"CAPITULO 43"
Pero él seguía
echando leña al fuego. El día de la partida de cartas en casa de los Fitzhugh
otro arreglo floral llegó a Russell Square.
—¡Es imposible!
—dijo __________ mirando cómo dos hombres entraban un enorme ramo de flores con
todos los colores del arco iris.
Lady Fitzhugh tuvo
que despejar toda una esquina de la habitación para hacer sitio al enorme ramo
que, como mínimo, medía un metro de ancho por un metro y medio de alto, y no
cabía en el pequeño vestíbulo. Cuando hubieron acabado de instalarlo, los dos
hombres que lo habían entregado se fueron. Elizabeth y Anne examinaron
entusiasmadas las flores y ___________ miró exasperada a lady Fitzhugh.
—¿Qué voy a hacer?
—preguntó desesperada—. No acepta un no como respuesta.
—¿Vas a rechazarle?
—se sorprendió Anne—. Oh, _________, ¿cómo puedes ser tan insensible?
La acusación le
dolió, y Elizabeth debió de darse cuenta, porque salió en su defensa.
—Si no le ama no
tiene por qué casarse con él.
—¿No le amas?
—preguntó Anne incrédula—. ¿Por qué no?
—Anne, ya es
suficiente —dijo lady Fitzhugh—. Los sentimientos de __________ no son asunto
nuestro. Ahora, niñas, creo que es hora de que nos vayamos a casa de lady
Atherton. Son casi las tres. Dejemos a _________ en paz un ratito, Dios sabe
que le conviene.
Ella miró
agradecida a lady Fitzhugh mientras la mujer se llevaba a sus hijas de la sala,
dejando a __________ a solas con su nuevo ramo. Lo miró durante mucho rato.
A pesar de que las
docenas de flores y plantas que tenía delante hablaban de pasión, de honor, del
deseo que tenía de protegerla, de cuidarla, __________ no pudo evitar darse
cuenta de que no había ninguna flor en todo ese enorme ramo que fuera una
declaración de amor.
No importaba
demasiado. El propio Tom le había dicho que lo que sentía por ella era una
locura temporal, y aunque hubiera habido una rosa o un ramillete de nomeolvides
escondido en algún lugar de aquel exagerado ramo, no se convencería de que él
sintiera por ella algo permanente y duradero. No había ninguna flor, ningún
regalo que pudiera convencer a su corazón.
Tom había sabido
desde el principio que no había manera de cortejar a __________ sin alimentar
los chismes. Pero no estaba preparado para la rabia que sentía cada vez que leía
algo sobre ella en los periódicos. Después de su baile en las Haydon Rooms no
había vuelto a visitarla a Russell Square con la esperanza de acallar así las
habladurías.
Como no podía ir
allí, se pasaba mucho tiempo en su club. Una noche, al cabo de una semana del
famoso baile, fue a Brook's, y se encontró allí con Dylan, que ya se había
bebido más de media botella de licor.
Tom aceptó la
invitación de Dylan de acompañarle y se sentó. Se recostó en su silla y observó
la cara cansada y los ojos enrojecidos de su amigo.
—Siempre que te veo
así me alegro de no tener tu temperamento artístico —le comentó.
—Al parecer yo
tampoco lo tengo. —dijo Dylan preocupado—. No soy capaz de escribir más de dos
notas seguidas, de modo que he decidido sucumbir a los excesos del alcohol.
—Señaló la botella—. ¿Quieres acompañarme? Por lo que he oído, tú también
necesitas un trago.
Tom no admitió
nada. En vez de eso, se limitó a pedir un vaso y, cuando se lo trajeron, se
sirvió ignorando la mirada burlona de su amigo.
—He oído que los
floristas de Londres están muy ocupados.
Tom bebió en
silencio.
—Tal vez debería
empezar a mandar flores a las damas. Eso sería algo nuevo para mí. ¿Con qué
flor le pides a una mujer que se acueste contigo?
Tom se rió
quedamente.
—Te has acostado con
tantas que no sé si eres capaz de acordarte de todas.
