"CAPITULO 12"
El hombre era
verdaderamente imposible. _________ soltó las piedras que tenía en la mano, que
se esparcieron por encima del estropeado mosaico, y se dio la vuelta para
enfrentarse a él.
—No tengo ninguna
intención de llegar a un acuerdo con usted.
—Escúcheme. Si se
queda, no sólo le triplicaré el salario, sino que también le pagaré una prima.
Ella hizo una mueca
de desprecio.
—Eso no es un
acuerdo. Eso es simplemente que usted cree que puede comprar todo lo que
quiere.
—Normalmente puedo.
Otra característica de los duques, me temo.
El lado prudente y
práctico de ella estaba tentado de preguntar de cuánto era la prima, pero no lo
hizo.
—Pues no puede
comprarme a mí.
—Unas palabras
orgullosas, señorita Wade. ¿Y qué pasará si no encuentra a su familia? ¿Y si no
encuentra a ese marido con quien compartir amor y cariño? ¿Qué ocurrirá
entonces? No puede quedarse con Viola para siempre.
—Entonces buscaré
trabajo. Aprenderé todo lo que pueda de buenas maneras y me convertiré en
institutriz.
—Usted ya tiene un
trabajo, y lo que hace es mucho más interesante que ser institutriz. Le aseguro
que las institutrices ganan mucho menos de lo que yo le pago aquí y su trabajo
es mucho menos gratificante. A usted no le gustaría. Confíe en mí al menos en
esto, señorita Wade.
—Yo no confío en
usted para nada, señoría.
—Porque no le
gusto.
—Exactamente.
Él no parecía
disgustado.
—Entonces, si
quiero que se quede, me veré obligado a gustarle y a ser más digno de su
confianza y de su agrado.
—No pierda el
tiempo. No voy a quedarme. Llegado el caso, buscaría otra excavación en la que
trabajar. Estoy convencida de que su hermana conoce a mucha gente rica con
villas llenas de ruinas romanas. Seguro que a algunos les gustaría excavar esas
ruinas. Parece estar muy de moda en Inglaterra.
—¿Y por qué cree
que la contratarían a usted?
—¿Por qué no?
—respondió ella suavemente—. Usted lo hizo.
—Esto es ridículo
—dijo, ya impaciente—. ¿Por qué va a irse a Londres si lo que quiere lograr
puede conseguirlo desde aquí? Tiene los domingos libres para conocer a gente
nueva. Estoy seguro de que la señora Bennington le presentaría a los habitantes
de por aquí.
—Qué excitante. Y
supongo que en los próximos meses usted haría desfilar ante mí a todos los
caballeros que conoce para que pudiera encontrar marido.
Él ni siquiera
parpadeó.
—Si quiere.
—¡Oh! —exclamó
ella. Ya no podía aguantar más—. ¡Es el hombre más egoísta que he conocido en
toda mi vida! Si cree que voy a aceptar una oferta tan ridícula…
—Le pagaré
quinientas libras.
___________
parpadeó.
—¿Disculpe?
—Quédese hasta que
acaben las excavaciones y le pagaré una prima de quinientas libras.
___________ tomó
aliento.
—Está bromeando. Es
una suma enorme.
—También es una
dote. Muchos nobles están arruinados. Su abuelo, aunque la reconociera, podría
no estar en situación de procurarle una dote, y es lo que yo estoy haciendo.
Ahora que le he ofrecido todo lo que quería, ¿reconsiderará mi oferta y se
quedará?
_________ bajó la
vista y miró las lustrosas botas negras de Tom. Quinientas libras era una
cantidad que nunca había visto en su vida.
¿Qué pasaría si, a
pesar de la influencia de Viola, la familia de su madre se negaba a
reconocerla? ¿Qué pasaría si, Dios no lo quisiera, sus padres no estaban
casados y ella era ilegítima? No conocía lo suficiente a Viola como para
confiar en ella en caso de que una de estas desgracias sucediera. ¿Qué
ocurriría si volvía a encontrarse sola sin nada ni nadie?
