y criticada. Tienes que
estar preparada para asumir que muchas de esas notas no sean agradables. La
envidia es un sentimiento horrible y aquí lo hay en abundancia. Los duques son
un bien escaso, y me temo que la gente es muy avariciosa.
___________ miró el
libro que tenía en su regazo. Ella no quería eso. No quería que él la
cortejara, no quería que fuera romántico, porque si lo era, ella sucumbiría sin
remedio. Empezaba a pensar que quizá sí sentía algo por ella y que no todo
había sido un recurso para satisfacer su sentido del honor. Él no la amaba,
pero por el modo en que le latía el corazón, sabía que ella sí podría volver a
amarle.
—Los chismes no me
preocupan lo más mínimo —dijo ella intentando endurecer su corazón—. ¡No hay
nada de lo que puedan hablar! No existe ningún romance, no estamos prometidos y
no voy a casarme con él. Cuanto antes lo entienda todo el mundo, mejor.
Golpeó el libro con
la mano y, con un gesto airado, abandonó el salón dejando a sus amigas
sorprendidas por su ataque de mal humor.
Un juego requería,
como mínimo, de dos jugadores, se dijo a sí misma mientras subía por la
escalera hasta su habitación. Decidió que simplemente no jugaría. No volvería a
enamorarse de él. A veces, incluso un duque tenía que aceptar un no por
respuesta.
CHICAS.. aqui esta el capi.. la verdad es que se me habia olvidado subirselo.. ya que tengo muchas cosas en la cebeza y de repente me acorde.. espero les guste..
Las Quiero
Bye =)
Ay ya emprzoo el juegoo!!
ResponderEliminarQuiero saber q hara Tom para salirse con la suyaa!! Podria haber un embarazoo??
Siguelaa me encantaaa!!
Bye cuidate :D