"CAPITULO 41"
_________ pensaba
que la primera vez que asistiera a un baile en Londres se pasaría el rato
sentada mirando cómo la gente bailaba, pero le sorprendió ver que se
equivocaba, y que le solicitaban bailes en varias ocasiones. Ninguna de sus
parejas podía compararse con el hombre que le había enseñado a bailar, pero
ella no podía evitar hacerlo.
—¿Cuánto tiempo va
a quedarse en Londres, señorita Wade? —le preguntó sir William Laverton
mientras participaban en una cuadrilla—. ¿Ha visitado ya algún museo?
—Sí, claro
—respondió ella intentando concentrarse en su pareja y no en la puerta de las
Haydon Rooms. Una planta helada simbolizaba el rechazo de unos avances, pero no
sabía si Tom iba a aceptar su respuesta. Temía que apareciera por allí en
cualquier momento.
—Siendo hija de
quien es, seguro que encontrará fascinantes los museos de Londres. —Sir William
continuaba hablando, y ella volvió a intentar concentrarse en lo que decía
tratando de no bostezar. Su pareja era bastante agradable, pero no la motivaba
en absoluto. Era el tipo de hombre que no le partiría el corazón con sólo
mirarla, y que era incapaz de llegar a su alma con sólo tocarla. Debería
alegrarse de ello.
La música se paró
de golpe, y todo el mundo dejó de bailar. Su pareja tenía la mirada fija en
algún punto por encima de su hombro y __________ se dio la vuelta. A pesar de
no llevar las gafas, no las necesitó para saber quién acababa de entrar.
Todos los murmullos
se fueron acallando y la habitación quedó en completo silencio. Incluso
aquellos que no lo conocían podían distinguir que se trataba de un miembro de
la nobleza. La gente empezó a inclinarse y a hacer reverencias delante de él
como sauces meciéndose al viento.
Aunque aún no podía
verlo bien, __________, notaba que él la estaba mirando. Distinguía lo bastante
como para darse cuenta de que había empezado a caminar hacia ella, pero que se
había detenido de repente.
Otro hombre seguía
a Tom y se paró a su lado. Un hombre vestido todo de negro a excepción de la
camisa blanca. Había tal silencio que todo el mundo pudo oír lo que decía.
—En serio, Tom —se
quejó—, basta con que tú llegues para que se acabe la diversión. —Con un gesto
de aburrimiento continuó—. Están todos parados. Vamos, haz eso que hacen los
duques y diles que pueden continuar. Si no lo haces, no vamos a poder bailar
con ninguna de las damas aquí presentes.
—Eso sería una pena
—contestó Tom, y ella notó cómo él seguía mirándola—. Me he aficionado mucho a
bailar últimamente.
Él dejó de mirarla
un instante para saludar a la gente allí reunida.
—Pueden continuar.
La música volvió a
sonar y su acompañante siguió bailando con ella.
—El duque Tom de
Tremore —dijo sir William en uno de sus encuentros—. Nuestra pequeña reunión no
puede tener ningún interés para él. Me pregunto qué hace aquí.
—No me lo puedo ni
imaginar —mintió ella cuando volvieron a separarse.
__________ siguió
bailando con sir William, y se mantuvo todo el rato concentrada en los pasos,
pero cuando la música finalizó, vio que Tom y su amigo estaban con los
Fitzhugh. No podía escapar de él.
—Señorita Wade
—dijo él al saludarla—, es un placer volver a verla. Permítame que le presente
a este caballero. —Señaló al hombre que estaba a su lado—. Éste es Dylan Moore,
mi más querido y viejo amigo. Moore, ella es la señorita Wade. Quizá haya oído
a hablar de Dylan, señorita Wade, es uno de los mejores compositores de
Inglaterra.
—Exageras mi talento, Kaulitz. —El hombre de negro le hizo una
reverencia—. Tengo entendido que es una gran viajera, y
que ha estado en un montón de lugares exóticos, señorita Wade. Sir Tom me ha
contado sus aventuras en el desierto con su famoso padre. ¿De verdad ha montado
en camello?
