Mi Amor Platonico

Mi Amor Platonico
Y el amor roto, cuando vuelve a nacer, crece
más bello que el primero, más fuerte, más grande.


jueves, 31 de enero de 2013

"CAPITULO 10"




Viola ya había predicho que a Tom no le gustaría nada la idea de que ________ dimitiera, y cuando él irrumpió en su sala de estar, escasamente una hora después de que __________ se despidiera de ella, supo que había acertado. Estaba hecho una furia.

—La señorita Wade se va —dijo sin rodeos—. La has animado tú a hacerlo, ¿verdad?

Viola levantó la vista de sus cartas y miró primero a su sirvienta, Celeste, que se había detenido en su tarea de coser uno de sus vestidos, y luego a Tom.

—Si vamos a pelearnos —contestó con calma—, preferiría hacerlo en privado.

Tom se dirigió a la doncella:

—Déjanos —ordenó.

La chica dio la última puntada al vestido y lo colocó en el maniquí, les hizo una rápida reverencia a ambos y salió de la habitación.

Viola observó a su hermano un momento. Vio que tenía el ceño fruncido y la mandíbula apretada. Su aspecto era realmente intimidante, incluso para ella misma.

—_________ ha venido a verme —le explicó— y me ha dicho que había decidido renunciar a su puesto. Que tenía intenciones de encontrar a su abuelo, entrar en sociedad y, si todo iba bien, conocer a algún joven bien educado. Me ha pedido ayuda. ¿Qué podía hacer yo?

—Negarte. Me parece una respuesta obvia.

—No podía hacer semejante cosa. Es la nieta de un barón.

—Quizá. Eso nosotros no lo sabemos.

Viola descartó el comentario.

—Pues la hija de un caballero entonces —añadió sonriente—. A mí me gusta, nos hemos hecho amigas, y creo que se merece tener la oportunidad de encontrar a su familia. No es una vulgar sirvienta criada en un orfanato. Es una joven dama, y se merece ocupar el lugar que le corresponde en sociedad.

—¿Y esta aventura tuya no puede esperar hasta la primavera? ¿O mejor aún, cinco años?

—¡No tienes compasión, Tom! —le riñó Viola—. Cinco años eliminarían cualquier opción que tuviera en el mercado matrimonial. Además, ella desea irse, y tú no puedes culparla por querer conocer a su abuelo. Yo le dije que si estaba convencida de seguir ese camino, la ayudaría, pero que primero tenía que hablar contigo.

Él la miró sarcástico.

—Tú la animaste a dimitir.

—No me negué a ayudarla, si eso es lo que quieres decir. __________ tiene todo el derecho a reclamar sus privilegios de nacimiento.

—No me refiero a eso. Tú la deslumbraste contándole lo excitante que es Londres, lo divertidos que son los bailes y las fiestas, incluso te ofreciste a ayudarla a encontrar marido. ¡Sólo Dios sabe que otras estúpidas ideas le habrás metido en la cabeza!

—No hay nada de estúpido en desear entran en sociedad, conocer gente y encontrar marido. Aquí se siente muy sola y tú lo sabes.

—Ése no es el tema —contestó él—. Tú sabes lo importantes que son este museo y esta excavación. Sabes que tengo obligaciones que cumplir. No puedo creer que me hagas esto, Viola.

Ella levantó las manos y las movió incrédula.

—Tom, pareces muy alterado. No entiendo por qué te importa tanto lo que ella haga o deje de hacer. Lo único que tienes que hacer es sustituirla.

—La señorita Wade es insustituible. Es vital para el éxito de mi proyecto, y no se irá a ningún sitio en los próximos siete meses. Ni en cinco años, si logro salirme con la mía.

Viola se echó a reír.

—Querido hermano, no puedes obligarla a quedarse contra su voluntad. La esclavitud va contra la ley, ¿sabes?

Él no lo encontraba en absoluto divertido.

—Cuando la contraté, ella contrajo una obligación conmigo hasta que este proyecto finalizara. Ahora quiere faltar a su compromiso. Y aún tiene la desfachatez de llamarme a mí desconsiderado.

—¿Ha hecho eso? —Viola estaba sorprendida. Tom tenía una posición tan elevada que mucha gente, incluida ella misma, no se atrevería a hablarle en esos términos—. No puedo creerlo.

—Pues créetelo, porque eso fue lo que dijo. Que nunca pido las cosas por favor ni doy las gracias. Dijo que soy desconsiderado, arrogante y, ¿qué era lo otro?, ah, sí, egoísta. Me dijo que dimitía porque no quería trabajar para mí ni un día más.

Sonaba ultrajado y ofendido, también desconcertado: no entendía en absoluto el punto de vista de ___________. Viola estaba asimismo un poco confusa. ¿Qué le habría pasado a _________ para que se atreviera a hablar de ese modo? Parecía una persona muy calmada y serena.

—Tom, cuando te dijo que dimitía, ¿tú qué hiciste? Reñirle, supongo.

—Por supuesto que no. Yo únicamente le recordé su deber hacia mí y mis obligaciones con el club. Ella estalló de repente, y empezó a lanzar todo tipo de insultos contra mi persona. ¿Quién se cree que es para hablarme así?

Aunque todavía no entendía qué había provocado el repentino deseo de ___________ de abandonar Hampshire, Viola podía leer entre líneas en lo concerniente a su hermano, y no tenía ninguna duda de lo que había hecho estallar a ___________ al rechazar él su dimisión. Probablemente, Tom habría enumerado todo lo que era importante para él, sin tener en cuenta lo que era importante para ella.

Viola casi tenía ganas de reír. Sentía un gran afecto por Tom, pero tenía sus defectos, y __________ no había dudado en señalárselos. Empezaba a sentir un gran respeto por ___________. Ésta quizá era reservada, pero también era capaz de decir lo que pensaba y de plantar cara a Tom.

—¿En qué estaba pensando esa chica? —prosiguió él, paseándose ante su hermana—. ¿Es que no sabe cuál es su lugar? Dios, ¿es que no sabe lo que yo podría hacerle por su comportamiento?

Viola le observaba caminar de un lado a otro, como un león enjaulado, y se dio cuenta de que nunca le había visto así. Sin duda, era la primera vez en su vida que oía semejantes críticas, y se sentía tan ultrajado por ellas que su frialdad y su autocontrol lo habían abandonado. ___________ le había provocado esa reacción, probablemente porque todo lo que había dicho era verdad, y él en el fondo lo sabía.

—Un duque pidiendo las cosas por favor y dando las gracias —seguía—. ¿Es o no ridículo?

Viola estaba demasiado preocupada como para contestarle. De repente se le había ocurrido una idea, un pensamiento que primero le pareció imposible, pero que a poco a poco iba tomando fuerza. Oh, qué maravilloso sería convencer a Tom de que se casase con ___________ en vez de con lady Sarah.

Cuanto más pensaba en ello más le gustaba la idea. Si __________ era de verdad la nieta de un barón, pocos se atreverían a decir que no era la adecuada. Desde que Viola había visto su expresión el otro día, sabía que, a pesar de su comportamiento distante, ___________ era una mujer de grandes pasiones. Estaba enamoradísima de Tom y, por otra parte, parecía saber bien lo que quería, además de haberse atrevido a plantar cara a un duque, todo auguraba un futuro de felicidad. Por supuesto que antes debería cambiar la equivocada opinión que él tenía de ella, así como la intención de __________ de irse de allí y la animadversión que de repente sentía hacia él, un sentimiento que aún intrigaba a Viola. ¿De dónde había salido?

—¡Oh, Dios mío! —exclamó, entendiéndolo todo de golpe—. Claro. ¿Cómo no me he dado cuenta antes?

