Mi Amor Platonico

Mi Amor Platonico
Y el amor roto, cuando vuelve a nacer, crece
más bello que el primero, más fuerte, más grande.


lunes, 25 de marzo de 2013

"CAPITULO 41"




_________ pensaba que la primera vez que asistiera a un baile en Londres se pasaría el rato sentada mirando cómo la gente bailaba, pero le sorprendió ver que se equivocaba, y que le solicitaban bailes en varias ocasiones. Ninguna de sus parejas podía compararse con el hombre que le había enseñado a bailar, pero ella no podía evitar hacerlo.

—¿Cuánto tiempo va a quedarse en Londres, señorita Wade? —le preguntó sir William Laverton mientras participaban en una cuadrilla—. ¿Ha visitado ya algún museo?

—Sí, claro —respondió ella intentando concentrarse en su pareja y no en la puerta de las Haydon Rooms. Una planta helada simbolizaba el rechazo de unos avances, pero no sabía si Tom iba a aceptar su respuesta. Temía que apareciera por allí en cualquier momento.

—Siendo hija de quien es, seguro que encontrará fascinantes los museos de Londres. —Sir William continuaba hablando, y ella volvió a intentar concentrarse en lo que decía tratando de no bostezar. Su pareja era bastante agradable, pero no la motivaba en absoluto. Era el tipo de hombre que no le partiría el corazón con sólo mirarla, y que era incapaz de llegar a su alma con sólo tocarla. Debería alegrarse de ello.

La música se paró de golpe, y todo el mundo dejó de bailar. Su pareja tenía la mirada fija en algún punto por encima de su hombro y __________ se dio la vuelta. A pesar de no llevar las gafas, no las necesitó para saber quién acababa de entrar.

Todos los murmullos se fueron acallando y la habitación quedó en completo silencio. Incluso aquellos que no lo conocían podían distinguir que se trataba de un miembro de la nobleza. La gente empezó a inclinarse y a hacer reverencias delante de él como sauces meciéndose al viento.

Aunque aún no podía verlo bien, __________, notaba que él la estaba mirando. Distinguía lo bastante como para darse cuenta de que había empezado a caminar hacia ella, pero que se había detenido de repente.

Otro hombre seguía a Tom y se paró a su lado. Un hombre vestido todo de negro a excepción de la camisa blanca. Había tal silencio que todo el mundo pudo oír lo que decía.

—En serio, Tom —se quejó—, basta con que tú llegues para que se acabe la diversión. —Con un gesto de aburrimiento continuó—. Están todos parados. Vamos, haz eso que hacen los duques y diles que pueden continuar. Si no lo haces, no vamos a poder bailar con ninguna de las damas aquí presentes.

—Eso sería una pena —contestó Tom, y ella notó cómo él seguía mirándola—. Me he aficionado mucho a bailar últimamente.

Él dejó de mirarla un instante para saludar a la gente allí reunida.

—Pueden continuar.

La música volvió a sonar y su acompañante siguió bailando con ella.

—El duque Tom de Tremore —dijo sir William en uno de sus encuentros—. Nuestra pequeña reunión no puede tener ningún interés para él. Me pregunto qué hace aquí.

—No me lo puedo ni imaginar —mintió ella cuando volvieron a separarse.

__________ siguió bailando con sir William, y se mantuvo todo el rato concentrada en los pasos, pero cuando la música finalizó, vio que Tom y su amigo estaban con los Fitzhugh. No podía escapar de él.

—Señorita Wade —dijo él al saludarla—, es un placer volver a verla. Permítame que le presente a este caballero. —Señaló al hombre que estaba a su lado—. Éste es Dylan Moore, mi más querido y viejo amigo. Moore, ella es la señorita Wade. Quizá haya oído a hablar de Dylan, señorita Wade, es uno de los mejores compositores de Inglaterra.

—Exageras mi talento, Kaulitz. —El hombre de negro le hizo una reverencia—. Tengo entendido que es una gran viajera, y que ha estado en un montón de lugares exóticos, señorita Wade. Sir Tom me ha contado sus aventuras en el desierto con su famoso padre. ¿De verdad ha montado en camello?