—Muchas veces
—contestó ella evitando mirar a Tom—. Pero no hay nada exótico en ello. Un día
a camello, y uno es dolorosamente consciente de todos los músculos que tiene en
el cuerpo. Es tan poco romántico como que te arranquen un diente.
Todo el mundo se
rió, incluso Tom, pero cuando los músicos volvieron a tocar, su expresión se
volvió seria.
—Me encantaría
saber más sobre camellos, señorita Wade. Si no tiene otro compromiso, ¿me
concedería el honor de bailar conmigo? —dijo Tom.
—Yo no creo… —se
interrumpió, consciente de que todo el mundo la estaba mirando, y supo que no
podía decir que no. Si le rechazaba lo ofendería públicamente ante toda aquella
gente.
»Por supuesto,
señor —murmuró ella mientras él le ofrecía el brazo—. Será un honor.
__________ se cogió
de él y le permitió guiarla hasta la pista de baile. Sentía cómo todo el mundo
los miraba mientras Tom le pasaba la mano por la cintura y levantaba la otra.
Estaba segura de que tropezaría, así que miró al suelo.
—Mírame a mí,
__________. No al suelo.
Ella se decantó por
un punto intermedio. Fijó la vista en su corbata e intentó no pensar en que
todo el mundo los estaba mirando. Pero su miedo a hacer el ridículo desapareció
cuando empezaron a sonar las primeras notas del vals, pues su cuerpo se
acordaba de todas las veces que habían bailado juntos, y le siguió con soltura.
—Me alegra tener
finalmente la oportunidad de verte con el vestido rosa —dijo él cuando
empezaron a bailar—. Me acuerdo de lo contenta que estabas el día que te lo
compraste.
Sorprendida,
__________ lo miró directamente a los ojos.
—¿Te acuerdas de
eso?
—Claro. —Había algo
en sus ojos, algo intenso y apasionado—. Me acuerdo de todo.
Ella podía sentir
cómo temblaba por dentro. Tenía miedo. Tenía miedo de ser su pasión de hoy pero
no la de mañana, miedo de lo mucho que le dolería si volvía a confiar en él y
se equivocaba.
—Estás preciosa —dijo
él—, el rosa te sienta muy bien.
—No hagas eso —le
ordenó con la voz controlada—. No me halagues, por favor.
—Muy bien. Cambiaré
de tema y te diré lo mucho que me ha gustado tu regalo. Lo he recibido hace un
rato, y debo confesarte que nunca en mi vida me había sentido tan aliviado al
recibir algo.
Él ni siquiera
parpadeó cuando ella lo miró escéptica, ni cuando suspiró como si no le
creyera.
—Te digo la verdad,
has sido muy cruel teniéndome en ascuas durante tres días. Estaba empezando a
perder la esperanza de recibir respuesta alguna.
—No era mi
intención causarte tal inquietud —comentó ella—. Esa cosa tenía que estar tres
días en hielo para que estuviera totalmente muerta.
Él soltó una
carcajada y ella vio cómo un montón de gente se volvía a mirarles.
—Shhh —le riñó—. La
gente nos está mirando.
—Ya lo sé —dijo él
sonriendo—. Las palabras no pueden expresar lo feliz que me hizo recibir esa
planta muerta y congelada. Es una señal de lo mucho que te importo.
—¿Feliz? —le atacó
ella—. Me siento decepcionada. Esperaba que tus sentimientos tomaran otra
dirección, más hacia la tragedia que hacia la alegría.
—Ni mucho menos.
Quizá cuando mañana recibas mi respuesta sabrás que vivo pendiente de lograr tu
atención y tus favores.
—¡Oh, para ya, Tom!
No me gustas cuando te comportas así.
—¿Así, cómo?
—Todos esos
cumplidos y este despliegue de sentimientos. Apesta a insinceridad, y eso no es
propio de ti.
—Ya te dije que
cuando doy mi opinión soy siempre honesto. No lo habría dicho si no fuera
cierto. Pero no te culpo por no creerte mis cumplidos —añadió antes de que ella
pudiera responder—. Después de todo, no he sido muy buen pretendiente, hablando
de obligaciones, del honor y del deber cuando debería haber hablado de la
pasión, del romance o de lo bonitos que son tus ojos.
—¡Calla ya! Me
estás haciendo enfadar.