—Eso es lo que me gustaría saber a mí. —La voz de Tom la interrumpió y se dio cuenta que había hablado en voz alta—. Estoy tan enfadado contigo como con ella. ¿En qué estabas pensando?

Viola dejó a un lado sus pensamientos por un momento y respondió:

—Siento haberte disgustado, Tom.

Seguramente ___________ había oído la conversación que ella y Tom mantuvieron en la sala de música. Eso lo explicaba todo. No era de extrañar que quisiera irse tan deprisa, que quisiera entrar en sociedad y encontrar algún pretendiente que la consolara. Ni que se atreviera a atacar a Tom. ¿Qué mujer no se ofendería si la compararan con un insecto?

—Como mínimo deberías haberme consultado —le reñía él mientras continuaba paseando—. Tuvo las agallas de decirme que se iba porque yo no le gustaba. Hay que tener valor. A ella no tengo por qué gustarle, ¿quién se ha creído que es?

—Obviamente, una mujer que no teme decirte lo que piensa.

A pesar de lo mucho que deseaba que su hermano cambiara la opinión que tenía de __________, se preguntaba si valdría la pena. _________ había estado enamorada de él, estaba segura de ello, lo que hacía que su orgullo herido fuera mucho más difícil de curar.

Lograr que estuvieran juntos parecía de repente una misión imposible, y Viola se descorazonó. Sin embargo, __________ era una persona cariñosa, y haría a Tom mucho más feliz que Sarah.

—Ella tiene todo el derecho a pensar así, Tom.

Él la miró enfadado mientras seguía paseándose.

—Tú eres en parte responsable de toda esta situación. Espero que te retractes de tu ofrecimiento a esa chica ahora mismo.

Viola cruzó los brazos y, terca, un rasgo característico de la familia, respondió.

—No haré tal cosa. Si ___________ decide venir conmigo, no la rechazaré.

Tom dejó de pasear y la miró con toda su intimidación ducal.

—¿Vas a desafiarme?

Ella se mantuvo firme.

—Intento hacer lo que es correcto. _________ se merece encontrar a su familia y ocupar su lugar en la sociedad. Yo le he ofrecido mi ayuda en ese sentido, y la he invitado a quedarse en Chiswick conmigo. La introduciré en sociedad, la guiaré hacia las amistades más adecuadas y le presentaré a los solteros más deseables. No voy a retirar mi invitación sólo porque para ti no sea conveniente. Si no quieres que se vaya, te sugiero que encuentres una manera de convencerla de que se quede. Si puedes.

En cuanto acabó de decir estas palabras, la esperanza de Viola renació. Tom nunca rechazaba un desafío. Tal como esperaba, su hermano la miró y contestó:

—Puedo y lo haré.

—¿Podría sugerirte que, si intentas convencerla de que se quede, le muestres tu lado más amable? —añadió Viola sonriendo—. Tendrás más posibilidades de lograr que cambie de opinión si recuerdas que es una joven que tiene los sentimientos, las necesidades y los sueños propios de una mujer. ___________ no es una máquina. Si llegas a conocerla, a lo mejor lograrás entenderla, y eso beneficiaría a tu causa.

Él no reaccionó cuando ella le recordó la descripción que el mismo había hecho de __________, ni tampoco le agradeció el consejo. En lugar de eso, se dirigió a la puerta.

—Lo tendré en cuenta.

—Bien. Entonces creo que me iré a Chiswick mañana mismo. No quiero verme más involucrada en este asunto.

—Excelente. —Se detuvo en la puerta para mirarla por encima del hombro—. Yo llegaré a Londres dentro de unos meses, y entonces iré a Enderby para ver qué tal va todo. Si Hammond hace algo…

—Te avisaré enseguida.

—Bien.
 
Viola miró marcharse a su hermano, y deseó con todas sus fuerzas que ___________ y Tom acabaran juntos. Hacer de celestina era complicado, pero creía que aquella pareja realmente tenía posibilidades. La verdad era que __________ no era tan guapa como lady Sarah, pero a su manera también resultaba atractiva. Además, compartía los intereses de Tom, y tenía inteligencia y sentido común suficientes como para poder manejar con facilidad la casa de un duque. Era apasionada y tenía un buen corazón. Aunque él ahora no se diera cuenta, ___________ era la mujer que podría hacerle feliz. Serían un matrimonio perfecto.
Mandó a Celeste a preparar su equipaje. Había hecho todo lo posible para asegurar la futura felicidad de Tom, tendría que conformarse con eso. Como máximo podía escribir una o dos cartas, para guiar a la pareja por el buen camino, pero si el amor estaba destinado a surgir entre ellos, debía nacer de manera espontánea. Ahora, lo mejor que podía hacer era irse y dejarlos solos.
Además de ayudar a Tom a encontrar una esposa que le amara, también tendría la satisfacción de vencer a lady Sarah Monforth, una de las damas más despreciables de toda Inglaterra. La idea de obtener también ese dulce triunfo hizo sonreír a Viola.
 
CHICAS... espero les guste el capi.. lo hice largo para que no se desesperen mucho jajaj xd.. y como ven Viola esta de parte nuestra.. asi que esperemos a ver como reaccionara TN a las cosas que Tom haga para que se quede jajaja xd...
Por lo menos ahora TN no pasa invisible para los ojos de Tom algo es algo xd
 
Las Quiero
Bye =)

miércoles, 30 de enero de 2013

"CAPITULO 9"




Tom clavó la pala en el suelo con cuidado, sacando la tierra sin dañar los posibles tesoros que hubiera debajo de ella.

Él era probablemente el único noble de toda Inglaterra a quien de verdad le gustaba el trabajo físico, pensaba mientras apretaba su bota contra la pala para sacar otro montón de tierra húmeda. La gran mayoría de sus amistades se escandalizarían si le viesen ahora, cubierto de arena, sin camisa y con el cuerpo empapado de sudor.

Arrojó toda la palada de arena en la caja de madera que tenía a su lado y, al hacerlo, vio que la señorita Wade se acercaba, abriéndose camino entre los trabajadores y los muros medio descubiertos de la excavación. Se detuvo y se puso la camisa antes de que ella llegase.

—¿Podría hablar con usted un momento? —preguntó—. Es bastante importante.

—¿Pasa algo? —preguntó mientras se secaba el sudor de la frente con la manga de la camisa.

—No, es un asunto personal. ¿Podríamos hablar en privado?

Sus palabras le sorprendieron. Por un lado, la señorita Wade raramente decía más de dos palabras seguidas. Por otro, no podía imaginar que ella tuviera asuntos personales, y menos que quisiera comentarlos con él. Se le despertó la curiosidad, así que caminó con ella hacia la antika.

—¿Sobre qué desea hablar? —preguntó cuando ya estuvieron dentro.

—Yo… —empezó ella, para a continuación quedarse callada, mirando al frente, concentrada en la apertura de la camisa desabrochada del hombre, como si pudiera ver a través de él. La luz del sol que entraba por las ventanas se reflejaba en el cristal de sus gafas, impidiendo que él pudiera verle los ojos, y su actitud, como de costumbre, no desvelaba ni un ápice de lo que estaba pensando. Esperó.

El silenció se alargó. Impaciente por volver a su trabajo, Tom carraspeó logrando así captar su atención. Ella inspiró hondo, levantó la cara y dijo lo último que él esperaba oír.

—Renuncio a mi puesto.

—¿Qué? —Tom pensaba que no la había oído bien—. ¿Qué quiere decir?

—Que me voy. —Metió la mano en el bolsillo de su grueso delantal y de él sacó una hoja de papel doblada—. Aquí tiene mi carta de dimisión.