—No es verdad
—corrigió Dylan—. Aún no me he acostado con la tuya, a pesar de lo mucho que me
gustaría hacerlo.
Tom se tensó y
apretó el vaso en su mano, pero no dijo nada.
Dylan se recostó en
su silla y levantó las cejas buscando el enfrentamiento.
—Las notas de
sociedad no dejan de decir que no es atractiva, ¿sabes? Dicen que tiene la piel
demasiado tostada por el sol para lo que se lleva, que sus mejillas son
demasiado redondas y que su pelo es de un color marrón de lo más común. Seguro
que para ti es de color miel.
Tom no estaba de
humor para aguantar las burlas de Dylan.
—¿Estás tratando de
provocarme?
—Confieso que sí.
Por una vez, me gustaría verte sin esa máscara de control ducal. ¿Sabes que en
todos los años que hace que te conozco nunca te he visto perder el control? Ni
una sola vez. Pero dejemos a un lado tu carácter por hoy y centrémonos en los
encantos de la señorita Wade. —Bebió un poco más—. Dicen que no ve bien y que
tiene que llevar gafas casi todo el tiempo. Todas las mujeres de Londres se
preguntan cómo alguien tan insignificante puede haber conquistado tu corazón,
pero yo creo que hay muchos hombres que estarán de acuerdo conmigo en esto…
Mira, aquí está lo que quiero enseñarte.
Tom cogió la copia
de The Times que había encima de la mesa y volvió a doblarlo por las
páginas de política.
—Tiene una figura
sensual —continuó Dylan pese al gesto de Tom—. Me di cuenta de eso enseguida,
yo siempre me fijo en las cosas importantes. A ver, los periódicos quizá tienen
razón al decir que su cara es común, pero es bastante bonita si la miras en
conjunto. Es una cara que no revela sus sentimientos fácilmente, ¿a que no? Te
estuve observando mientras bailabas con ella, y cualquiera diría que a ella no
le importas lo más mínimo. Y sus ojos. Dios, qué color tan maravilloso…
Tom golpeó la mesa
con el periódico.
—No me presiones
más, Moore, esta noche no estoy de humor para aguantar tus satíricos
comentarios.
—Lo que sí es
satírico es verte a ti agonizando de mal de amores. La verdad es que observar
este romance a distancia resulta bastante divertido. ¿Limoneros, Tom? Nadie te
había considerado antes un idiota. La señorita Wade parece no compartir tus
sentimientos. ¿Cómo te sientes? ¿Frustrado? ¿Herido? ¿Enfadado con los dioses
por haberte retirado su favor?
A Tom empezaba a
temblarle el músculo de la barbilla.
—Vete al infierno.
—Ya estoy allí,
amigo mío. —Dylan volvió a llenarse el vaso y lo levantó—. Por el infierno
—dijo, y se bebió todo el licor—. Ahora ya estamos los dos en él.
Se levantó de su
silla y se dispuso a irse, pero antes de hacerlo se inclinó sobre Tom, apoyando
las manos en la mesa.
—Creo que voy a
componer una pieza en honor de la señorita Wade —declaró en voz baja—. «__________,
la de los ojos violeta» o algo por el estilo. ¿Quién sabe? A lo mejor una
sonata tenga éxito allí donde las flores han fracasado…
Una ira como nunca
había sentido antes se apoderó de Tom, y lo siguiente
que vio fue a su mejor amigo tumbado en el suelo con el labio partido. Sintió
un dolor punzante en el puño y notó que varios miembros del club le estaban
sujetando.
Dylan se frotó el
labio con la mano. Se miró los dedos ensangrentados y, sonriendo, se enfrentó a
Tom.
—¿Lo ves, amigo
mío? —murmuró—. La locura nos afecta a todos. Incluso a ti.
CHICAS... aqui un nuevo capi =)... no se que le pasa al maldito Blogg ayer quice poner el capitulo 42 y no me dejaba.. pero la cosa es que igual los subio... xd espero les guste el capi...
Chicas mañana no subire capi.. ya que en mi país es dia feriado.. y descansare.. asi que no pasare por el blogg... pero el lunes le subo un capi...
Las Quiero
Bye =)