—¿Tú, __________?
¿La mujer que me tiró una espátula a la cabeza? No puedo creérmelo.
—No te la tiré a
propósito —le recordó—. Si lo hubiera hecho, te habría dado.
—No tengo ninguna
duda.
Ella volvió a bajar
la vista hasta su corbata, apretó los labios y no dijo nada más.
—¿Por qué estás
enfadada conmigo, __________?
Ella no estaba
enfadada. Intentaba endurecerse frente a él, pero la dulzura de su voz la
estaba poniendo nerviosa. Lo miró a los ojos, apartó la mirada y volvió a
mirarle.
—Fuiste a ver al
barón y le dijiste que íbamos a casarnos. ¿Cómo pudiste decir tal cosa si te
rechacé claramente?
—Sí, fui a ver a
Durand. Y no, no le dije que fuéramos a casarnos. Como él es tu pariente más
cercano, le dije que tenía intención de casarme contigo, y le pedí permiso para
cortejarte honorablemente. Eso es todo.
—Sabías desde el
principio que él aceptaría encantado tu solicitud.
—Sí, claro —admitió
el tratando de no sonreír—. Pero ya te confesé hace tiempo cómo aborrezco que
me digan que no. Esperaba que en algún momento decidieras pasar por alto mis
defectos y que aceptaras casarte conmigo.
—Yo no quiero
casarme contigo, ya te lo he dicho. ¿Por qué no puedes aceptarlo?
—Porque no puedo
dejar de pensar en ti. En nuestros bailes, en nuestras conversaciones y en la
primera vez que te oí reír. No puedo dejar de pensar en nosotros dos, en esa
noche en la antika —dijo él con una voz entrecortada que le llegó al corazón—.
Me acuerdo de cómo tu piel estaba fría al principio, de cómo sentía que se
calentaba a medida que te acariciaba. Me acuerdo de lo preciosa que estabas con
la luz de la luna reflejándose en ti mientras yo te acariciaba los pechos.
—Por favor. —Se
estaba sonrojando delante de toda aquella gente.
—Me acuerdo de cómo
repetías mi nombre una y otra vez mientras te tocaba, y de cuánto me gustó
oírtelo pronunciar, me acuerdo de cómo llenaste todos mis sentidos hasta que ya
no podía ni pensar.
Ella se tragó un
sollozo de pena y de furia.
—Eres cruel, Tom
—le susurró enfadada—. Es cruel decirme todas esas cosas cuando ambos sabemos
que lo único que te importa es la determinación de salirte con la tuya.
—Ambos hicimos algo
que odiamos hacer, __________. Ambos perdimos el control. Yo acepté toda la
responsabilidad porque yo sabía lo que estaba haciendo y no fui capaz de
detenerme. ¿Y dices que yo soy cruel? Tú ni siquiera me permites reparar el
daño que he hecho. Si estoy decidido es sólo porque quiero cuidar de ti. Eres
tú quien está siendo cruel, _________, al negarme eso.
El baile acabó y la
música se detuvo. Mientras la acompañaba junto a los Fitzhugh, él desafió todas
las miradas y le susurró directamente al oído.
—Me acuerdo de
todo, y no me creo que tú lo hayas olvidado. Y si lo has hecho, haré que lo
recuerdes. Juro por mi vida que lo haré.
CHICAS.... aqui esta el capi.. y lo alcance a poner.. ya que en poco me voy del trabajo al instituto a estudiar .-. ahii definitivamente es estresante.. pero lo bueno.. es que no se me ha olvidado poner capi.. la verdad es que casi no lo subo hoy.. porque no he tenido tiempo... pero espero les guste...
Las Quiero
Bye =)
dios y ahora que piensa hacer Tom O.O
ResponderEliminarhay tambien ya quiero saber su respuesta :3
shiii me encanto...
Tamitha sigue pronto por favor
bye cuidate :D
hola! estubo genial el capitulo .. que hara tom .. jeje bueno cuidate y que estes bien chaito :D
ResponderEliminarAewww muerooo!! Vamos (tn) cuanto mas haras sufrir a Tom? Me encantaaa la fic .. Esta hermosaaa..
ResponderEliminarBye cuidate :D