Él miró el papel perfectamente doblado que ella le ofrecía pero no se lo cogió. En lugar de eso, cruzó los brazos sobre el pecho y dijo lo único que se le ocurrió.

—No pienso aceptarla.

Una especie de consternación alteró la cara de ___________, un atisbo de emoción proveniente de la máquina. Tom estaba aún más impresionado.

—Pero no puede rechazarla —dijo ella frunciendo el ceño—. No puede.

—A no ser que el rey me diga lo contrario, puedo hacer todo lo que quiera —respondió, esperando sonar autoritario—. Al fin y al cabo, soy un duque.

Esa respuesta sólo la desconcertó un instante.

—¿Se supone que su importante rango debe impresionarme, señor? —le preguntó con voz calmada pero con un sorprendente aire de enfado que él nunca le había oído. Ella le acercó la carta de nuevo y, cuando él no la cogió, abrió la mano y dejó que el papel cayera al suelo.

»Señor, dimito de mi puesto. Me iré exactamente dentro de un mes a partir de hoy.

Se dio la vuelta para irse, pero la voz de él la detuvo.

—¿Puede saberse adónde irá? Si la han convencido para que trabaje en otra excavación…

—Estaré con lady Hammond en Enderby. Ella me presentará en sociedad y me ayudará a buscar a la familia de mi madre.

Aquello era tan ridículo entonces como lo había sido cuando su hermana se lo sugirió. Sólo faltaban siete meses para la inauguración del museo. Siete cortos meses en los que tenían mucho trabajo por hacer.

Maldito fuera el repentino interés de Viola por el romanticismo. Ella sabía lo importante que era para él la excavación, y también lo vital que era la destreza de la señorita Wade para que su proyecto fuera bien. No tenía intención de dejar que aquella confabulación llegara más lejos.

—Puedo entender su deseo de encontrar a su familia, señorita Wade, pero puede llevar a cabo sus investigaciones perfectamente desde aquí. Viola no hará nada que suponga que usted se vaya de aquí sin mi consentimiento. Me niego a dárselo, y así se lo comunicaré a ella.

Una sonrisa, que no se podría describir sino como triunfante, se dibujó en los labios de ella.

—Lady Hammond me dijo que lo único que tenía que hacer era hablar con usted y dimitir oficialmente de mi puesto dándole un mes para encontrarme un sustituto. —Señaló la carta que había en el suelo—: Ahora ya lo he hecho.

—¿Encontrarle un sustituto? Por Dios, mujer, ¡gente como usted no crece en los árboles! Usted sabe perfectamente que cualquiera que tenga sus conocimientos en restauración ya está comprometido en un proyecto con años de antelación, tardé tres años en encontrar a su padre. El museo abre dentro de siete meses, y usted sabe que la villa necesita como mínimo cinco años de trabajo. Es imposible sustituirla a estas alturas. Me he comprometido con el Club de Anticuarios a que el museo estaría abierto para la temporada de Londres, para así atraer el máximo interés posible. No retrasaré la inauguración porque a usted se le haya metido de repente en la cabeza que quiere ir a Londres a buscar un marido y a disfrutar de la frívola vida social. No puede irse hasta que el proyecto haya finalizado. Yo tengo obligaciones que cumplir, y he dado mi palabra.

—¡Usted, usted, usted! —gritó ella. Un estallido que impresionó a Tom. No sólo porque se atreviera a hablarle en ese tono, sino porque era la primera vez que la veía expresar alguna emoción.

»Puede que sea duque —prosiguió ___________—, pero no es el sol alrededor del cual el mundo gira. De hecho, es todo lo contrario. Es usted el hombre más egoísta que nunca he conocido, además de desconsiderado. Siempre da órdenes a sus sirvientes o empleados sin decir siquiera gracias ni por favor. No le importa nada lo que sienta la gente, es tan arrogante que cree que su rango le da permiso para comportarse de ese modo. Yo… —Se interrumpió y se abrazó a sí misma, para intentar controlar sus emociones. Debía hacerlo. Aquel torrente de inexplicables críticas era injustificable e imperdonable.

Él abrió la boca para reñirle por su arrebato, como lo haría con cualquier persona que estuviera a su servicio, pero ella habló antes de que pudiera hacerlo él.

—La pura verdad, señoría, es que usted no me gusta, y que no deseo seguir trabajando para usted ni un día más. Hable con lady Hammond si lo desea, pero yo me iré de aquí dentro de un mes, sin importarme si le prohíbe o no ayudarme.

Tom miró su espalda mientras ella salía de la antika sin decir nada más. No supo si seguirla o ir a pedirle explicaciones a Viola por haberle llenado la cabeza con esas tonterías. Al final, no hizo ninguna de las dos cosas.

En lugar de eso, se agachó y recogió del suelo la carta de dimisión de la señorita Wade. La abrió y leyó las dos líneas escritas con su perfecta y precisa caligrafía.

Al volver a doblar la carta, un recuerdo le vino a la mente, el del día en que ella llegó a Tremore Hall, hacía cinco meses. Hoy no había sido la primera vez que la señorita Wade le había sorprendido.

Durante mucho tiempo, él había querido excavar las ruinas romanas que había en su finca, y se había imaginado el museo que exhibiría sus hallazgos. Un lugar donde no sólo los ricos y privilegiados podrían conocer su historia, sino también todos los ciudadanos de Inglaterra, sin importar su clase social. No había nada así en Londres.

Sir Henry Wade era reconocido internacionalmente como el mejor restaurador y anticuario vivo del mundo, y Tom quería al mejor para su excavación. Tardó tres años en convencer a sir Henry de que aceptara trabajar para él. Mientras, se había visto obligado a contratar a otros, mucho menos capacitados y con menor pericia, pero había persistido hasta convencer a sir Henry de volver a Inglaterra y tomar las riendas de su proyecto.

Sin embargo, no fue a ese excepcional caballero a quien encontró esperando en la antesala del gran salón de Tremore Hall aquella tarde de marzo cinco meses atrás. De pie, entre las estatuas de bronce, las columnas de mármol verde y las lámparas de cristal de la antesala, encontró a una joven seria de cara redonda y gafas doradas, una mujer de la que su mayordomo le había dicho que era la hija de sir Henry Wade. Vestida con un viejo abrigo marrón de viaje, unas botas marrones de espeso cuero y un ancho sombrero de paja, con un sencillo baúl a sus pies, parecía tan seca como el desierto de Marruecos del que había llegado.

Con una suave y educada voz que no desprendía ningún sentimiento personal, le dijo que su padre había muerto y que ella estaba allí para ocupar el lugar de sir Henry y completar la excavación.

La inmediata negativa de él debería haberla hecho correr hacia la puerta, pero no lo hizo. Ignoró totalmente sus palabras como si no hubiera hablado en absoluto, y le habló en cambio de sus conocimientos y sus experiencias de un modo conciso, enumerando metódicamente todas las razones por las que él debería permitir que ella ocupara el puesto de su padre.

Cuando finalmente, utilizando su tono ducal más autoritario, él la interrumpió, y le dijo que había escogido a su padre porque quería el mejor restaurador disponible y que no tenía ninguna intención de contratarla a ella sin su padre, ___________ no discutió. No intentó apelar a su caballerosidad ni a su simpatía con ninguna historia enternecedora sobre lo mucho que necesitaba el trabajo. Sencillamente, parpadeó tras sus gafas y, mirándolo con una cara inescrutable, como un pequeño y solemne búho, contestó muy seria:

—Yo soy el mejor restaurador disponible.

Ella ignoró su risa incrédula y continuó.

—Soy la hija de sir Henry Wade y él era el mejor. A mí me enseño él, y ahora que él ha muerto, no hay nadie más cualificado que yo para este trabajo.