—Muchas veces —contestó ella evitando mirar a Tom—. Pero no hay nada exótico en ello. Un día a camello, y uno es dolorosamente consciente de todos los músculos que tiene en el cuerpo. Es tan poco romántico como que te arranquen un diente.

Todo el mundo se rió, incluso Tom, pero cuando los músicos volvieron a tocar, su expresión se volvió seria.

—Me encantaría saber más sobre camellos, señorita Wade. Si no tiene otro compromiso, ¿me concedería el honor de bailar conmigo? —dijo Tom.

—Yo no creo… —se interrumpió, consciente de que todo el mundo la estaba mirando, y supo que no podía decir que no. Si le rechazaba lo ofendería públicamente ante toda aquella gente.

»Por supuesto, señor —murmuró ella mientras él le ofrecía el brazo—. Será un honor.

__________ se cogió de él y le permitió guiarla hasta la pista de baile. Sentía cómo todo el mundo los miraba mientras Tom le pasaba la mano por la cintura y levantaba la otra. Estaba segura de que tropezaría, así que miró al suelo.

—Mírame a mí, __________. No al suelo.

Ella se decantó por un punto intermedio. Fijó la vista en su corbata e intentó no pensar en que todo el mundo los estaba mirando. Pero su miedo a hacer el ridículo desapareció cuando empezaron a sonar las primeras notas del vals, pues su cuerpo se acordaba de todas las veces que habían bailado juntos, y le siguió con soltura.

—Me alegra tener finalmente la oportunidad de verte con el vestido rosa —dijo él cuando empezaron a bailar—. Me acuerdo de lo contenta que estabas el día que te lo compraste.

Sorprendida, __________ lo miró directamente a los ojos.

—¿Te acuerdas de eso?

—Claro. —Había algo en sus ojos, algo intenso y apasionado—. Me acuerdo de todo.

Ella podía sentir cómo temblaba por dentro. Tenía miedo. Tenía miedo de ser su pasión de hoy pero no la de mañana, miedo de lo mucho que le dolería si volvía a confiar en él y se equivocaba.

—Estás preciosa —dijo él—, el rosa te sienta muy bien.

—No hagas eso —le ordenó con la voz controlada—. No me halagues, por favor.

—Muy bien. Cambiaré de tema y te diré lo mucho que me ha gustado tu regalo. Lo he recibido hace un rato, y debo confesarte que nunca en mi vida me había sentido tan aliviado al recibir algo.

Él ni siquiera parpadeó cuando ella lo miró escéptica, ni cuando suspiró como si no le creyera.

—Te digo la verdad, has sido muy cruel teniéndome en ascuas durante tres días. Estaba empezando a perder la esperanza de recibir respuesta alguna.

—No era mi intención causarte tal inquietud —comentó ella—. Esa cosa tenía que estar tres días en hielo para que estuviera totalmente muerta.

Él soltó una carcajada y ella vio cómo un montón de gente se volvía a mirarles.

—Shhh —le riñó—. La gente nos está mirando.

—Ya lo sé —dijo él sonriendo—. Las palabras no pueden expresar lo feliz que me hizo recibir esa planta muerta y congelada. Es una señal de lo mucho que te importo.

—¿Feliz? —le atacó ella—. Me siento decepcionada. Esperaba que tus sentimientos tomaran otra dirección, más hacia la tragedia que hacia la alegría.

—Ni mucho menos. Quizá cuando mañana recibas mi respuesta sabrás que vivo pendiente de lograr tu atención y tus favores.

—¡Oh, para ya, Tom! No me gustas cuando te comportas así.

—¿Así, cómo?

—Todos esos cumplidos y este despliegue de sentimientos. Apesta a insinceridad, y eso no es propio de ti.

—Ya te dije que cuando doy mi opinión soy siempre honesto. No lo habría dicho si no fuera cierto. Pero no te culpo por no creerte mis cumplidos —añadió antes de que ella pudiera responder—. Después de todo, no he sido muy buen pretendiente, hablando de obligaciones, del honor y del deber cuando debería haber hablado de la pasión, del romance o de lo bonitos que son tus ojos.

