"CAPITULO 42"
A pesar de sus
afirmaciones, ___________ no había olvidado la noche que pasaron juntos, ni a
él, y no podía creer que él así lo pensara. Esos momentos estaban grabados para
siempre en su mente. Los recuerdos de cómo la había besado, de cómo le había
hecho el amor, la gloriosa sensación de sus manos, de su boca. El acto en sí
mismo, el placer y el deseo que sintió, los recordaba a todas horas. Ella nunca
podría olvidarle. Además, en las dos semanas que siguieron al baile en las
Haydon Rooms él no se lo permitió.
Al día siguiente de
bailar juntos, él le mandó doce ramos variados de tulipanes y romero para
decirle que admiraba sus preciosos ojos y que se acordaba de la primera vez que
se lo había dicho. Cada ramo iba en un hermoso jarrón de cristal con un lazo
del que colgaba una pequeña horquilla de oro para el pelo. _________ tocó uno
de esos bellos adornos recordando exactamente lo que él quería que recordara;
el día en que la había peinado.
«El cabello de una
mujer puede convertirse en una obsesión para un hombre.»
¿Se estaría él
imaginando cómo quedaría su pelo encima de su almohada?
Esa noche había
sido cuando él le confesó que tenía miedo del amor, y que temía enamorarse.
El regalo era tan
exagerado y tan caro que lo apropiado seria devolverlo todo: flores, jarrones y
horquillas del pelo. Al final, se quedó con las flores y le devolvió el resto,
con una nota en la que le recordaba que no podía aceptar regalos, y mucho menos
tan caros, porque si lo hacía todo el mundo pensaría que estaban prometidos, y
no era así.
Unos días más
tarde, doce ramos de dicanias proclamaban la pasión que sentía por ella y le
recordaban su picnic, en el que ella le describió las colinas de Creta. Pero
esta vez, sólo estaban atados con unos lazos de seda, no había ni jarrones ni
horquillas para el pelo.
Al cabo de unos
días, llegaron doce ramos más. Éstos de flores de melocotón.
«Me tienes
cautivo», leyó Elizabeth en el libro que sostenía entre las manos, y se acercó
al ramo que ___________ tenía en su habitación para poder olerlas mejor.
—También significan
«estoy a tu disposición». —Con un suspiro, se apartó del ramo y se tumbó en la
cama de _________—. Yo me enamoraría de un hombre que me dijera esas cosas.
—Está diciendo
tonterías —contestó __________ mientras se escurría el pelo mojado y hacía que
el agua cayera encima de las flores que había sobre su mesa—. «Estoy a tu
disposición» —repitió, y se cubrió el pelo con una toalla—. Como si Tom pudiera
pensar algo tan ridículo.
Se dio la vuelta y
al ver el nuevo ramo de flores se acordó de la noche en que negociaron sobre
las gafas. Se cubrió la boca con las manos.
«No se da cuenta
del poder que tiene sobre mí.»
Al recordar esa
noche, la invadió de nuevo el deseo, aquella cálida sensación que se apoderaba
de todo su cuerpo cuando él la acariciaba.
—Pero ¿eso no te
ablanda el corazón? ¿Ni siquiera un poquito? —preguntó Elizabeth.
___________ negó
con la cabeza y miró preocupada a su amiga.
—No lo dice en
serio.
—¿No crees que sea
sincero?
—¡No lo sé!
—contestó exasperada—. No hablemos más del tema.
Elizabeth no volvió
a mencionar el asunto y el resto de la familia Fitzhugh guardó también un
respetuoso silencio, pero cuando llegaron doce limoneros indicando la
inconfundible intención que tenía el duque de casarse con ella, sir Edward
preguntó divertido si aquellas demostraciones de afecto seguirían así hasta
Navidad. Porque si ésa era la intención del duque, ya temía que fueran a
recibir doce abetos.
Además de las
flores que ___________ recibía, a la mansión llegaban cada día cientos de
cartas e invitaciones. Tanta gente acudía de visita a Russell Square que el
pequeño saloncito a menudo no podía acomodarlos a todos. Las visitas hablaban
delicadamente sobre bodas o compromisos, pero nadie era nunca tan atrevido como
para preguntar directamente por los rumores que circulaban sobre ella. No se
había anunciado ningún compromiso, pero todo el mundo interpretaba el silencio
de ___________ como una señal de que quería ser discreta, y nadie creía que
pudiera ser cierto que le había rechazado.
El barón los
visitaba a menudo durante la semana, a veces se quedaba a charlar y otras la
invitaba a dar un paseo para así poder conocerse mejor. __________ no sabía si
lo hacía porque de verdad sentía cierto cariño por ella o si lo único que
quería era parecer un abuelo atento. En cualquier caso, Durand estaba
convencido de que, a pesar de sus negativas, _________ sería pronto la esposa
de un duque.
Esa convicción se
veía reforzada por las páginas de sociedad de los periódicos de Londres, ya que
todos daban por hecho que ella aceptaría la proposición de Tom. El decoro le
impedía desmentirlos públicamente, así que la única opción que le quedaba era
esperar que se cansaran de hablar de eso.
En cualquier caso,
durante la segunda semana de su inusual cortejo, las especulaciones no sólo no
cesaron, sino que aumentaron considerablemente. Todo el mundo se enteró de lo
de los doce limoneros y de que Tom estaba usando el libro de Charlotte de la
Tour como guía. Al cabo de unos días, todas las librerías de Londres se
llenaron de ejemplares, y mucha gente iba a pasear por Russell Square con la
esperanza de ver llegar a casa de sir Edward Fitzhugh el nuevo ramo de flores
que el duque le mandaba a la señorita Wade.
Había un gran foro
de discusión sobre los orígenes de __________, que eran muy inferiores a los
del duque. También se habló de la fuga de sus padres y del intento del barón de
ocultarlo diciendo que su hija se había ido a estudiar a Italia. Una o dos
personas se atrevieron a insinuar que sus padres no se habían casado, pero esos
rumores se acallaron enseguida.
Empezaron a
circular las más increíbles historias sobre su vida en África, y de cómo había
llegado a trabajar para el duque, restaurando antigüedades y haciendo los
dibujos para su museo.
Se comentó su
belleza demasiado común, su falta de dote, y su falta de influencias. Todo con
la intención de señalar lo inadecuada que era como duquesa y sugiriendo que
quizá el duque Tom de Tremore no estaba acertando en su elección.
__________ hacía
todo lo posible por ignorar las cosas horribles que decían sobre ella, pero no
soportaba que la observaran constantemente. No podía ir a ningún sitio sin ser
estudiada y analizada. Empezaba a entender lo que Tom le había dicho respecto a
lo pesada que podía ser su vida.
CHICAS... aqui esta un nuevo capi.. y sorry por no publicar ayer.. pero es que el estudio la verdad no me deja tiempo.. y como saben tambien trabajo y llego muy tarde a mi casa... y no tengo tiempo la verdad para pensar en otras cosas... esperon entiendan ^^..
Las Quiero
Bye =)
Yaa (tn) acepta de una vez!!
ResponderEliminarSoii me desesperooo . ..Esta hermosa la fic.
Siguelaaa :D bye cuidate