Él no tenía intenciones de contratarla, pero le quedaban pocas opciones. Para salir del paso, aceptó, y a fin de proteger su reputación, mandó que el señor y la señora Bennington dejaran su residencia en el campo y se instalaran en la casa. Así la señora Bennington actuaría como dama de compañía.

Durante los cinco meses que la señorita Wade llevaba allí, él había podido comprobar que ella no había exagerado. Sabía más sobre la antigua Roma y sus tesoros de lo que él podría nunca llegar a aprender. Era una excelente restauradora de mosaicos y sus frescos eran la perfección misma. Él quería al mejor, y tal como ella le había dicho sin ambages, lo tenía.

Tom salió de su ensimismamiento y arrugó la carta en su mano hasta convertirla en una bola. Hasta que el proyecto no estuviera finalizado, la señorita Wade no iría a ninguna parte. Si tenía al mejor restaurador, iba a encontrar el maldito modo de conservarlo.
 
 
CHICAS... ahora comienza el suplicio de Tom jajaj que hara Tom con tal de que TN se quede ???
Espero les guste el capi....
 
Las Quiero
Bye =)
 

martes, 29 de enero de 2013

"CAPITULO 8"




«Como un insecto pegado a una hoja.»

___________ se había quedado helada, su mano aún estaba agarrada al picaporte de la puerta de la sala de música. La puerta estaba entreabierta, y la conversación que acababa de oír aún flotaba en el aire como el acre olor del humo que permanece después del fuego.

«Ningún atractivo físico.»

Miró el texto de la tablilla encerada que tenía en la otra mano, su mente estaba en blanco. No lograba recordar por qué había estado tan ansiosa de encontrar a Tom y enseñarle la traducción. Ahora ni siquiera podía recordar lo que decía.

Apretando la tablilla contra el pecho, dio media vuelta y empezó a correr, sin saber adónde iba, incapaz de pensar nada. Estaba demasiado confusa para ello, demasiado aturdida para sentir, pero una y otra vez oía en su cabeza la brutal e insensible descripción que de ella había hecho el hombre al que adoraba.

«La señorita Wade no es una mujer. Es una máquina. En realidad, es bastante patética.»

Como una mariposa que sigue la luz, ___________ se metió en la madeja de pasillos que formaba Tremore Hall; sólo la guiaban el instinto y la necesidad de buscar refugio en su cuarto.

Ya en la privacidad de su habitación, cerró de un portazo, dejó caer al suelo la tablilla, sin importarle adónde iba a parar, y se tapó las orejas con las manos, pero fue inútil. Las palabras de Tom aún le zumbaban en los oídos, amortiguadas únicamente por el sonido de su corazón rompiéndose en mil pedazos.

_______________________________________________________________________________


El corazón humano debe de ser realmente fuerte y resistente, decidió __________ al despertarse a la mañana siguiente. Se sorprendió de no sentirse ya rota de dolor ni con el alma destrozada. En lugar de eso, y de un modo extraño, se sentía como si hubiera vuelto a nacer.

Se había pasado toda la tarde y casi la noche entera llorando contra la almohada y tratando de curar su corazón herido. Las insultantes palabras de Tom le habían hecho derramar infinitas lágrimas. Se dijo a sí misma, más guiada por el orgullo que por la sinceridad, que esa lady Sarah con la que él quería casarse se lo podía quedar. Se había repetido miles de veces que era una tonta por albergar ilusiones imposibles, pero ahora lo que más le dolía era la devastadora destrucción de todas las esperanzas que había tenido de que algún día Tom sintiera afecto por ella; unos anhelos que ella misma no había reconocido que tuviera hasta que la opinión de él los aplastó.

Esa mañana, aunque el vestigio de la pena seguía allí, __________ no se sentía triste ni tonta. Se sentía libre.

Mientras se vestía, intentó entender lo que le pasaba, y se dio cuenta de que se había quitado un gran peso de encima. Se había pasado los últimos cinco meses intentando ser lo que Tom quería, intentando anticiparse a sus más pequeños deseos u órdenes, trabajando como una esclava para complacerlo, y lo único que había logrado era su indiferencia y su desprecio.

___________ se sentó frente a su tocador y observó su reflejo en el espejo mientras se peinaba. Una sonrisa sincera se dibujó en su rostro. Tom la había llamado patética, y la verdad es que tenía un aspecto un tanto lamentable, con los ojos hinchados de llorar, pero lo único patético de todo aquello era lo mucho que ella se había preocupado de él.

Las palabras de Tom habían sido duras, pero le habían hecho entender algo sobre sí misma que nunca antes había visto.

Desde la muerte de su madre se había pasado la vida queriendo ser necesitada, tratando de llenar el vacío que esa muerte había dejado en el corazón de su padre, intentando ser su compañera de trabajo, un alivio para sus penas. Allí, en Tremore Hall había querido hacer lo mismo con Tom. Deseaba desesperadamente que él la necesitara, que la hiciera sentirse valiosa, apreciada, amada.

«Tan atractiva como un insecto pegado a una hoja.»

Ahora, a la luz de un nuevo día, se juró que las cosas iban a ser distintas. Se acordó de las preguntas que Viola le había hecho el día anterior en la antika, y se dio cuenta de que la conducían a la más importante de todas: ¿ahora qué?

___________ giró la silla y observó la habitación en la que estaba, ornamentada hasta la opulencia. Unas cortinas de damasco doradas y verdes rodeaban la cama, los muros y la chimenea estaban recubiertos de madera de palo de rosa, había ángeles en el techo, y el tocador en el que estaba sentada, decorado con malaquita, tenía cajones pintados como si fuesen plumas de un pavo real.

Como todas las habitaciones de Tremore Hall, era grande e intimidante; transmitía la idea de una inmensa riqueza y un verdadero sentido de la historia, pero era una casa sin calor. Bastante similar a su propietario, pensó. Él quería casarse sin amor ni afecto. Cómo podía ser tan frío, y qué ciega debía de haber estado ella para no haberse dado cuenta antes.

___________ volvió a concentrarse en su propio reflejo en el espejo, se miró directamente a los ojos y tomó su primera decisión sobre su futuro. Tenía que irse de Tremore Hall. No podía quedarse allí. Estar cerca de aquel hombre despreciable, continuar trabajando para él como una esclava durante los siguientes cinco años sabiendo el desprecio con que él la miraba, era una perspectiva intolerable.

Pero ¿adónde podía ir? ¿Qué podía hacer? Había trabajado en excavaciones toda su vida. Por primera vez se preguntaba si había alguna otra opción de futuro para ella.

«Me encantaría que vinieras conmigo a Enderby.»

___________ se acordó de las palabras que la vizcondesa le había dicho el día anterior en la antika. También recordó que Viola había mencionado ciertos planes que tenía para ella, y sintió una pizca de excitación. La vizcondesa había admitido que se sentía sola, que consideraba a __________ su protegida y que quería encontrarle un marido. Quizá permitiría que ___________ se quedase un tiempo con ella, le presentaría a gente y le ayudaría a hacer amistades. ¿Quién sabe lo que podría pasar? Con la vizcondesa como guía podría aprender a moverse y comportarse en sociedad, podría ver cosas que hasta entonces sólo había leído en los libros.

Quizá esa oportunidad le permitiría convertirse en institutriz de una buena familia. O tal vez debiera tragarse el orgullo e intentar de nuevo entrar en contacto con su abuelo. Podía incluso hacer realidad las ilusiones de Viola y casarse con alguien que de verdad la respetara y la amase.

___________ decidió que ya era hora de dejar de pensar que no tenía opciones de futuro. Había llegado el momento de empezar a decidir su propio destino. Quizá incluso de divertirse un poco.