—¡Calla ya! Me estás haciendo enfadar.

—¿Tú, __________? ¿La mujer que me tiró una espátula a la cabeza? No puedo creérmelo.

—No te la tiré a propósito —le recordó—. Si lo hubiera hecho, te habría dado.

—No tengo ninguna duda.

Ella volvió a bajar la vista hasta su corbata, apretó los labios y no dijo nada más.

—¿Por qué estás enfadada conmigo, __________?

Ella no estaba enfadada. Intentaba endurecerse frente a él, pero la dulzura de su voz la estaba poniendo nerviosa. Lo miró a los ojos, apartó la mirada y volvió a mirarle.

—Fuiste a ver al barón y le dijiste que íbamos a casarnos. ¿Cómo pudiste decir tal cosa si te rechacé claramente?

—Sí, fui a ver a Durand. Y no, no le dije que fuéramos a casarnos. Como él es tu pariente más cercano, le dije que tenía intención de casarme contigo, y le pedí permiso para cortejarte honorablemente. Eso es todo.

—Sabías desde el principio que él aceptaría encantado tu solicitud.

—Sí, claro —admitió el tratando de no sonreír—. Pero ya te confesé hace tiempo cómo aborrezco que me digan que no. Esperaba que en algún momento decidieras pasar por alto mis defectos y que aceptaras casarte conmigo.

—Yo no quiero casarme contigo, ya te lo he dicho. ¿Por qué no puedes aceptarlo?

—Porque no puedo dejar de pensar en ti. En nuestros bailes, en nuestras conversaciones y en la primera vez que te oí reír. No puedo dejar de pensar en nosotros dos, en esa noche en la antika —dijo él con una voz entrecortada que le llegó al corazón—. Me acuerdo de cómo tu piel estaba fría al principio, de cómo sentía que se calentaba a medida que te acariciaba. Me acuerdo de lo preciosa que estabas con la luz de la luna reflejándose en ti mientras yo te acariciaba los pechos.

—Por favor. —Se estaba sonrojando delante de toda aquella gente.

—Me acuerdo de cómo repetías mi nombre una y otra vez mientras te tocaba, y de cuánto me gustó oírtelo pronunciar, me acuerdo de cómo llenaste todos mis sentidos hasta que ya no podía ni pensar.

Ella se tragó un sollozo de pena y de furia.

—Eres cruel, Tom —le susurró enfadada—. Es cruel decirme todas esas cosas cuando ambos sabemos que lo único que te importa es la determinación de salirte con la tuya.

—Ambos hicimos algo que odiamos hacer, __________. Ambos perdimos el control. Yo acepté toda la responsabilidad porque yo sabía lo que estaba haciendo y no fui capaz de detenerme. ¿Y dices que yo soy cruel? Tú ni siquiera me permites reparar el daño que he hecho. Si estoy decidido es sólo porque quiero cuidar de ti. Eres tú quien está siendo cruel, _________, al negarme eso.

El baile acabó y la música se detuvo. Mientras la acompañaba junto a los Fitzhugh, él desafió todas las miradas y le susurró directamente al oído.

—Me acuerdo de todo, y no me creo que tú lo hayas olvidado. Y si lo has hecho, haré que lo recuerdes. Juro por mi vida que lo haré.


CHICAS.... aqui esta el capi.. y lo alcance a poner.. ya que en poco me voy del trabajo al instituto a estudiar .-. ahii definitivamente es estresante.. pero lo bueno.. es que no se me ha olvidado poner capi.. la verdad es que casi no lo subo hoy.. porque no he tenido tiempo... pero espero les guste...

Las Quiero
Bye =)

3 comentarios:

  1. dios y ahora que piensa hacer Tom O.O
    hay tambien ya quiero saber su respuesta :3
    shiii me encanto...

    Tamitha sigue pronto por favor

    bye cuidate :D

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  2. hola! estubo genial el capitulo .. que hara tom .. jeje bueno cuidate y que estes bien chaito :D

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  3. Aewww muerooo!! Vamos (tn) cuanto mas haras sufrir a Tom? Me encantaaa la fic .. Esta hermosaaa..

    Bye cuidate :D

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