Se iría de allí y entraría en el brillante mundo de la alta sociedad inglesa. Y en lo que se refería a Tom, podían irse al cuerno él y todas sus opiniones.

 

 

—¿Cómo? —Atónita, Viola dejó la pluma y miró a __________.

Ésta sabía que había sido muy atrevida, pero estaba desesperada.

—Ayer comentaste que te gustaría que fuese contigo a Enderby cuando te marcharas de aquí. Dado el poco tiempo que hace que nos conocemos, sé que es presuntuoso por mi parte preguntártelo, pero ¿lo decías en serio?

Viola se recuperó y le señaló la silla que había frente al escritorio.

—Siéntate, ___________.

Ésta así lo hizo, cruzó los dedos en su regazo, y esperó la respuesta.

—Claro que lo decía en serio —contestó Viola—, pero ¿qué pasa con tu trabajo aquí?

—Tengo intención de abandonarlo.

—Creí que te encantaba estar en Tremore Hall. —Viola se enderezó en su silla y miró seria a ____________—. ¿Ha pasado algo malo desde ayer?

—No, nada en absoluto —se apresuró a tranquilizarla ella. Esperaba sonar convincente, no podría soportar que Viola o Tom supieran que había oído su conversación y la pobre opinión que el duque tenía de ella—. Aquí he disfrutado, pero tus palabras sobre Londres me han hecho darme cuenta de lo que me estoy perdiendo.

Viola se recostó en la silla de caoba en la que estaba sentada.

—Querida ___________, estoy sorprendida. No podía sospechar que mis palabras pudieran provocar tal reacción en ti.

Había cierto aire de preocupación en la voz de la mujer y __________ tenía el corazón en un puño. Quizá las palabras de amistad de la vizcondesa habían sido dichas con ligereza. Tal vez había estado hablando con Tom sobre ella por sus propias oscuras razones. En cualquier caso, ___________ sabía que tenía que dejar Tremore Hall, y Viola era su mejor oportunidad para hacerlo.

—Desde la muerte de mi padre, mi vida ha seguido un camino pautado sobre el que yo no he tenido el más mínimo control.

—Porque eres una mujer —dijo la vizcondesa con voz tensa—. Nosotras tenemos muy poco control sobre nuestras vidas.

—Quizá, pero he estado dando vueltas a la conversación de ayer, y no puedo dejar de pensar que ya es hora de que busque a la familia de mi madre y de que ocupe el lugar que me corresponde en la sociedad.

—¡Claro que sí! Ya te lo dije ayer, pero tú insistías en quedarte aquí. ¿Estás convencida de que quieres hacerlo?

—Sí. Nunca he tenido la oportunidad de estar en sociedad o de hacer amigos; papá y yo siempre estábamos viajando. Y aquí estoy enterrada en el campo, trabajando sola todo el día, sin conocer nunca a nadie.

—Por supuesto que tienes que sentirte muy sola aquí, y ganarse la vida no está a la altura de la nieta de un barón. Confieso que estuve pensando en lo maravilloso que sería poderte reunir con tu familia y ayudarte a entrar en sociedad. Pero pensé que tus sentimientos… —La mujer se interrumpió sin pronunciar lo que había estado a punto de decir. En lugar de eso, bajó la mirada y guardó la pluma, perdida en sus pensamientos.

__________ esperaba, en silencio, deseando que la reticencia de la vizcondesa no quisiera decir que iba a rechazarla.

Pasado un momento, Viola levantó la vista.

—¿Se lo has dicho ya al duque?

—No. Creí que primero debía hablar contigo.

Ella asintió con la cabeza.

—Te dije que me encantaría tenerte conmigo en Enderby, y no lo habría dicho si no fuera cierto. De todos modos, a Tom no va a gustarle. ¿Qué va a hacer sin ti?

__________ se mordió la lengua para no responder que Tom no iba a perder ni un momento en lamentar su partida.

—Encontrará a otra persona para el puesto.

—Pero no tan excelente como tú. La otra noche precisamente nos contaba a sir Edward y a mí lo dotada que estás para este trabajo. Admira mucho tu inteligencia y tus conocimientos.

Y eso era todo lo que admiraba, ya que ella era como un insecto y no tenía ningún atractivo físico. __________  no quería pensar en sus palabras nunca más. A la luz del nuevo día, al acordarse, le entraban ganas de tirarle a la cabeza alguna de sus preciadas ánforas samarianas.

—Esta excavación y el museo significan mucho para mi hermano —continuó Viola—. Quiere que estés aquí hasta que el proyecto haya finalizado; no dejará que te vayas.

A ___________ no le importaba lo más mínimo lo que Tom quisiera.

—No le quedará más remedio.

—Tom es duque desde que tenía doce años. Está acostumbrado a salirse con la suya. Lleva toda la vida haciéndolo.

—No puede obligarme a que me quede.

—Oh, ___________, subestimas el poder de un duque. La noticia de tu partida le desagradará enormemente, en especial cuando sepa que soy yo quien se te lleva.

El corazón de __________ dio un vuelco.

—Odiaría ser causa de enfrentamiento entre tú y tu hermano —dijo, intentando disimular su disgusto—. Entendería que quisieras retractarte de tu invitación.

Viola consideró la situación por un instante y entonces negó con la cabeza.

—¡No voy a hacer tal cosa! En mi opinión es inconcebible que una joven que es hija de un caballero y nieta de un barón tenga que ganarse la vida. Mereces recuperar tu lugar en la sociedad, y Tom sólo está siendo egoísta. Será un placer tenerte conmigo en Enderby.

El alivio de _________ fue tan grande que casi se cayó de la silla.

—Gracias. Estoy en deuda contigo.

—Para nada. Me encantará tu compañía. Lo único que te pido es que, cuando renuncies a tu trabajo, le des a Tom un mes de margen antes de partir. Necesitará ese tiempo para encontrar a alguien que te sustituya.

Otro mes allí sabiendo lo que Tom pensaba de ella sería difícil de soportar, pero no tenía otra opción.

—Por supuesto.

Viola cogió la pluma y escribió algo en una hoja de papel.

—Me marcharé pronto de aquí e iré a Chiswick. Esperaré allí tu llegada aproximadamente dentro de un mes. Si cambias de opinión, escríbeme a esta dirección.

___________ cogió el papel que le ofrecía.

—No cambiaré de opinión.

—No estés tan segura de eso. Esta excavación es muy importante para Tom y a él no le va a gustar perderte. Conozco muy bien a mi hermano. Puede ser muy persuasivo cuando quiere. Y muy testarudo.

__________ no contestó. Se iba a marchar, y no había nada más que decir.
 
CHICAS....espero les guste el capi.. y no se preocupen que mas adelante igual van a torturar a Tom... pero mmm de otra manera jajaj xd.. tienen que esperar...
 
Las Quiero
Bye =)

lunes, 28 de enero de 2013

"CAPITULO 7"




Tom apoyó la cadera en el pianoforte estudiando la expresión de Viola, que tocaba a la luz de las velas con la mirada fija en el infinito. No dejó de darse cuenta de que sonreía ligeramente.

—Pareces muy satisfecha contigo misma —dijo—. Cuando pones esa cara es que estás tramando algo. ¿En qué estás pensando?

—En Venus —contestó ella, y miró al hombre que estaba de pie a su lado.

Él levantó las cejas a modo de pregunta.

—¿La diosa del amor? ¿Qué te hace pensar en Venus? —Suspicaz, entrecerró los ojos—. ¿Estás planeando arruinar mi boda con lady Sarah y arreglarme otra mejor? Por favor, ni lo intentes, Viola, ya sabes lo que pienso al respecto.

—No, no. —Viola dejó de tocar un instante para negar con la mano en su dirección y luego retomó la pieza—. Tú ya has hecho tu elección, y sé que sería inútil intentar que cambiaras de idea. Lo he pensado mejor —añadió con un suspiro— y creo que es la mejor opción. Al fin y al cabo, eres el duque de Tremore, y tienes que casarte de acuerdo con tu posición, aunque para ello hayas de renunciar al amor y al cariño. No, he decidido que me concentraré en concertar el matrimonio de otra persona: el de ___________.

—¿________? —Él frunció el entrecejo—. No recuerdo a…

—La señorita Wade.

Miró a Viola y la imagen de una mujer de pelo castaño recogido en un moño, con gafas, vestidos marrones, delantales de trabajo e incapaz de hablar sin tartamudear se le apareció de repente.

—¿Intentas arreglar un matrimonio para la señorita Wade? —preguntó atónito.

—Si puedo convencerla de que venga a Enderby conmigo, le presentaré a algunos de los solteros más deseables, y a ver qué pasa.

—Tú no harás tal cosa.

La vehemencia de su tono sorprendió a Viola. Dejó de tocar el piano otra vez y le miró estupefacta.

—¿Por qué te alteras así, Tom? No tenía ni idea de que te importara tanto.

—Me importa mucho. El trabajo que desempeña aquí la señorita Wade, es de gran importancia. No permitiré que vaya a perder el tiempo contigo a Londres. ¿Qué pasará entonces con mi museo y mi excavación?

—Últimamente sólo piensas en la excavación. Hay cosas más importantes en el mundo que tu villa romana.

—Nada puede ser más importante que descubrir la historia. —Él mismo notaba la pasión con la que hablaba—. Viola, estas ruinas son de vital importancia histórica. Es el mejor hallazgo de restos romanos de Inglaterra. Las piezas que estamos encontrando aquí serán de gran ayuda para los académicos y los estudiosos; y los museos de Londres podrán ofrecer a los británicos la posibilidad de conocer mejor sus orígenes. Esto es un pedazo de nuestra historia.

—A mí no me importa la historia, querido hermano —dijo Viola, sin tratar siquiera de entender lo que él quería decir—. A mí me importa la vida de una joven dama de buena familia que por trágicas circunstancias se ha visto obligada a trabajar, que no ha podido tener una vida propia y que no ha disfrutado nunca de nada. Ni siquiera sabe bailar. Es impresionante lo descuidado que fue su padre a la hora de preocuparse por su futuro y su bienestar.

Viola hizo una pausa para recuperar el aliento, pero antes de que Tom pudiera recordarle que la historia y las antigüedades eran mucho más importantes que bailar, ella añadió:

—Y ahora ___________ se ve obligada a ganarse la vida. Una joven dama trabajando hasta el agotamiento fregando mosaicos y arreglando vasijas como si se tratara de una sirvienta, y lo peor de todo es que no tiene ninguna opción de futuro.

Tom frunció el ceño, disgustado por el tono acusatorio de las palabras de su hermana; como si las supuestas penurias de la señorita Wade fueran culpa suya.

—El trabajo que realiza para mí la señorita Wade es vital para que este proyecto tenga éxito, y se le paga muy bien por sus esfuerzos.

—A mí su futuro me parece precario.

—Difícilmente. El museo de Londres se abrirá a mediados de marzo, pero tardaremos mucho más en acabar con la excavación de la villa. Ella tiene trabajo como mínimo para cinco años más.

¿Y cuando acabe? ¿Cuando tu museo esté completo y tu excavación finalizada, qué pasará con ella entonces?

—Encontrará un nuevo trabajo, supongo.

—Entonces tendrá casi treinta años, una edad que prácticamente la eliminará del mercado matrimonial. ¿Sabías que es nieta de un barón?

—Eso es absurdo, su padre no tenía tales parientes.

—Estoy hablando del padre de su madre. Ella no sabe nada sobre él, o si lo sabe no quiso compartirlo conmigo. No creo que tuviera intención de contarme nada en absoluto, pero se le escapó algún comentario sobre su abuelo. No entiendo por qué quiere guardarlo en secreto. Orgullo quizá.

—O sentido de la privacidad. Hay gente que valora su intimidad. —Hizo una pausa—. En cualquier caso, su futuro es asunto suyo.

—Yo lo estoy convirtiendo en asunto mío. —Antes de que él pudiera responder, continuó—: Éste no es el tipo de vida que debe llevar la nieta de un barón, aunque ella misma haya ignorado sus orígenes. Dado que sabe tan poco sobre sus parientes y que no tiene amigos que la ayuden…

—Parece haber encontrado una amiga en ti.

—Sí, lo ha hecho. Me gusta, y nos hemos hecho amigas. Es más, voy a considerarla mi protegida. Ya me veo presentándola en sociedad, ayudándola a conocer gente nueva, y quizá asegurándole un matrimonio en el futuro. Hay bastantes caballeros solteros a los que quisiera presentársela. A ella podría gustarle alguno, y la naturaleza seguiría su curso.

—Pobre chica.

Viola le lanzó una mirada que le indicó que no había encontrado divertido su irónico comentario.

—No todo el mundo elige esposa como tú, Tom, escogiendo a la que es menos probable que gane tu corazón. Ni tampoco todo el mundo que se enamora es infeliz. Me encantaría ver a __________ disfrutando de una temporada en Londres, que se enamorara y contrajera matrimonio felizmente con un honorable caballero de buen carácter que la amara y cuidara de ella.

Tom se vio obligado a mencionar lo que para él era obvio.

—No entiendo por qué quieres embarcarte en una tarea tan inútil. Las mujeres como la señorita Wade no están hechas para el romance, y tampoco se casan.

—Tom, qué comentario tan extraño. ¿Se puede saber qué quieres decir con eso?

—Quiero decir que esa chica no tiene ni un pelo de romanticismo en todo el cuerpo. Si tuviera una dote, o si sus conexiones con el barón fueran ciertas, sus perspectivas de matrimonio serían mejores, pero sin eso, te estás embarcando en un asunto sin futuro. Sólo hay que mirar a la chica para darse cuenta.

—Yo no me doy cuenta, y la he mirado bastante en los últimos días. Creo que muchos jóvenes bien educados la encontrarán encantadora.

—¿Encantadora? Con ese horrible moño que siempre lleva y esas ropas usadas, la chica es tan atractiva como un insecto pegado a una hoja. Es como un mueble. Dudo que ningún hombre se diera cuenta de que existe aunque la tuviera delante de sus narices; e incluso entonces, se olvidaría de ella en el mismo instante en que desapareciera de su vista. Lo sé porque a mí me pasa.

Viola se puso tensa.

—No sabía que la belleza física de una mujer fuera la única cualidad que llamase la atención de los hombres —expresó fríamente.

Tom acusó la crítica de esas palabras.

—No he querido decir eso.

—¿Qué has querido decir entonces?

—Su cara nunca cambia de expresión, y uno nunca sabe en qué está pensando ni lo que está sintiendo. A no ser que hable de antigüedades, esa chica es incapaz de mantener una conversación.

Vio que Viola lo miraba preocupada, pero continuó:

—Cuando por fin logra pronunciar unas palabras, no puede hacerlo sin tartamudear. No sé qué le pasa. El primer día que estuvo aquí hablaba bastante bien, pero desde entonces apenas ha dicho nada. Teniendo en cuenta todo eso, puedo decir que es la criatura más insignificante que he conocido en mi vida.

—Aun así, es tan importante para tu excavación que no puede irse. De modo que alguna cualidad deseable debe de tener.

—Es inteligente, eso te lo garantizo, y excelente en su trabajo. Puede traducir del latín, del griego y de no sé cuántas lenguas antiguas más. Es una magnífica restauradora y artista. Dibuja bien. Pero todas esas cualidades difícilmente la capacitan para el matrimonio. No tiene dote, no tiene conexiones aparte de ese mítico barón, y ningún atractivo físico que compense estas carencias.

—Me conoce a mí, y si su abuelo es un barón, entonces ya tiene dos conexiones, como mínimo. Si nosotros pudiéramos encontrar a su abuelo, él podría darle una dote. Y en lo que se refiere a sus otras así llamadas carencias, eso es sólo tu opinión. Tú sólo la ves como a una empleada, como al señor Cox, o al señor Bennington, o a uno de los sirvientes. Dudo que ni siquiera la hayas mirado como mujer.

—La señorita Wade no es una mujer. Es una máquina. Una perfecta y eficiente máquina. Nunca está enferma, nunca comete errores. ¿Sabes?, creo que nunca la he oído reír.

—Oh, no seas absurdo. Yo la he oído reír esta misma mañana.

—Pues yo nunca. —Tom calló e intentó encontrar un modo de explicarle a Viola cómo se veía a la señorita Wade desde el punto de vista de un hombre.

—Cuando busca esposa, un caballero no quiere una máquina. Quiere una mujer con ciertos atributos femeninos. La señorita Wade, desafortunadamente, no tiene ninguno. En realidad, es bastante patética.

—No tenía ni idea de que la vieras desde un punto de vista tan desfavorable —comentó Viola pensativa.

—Creo que cualquier hombre compartiría mi opinión sobre la chica.

—¿Quieres dejar de llamarla chica? —le espetó Viola irritada—. Tiene veinticuatro años, es una mujer.

Tom pensó en el delantal sin forma que escondía cualquier curva femenina que pudiera poseer la señorita Wade.

—Si tú lo dices.

—Lo digo. Todo lo que has mencionado es un fallo de su educación, no de su carácter ni de su belleza. Yo creo que __________ podría ser bastante atractiva si siguiera mis consejos. Tiene unos ojos preciosos y un hermoso cuerpo. Demasiado morena según la moda actual, pero no tanto si tenemos en cuenta que ha vivido gran parte de su vida en el desierto. Tiene una bonita sonrisa, es inteligente, cultivada, y te aseguro que, aunque es una joven bastante seria y quizá un poco tímida, es perfectamente capaz de reír.

—Lo mejor que puedes hacer es buscar a su familia, porque las damas serias, tímidas, sosas, y tan corrientes que llegan a confundirse con el papel pintado de la pared no tienen ninguna posibilidad de atrapar a un marido. Se convierten en solteronas. Un palabra desafortunada, pero cierta.

Viola le lanzó una mirada censora que le dio a entender claramente lo que pensaba de su opinión, y que le hizo sentirse un poco culpable. Quizá había sido duro, pero realmente, ___________ Wade era tan aburrida como un febrero en Inglaterra. Aun así, decidió que lo mejor sería no hacer más comentarios sobre el tema.

—No tiene importancia, no discutamos por ello. La chica no irá a ningún lado hasta que mi museo y las excavaciones hayan finalizado.
 
 
Chicas Tom es un .. ¬¬.. yo les dije que no les gustaria como trataria a TN....
Pero no se preocupen que pronto Tn ya sabra que hacer,... y digamos que a Tom no le gustara muchoo....jajaja
 
Cuidence
Bye =)

viernes, 25 de enero de 2013

"CAPITULO 6"




La mención de la familia de su madre le trajo recuerdos de un día horrible en Tánger y de la carta que había recibido de unos abogados de Londres, dos meses después de la muerte de su padre.

 

Gracias por el interés que ha mostrado por lord Durand con relación a cierta lady __________, de soltera Jane Durand, de quien usted afirma que era la esposa de sir Henry Wade. Su afirmación es imposible, ya que la honorable señorita Durand permaneció soltera hasta su fallecimiento, en la finca de su padre en Durham, en 1805, a la temprana edad de veinte años. No hay ninguna posibilidad de que pudiera ser su madre, y lord Durand lamenta no poder serle de mayor ayuda en este asunto. Cualquier otro intento de obtener dinero o protección del señor será inútil.

 

Al acordarse de la carta, volvió a sentir todo el miedo que sintió entonces, el nudo que le apretaba el estómago al pensar que estaba sola, que el dinero se le estaba acabando, que nadie iba a ayudarla y que ya no poseía nada de valor. Nada, excepto el pasaje a Inglaterra.

___________ alejó los recuerdos de ese día en Tánger. No quería hablar sobre la familia de su madre o sobre la vergüenza de sentirse ignorada y rechazada.

—Mamá nunca hablaba de sus parientes.

—Algo tuvo que decirte.

Presionada, ___________ admitió:

—Sé que mi abuelo era un barón, pero nada más. Mi madre murió cuando yo tenía ocho años, y mi padre y yo nunca hablamos de él.

—Un barón. ¿Sabes al menos su nombre, o dónde vivía?

—No —mintió.

—Pero ¡eso es sorprendente! ¿Qué clase de padre deja a su hija sin familia, sin recursos y sin protección al morir, y sin decirle a quien puede acudir?

—¡Mi padre no era tan inconsciente como lo describes! —gritó ___________, obligada a defender a su padre—. Era un hombre vital, no podía imaginarse que iba a morir tan de repente. Era el padre más cariñoso que nadie podría tener, y me insulta que digas lo contrario.

Viola calló. Al cabo de un momento dijo:

—Has hecho bien en reprenderme, __________. Me siento avergonzada. Mi única excusa es que me preocupa ver a una chica joven sola, sin protección, obligada a trabajar, pero no he debido entrometerme en tus cosas. Por favor, acepta mis disculpas.

En verdad parecía avergonzada, y ___________ recapacitó.

—Por supuesto.

—¿Os quedasteis en Creta después de la muerte de tu madre?

—No, nos fuimos de la isla unos meses más tarde. Papá no podía quedarse allí. Demasiados recuerdos. Se le rompió el corazón cuando mamá murió.

—¿Y el dolor le obsesionó? —preguntó Viola, en un tono algo agresivo—. Eran felices, pero cuando ella murió ¿él abandonó sus obligaciones, a sus hijos? ¿Acaso su pena le hizo perder el juicio?

___________ estaba sorprendida ante ese repentino cambio de tono de la conversación.

—¡Qué preguntas tan raras haces! Claro que estaba triste, pero nunca abandonó sus obligaciones. Nunca me ignoró, ni perdió el juicio.

Viola sacudió la cabeza como si diera por concluida una conversación privada.

—Confieso que estaba pensando en otra persona. Lo siento. ¿Adónde fuisteis cuando dejasteis Creta?

—A Palestina. También estuvimos en Petra, Siria, Mesopotamia, Túnez y Marruecos. Las grandes excavaciones suelen durar varios años, pero después de la muerte de mi madre, mi padre era incapaz de pasar mucho tiempo en el mismo lugar.

—Pero ¿y qué pasaba con vuestra vida social?

—Nunca tuvimos mucha. Alguna cena ocasional con unos amigos de papá en Roma, eso es todo.

—¿Ninguna fiesta? ¿Ningún baile?

—Me temo que no. —__________ negó con la cabeza, sonriendo—. Ni siquiera sé bailar. No hay muchas ocasiones para hacerlo en medio del desierto. Estoy más acostumbrada a la compañía de asnos, camellos, árabes y viejos y pesados arqueólogos.

—Has tenido una vida fascinante, ___________, pero hay tantos placeres que te has perdido…

—Tal vez, pero he disfrutado cada instante. Echo de menos a mi padre, pero creo que a él le habría gustado que viniera a Inglaterra una vez él hubiera muerto. Quería que conociera este país. Por eso aceptó la oferta del duque para venir aquí.

—¿Has estado en Londres?

—No. Viajé con una caravana de especias desde Marruecos a Tánger, Luego tomé un barco hasta Portsmouth y de allí vine directamente a Tremore Hall.

—¡Una caravana de especias! —Viola empezó a reír.

__________ la miró perpleja.

—¿He dicho algo divertido?

Aún riendo, la otra mujer negó con la cabeza.

—¿Divertido? ¡Oh, __________!, dices las cosas más extraordinarias sin inmutarte; como si viajar en caravanas fuera lo más normal del mundo.

—Bueno, es normal —contestó ella uniéndose a su risa—, aunque quizá no aquí, en Hampshire.

Las risas se fueron calmando y la vizcondesa miró pensativa a ___________.

—Marruecos, Palestina, Creta. No puedo evitar pensar que debes de encontrar Tremore Hall bastante aburrido en comparación.

—¡Oh, no! Para mí, vivir aquí es un lujo que aún no me puedo creer. Debo reconocer que dormir en un colchón de plumas es mucho mejor que en un saco en una choza de piedra o en una tienda en el desierto.

—Cielos, me imagino que cualquier mujer lo cree. ¿Así que te gusta estar aquí?

—Sí, me gusta. Cuando llegué a Inglaterra tenía la extraña sensación de que volvía a casa, aunque nunca hubiera estado aquí. Todo en Inglaterra es tan fresco, tan verde, tan bonito comparado con los áridos desiertos en los que he vivido… Es como mi madre decía que era. No quisiera irme nunca.

—¿Y qué piensas de Tremore Hall?

—Me temo que no he visto demasiado. He estado muy ocupada con los trabajos de la excavación y no he tenido tiempo para explorar, aunque he paseado varias veces por los jardines. Es una propiedad espléndida, pero intimida un poco cuando llegas por primera vez.

—Sí —confirmó Viola—, sé a lo que te refieres. Cuando era niña, estuve en un internado en Francia varios años. Al vivir fuera, me olvidaba de lo intimidante que era, pero lo recordaba en cuanto volvía. Tom nunca me dejaba cambiar nada. La historia familiar y todas esas cosas.

—Puedo entenderlo.

—Sí, claro, ____________, pero tú también entiendes su afición por las vasijas de barro. Si ésta fuera tu casa, sin duda serías como Tom, y te negarías a redecorar nada.

A ___________ se le cortó la respiración al sentir cómo una oleada de anhelo la inundaba ante el inocente comentario, pero la apartó de golpe. Aquélla no era su casa. Ella no tenía casa.

—Hay una cosa que sí cambiaría —contestó, obligándose a sonar relajada—. Quitaría esas horribles gárgolas de la escalera principal y las tiraría a la basura.

—Son horribles. Cuando era pequeña me causaban pesadillas. Quizá cuando Tom se case, su duquesa las tire para que sus niños no tengan miedo.

A ___________ se le representó la imagen de Tom con su duquesa y sus niños pero la apartó de su mente, levantando la barbilla para disimular su expresión.

—¿Y a ti te gustaría casarte? —preguntó Viola, interrumpiendo sus pensamientos.

—Yo… —respiró hondo y se agachó debajo de la mesa para sumergir otra vez el pincel en el agua—, nunca lo he pensado —contestó, a la vez que se incorporaba. Reanudó su trabajo y no miró a la mujer que tenía enfrente—. No es probable que ocurra nunca.

—¿Por qué dices eso?

—Soy consciente de que soy una mujer corriente, y ya un poco mayor a mis veinticuatro años. Tengo pocas oportunidades de conocer gente nueva. Y si me casara, sería sólo por un gran, profundo y duradero amor. Así que ya lo ves —añadió, levantando la vista y sonriendo levemente—, lo tengo absolutamente todo en contra.

Viola no contestó, pero __________ podía notar cómo su nueva amiga la miraba mientras ella centraba de nuevo la atención en su trabajo. Pasados unos minutos, Viola rompió el silencio.

—Es una pena que no hayas estado en Londres.

__________ levantó la vista sorprendida por el cambio de tema.

—Me gustaría, quizá vaya algún día. ¿Vives allí con tu esposo?

—Depende de la época del año —contestó Viola—. Yo paso el otoño y el invierno en Enderby, nuestra finca en Chiswick, a las afueras de Londres. Mientras, Hammond está en Hammond Park, en Northumberland. En primavera, alquilamos una casa en la ciudad, donde pasamos juntos la temporada social. En verano, yo voy a Brighton y Hammond regresa a Northumberland. Es un arreglo que nos conviene a ambos, ya que sólo nos exige pasar juntos unos pocos meses al año. Lo suficiente para mantener las apariencias.

__________ estaba sorprendida, pero lo disimuló. Sentía compasión por su nueva amiga.

—Ya veo —murmuró.

—Yo mantengo Enderby muy animado en invierno —continuó Viola con cierto tono de amargura—. Celebro fiestas constantemente a las que asiste mucha gente, no me gusta estar sola. —Se interrumpió y rió entrecortadamente—. Mírame, aquí compadeciéndome. Debería avergonzarme. Mi única excusa es que eres una gran oyente, ___________.

—No tienes que avergonzarte de sentirte sola —dijo __________ amablemente—. Yo también sé lo que es estar sola. Gran parte de mi vida la he pasado en desiertos, lejos de cualquier sitio; lugares en los que yo era la única mujer inglesa en kilómetros a la redonda. Papá y yo estuvimos un invierno en Roma, y, mientras él pasaba el tiempo con otros académicos y restauradores, yo vagaba por bibliotecas y museos, leyendo todo lo que podía encontrar sobre Inglaterra. Historia, política, sociedad, costumbres. Me encantaría poder conocer Londres algún día.

—Oh, ___________, ¡me gustaría tanto ser yo quien te la enseñara! Es una ciudad tan excitante… Me encantaría que pudieras venir conmigo cuando me vaya a Enderby. Serías muy buena compañía, y Chiswick está a sólo una hora de camino de Londres. Si estuvieras allí durante la temporada, podrías venir con nosotros a la ciudad, y te presentaría en sociedad. Incluso podríamos encontrar a la familia de tu madre.

—Eso es imposible —contestó ___________. Tom estaba allí, y ella no podía imaginarse abandonando Tremore Hall en un futuro próximo—. Aún tengo mucho que hacer.

—El museo de Tom abrirá en marzo. ¿No podrías venir entonces?

—No. Aunque el museo esté abierto, tendré que continuar trabajando en la excavación. Dudo que esté completamente acabada antes de cinco años.

—Lo entiendo, pero es una auténtica pena. —De repente, Viola suspiró contrariada—. Oh, Dios, tengo que volver. Si mi hermano descubre que me he escapado de su excavación se disgustará conmigo. Él siempre trata de que me interese por cosas intelectuales.

Viola se dirigió a la puerta, pero de camino se volvió y la miró una vez más.

—Otra cosa, ___________: tú sabes que la belleza no significa nada.

____________ vio cómo su nueva amiga desaparecía en el pasillo, y sonrió un poco forzadamente.

—Las mujeres guapas siempre dicen eso —murmuró hacia la puerta vacía.
 
CHICAS... aqui con un nuevo capi.. ahiii yo creo que el lunes les subo el capí donde  Tom dice algo de TN... que a nadie le agradara...... pero se tendran que aguantar jajaj
espero les guste el capi.
 
Cuidence
Bye =)