Pensó en la oscura
habitación del hotel de Tánger donde había pasado ocho semanas tras la muerte
de su padre. Él casi no había dejado dinero al morir. Ella había vendido sus
libros y su equipo para mantenerse el mayor tiempo posible. Cuando sólo le
quedaban los dinares suficientes como para aguantar otra semana, llegó la carta
del abogado de su abuelo aniquilando cualquier esperanza. __________ no se
había sentido tan asustada en toda su vida. Lo único que le quedaba era un
pequeño baúl con su ropa y los dos pasajes a Inglaterra pagados por el duque de
Tremore.
Nunca antes de esas
semanas se hubiera imaginado lo peligroso que podía ser el mundo para una mujer
sin familia, sin dinero y sin nadie a quien recurrir. Había estado a un paso de
la miseria y no quería volver a sentirse tan en precario nunca más.
Tom esperaba, y
ella podía sentir su mirada mientras intentaba decidirse. Se resentía de la
complacencia con la que le había lanzado a la cara quinientas libras, seguro de
que las aceptaría. Él sabía perfectamente que esa cantidad, aunque para él sólo
fuera calderilla, para ella era una fortuna.
Quizá debería
aceptar. Sería mucho más prudente tragarse su orgullo y decir que sí, que
arriesgarse a un futuro incierto y desconocido.
__________ se
mantuvo firme, se agarró a su orgullo y calibró hasta dónde estaba dispuesta a
llegar. Entonces, levantó la barbilla, miró a Tom directamente a los ojos y
dijo:
—Deje que explique
mi contrapropuesta, señoría. Me quedaré hasta el primero de diciembre, tres
meses en lugar de uno. Durante ese tiempo, restauraré la mayor cantidad de
antigüedades posible y, hasta mi partida, le ayudaré a buscar a una persona
capacitada para sustituirme. A cambio, usted me triplicará el salario, tendré
otro día libre, el jueves sería estupendo, y me pagará la prima de quinientas
libras.
—A ver si lo he
entendido bien: yo le triplico el sueldo, le pago la prima, le doy otro día
libre y a cambio usted sólo se queda tres meses. Está loca.
—Esa cantidad de
dinero no significa nada para usted. Loca o no, es mi única oferta.
—¿Está segura de
que no quiere añadir nada más? ¿No le gustaría tener libres las tardes de los
sábados para poder visitar a sus amigos?
—Ya que lo
pregunta…, sí, hay algo más. Me gustaría que fuera usted menos sarcástico y más
educado. Puede que usted sea duque, pero yo soy la nieta de un barón, la hija
de un caballero y la amiga de una vizcondesa, y por todo ello merezco que me
trate como a una dama y no como a una sirvienta.
Él ladeó la cabeza
y la observó. Dudaba que valiera la pena seguir discutiendo, así que aceptó.
—Está bien. Acepto
sus condiciones y haré todo lo que esté en mi mano por ser más educado con
usted, aunque le advierto una cosa.
—¿Qué?
—Hasta diciembre,
no sólo seré educado, sino que haré todo lo posible para que cambie de opinión
y obligarla a que se quede hasta el final de la excavación.
—No soy su esclava,
y usted no puede obligarme a nada.
—Pues entonces digamos
que la persuadiré. Cuando quiero puedo ser muy persuasivo. —De repente sonrió,
y su sonrisa fue como un sol deslumbrante abriéndose paso entre las nubes—.
Quiero que se quede.
__________ tomó
aliento, su sonrisa le había afectado. Era consciente de que él sólo estaba
siendo amable para lograr lo que quería, pero durante un instante de locura
estuvo tentada de decirle que sí, que se quedaría hasta el final.
—Y yo, señoría
—dijo sin ninguna emoción—, puedo ser muy testaruda.
—Entonces estamos
los dos advertidos —replicó él aún sonriendo. Le hizo una reverencia y salió de
la habitación.
Una vez sola, ___________
recordó cómo le había afectado la sonrisa de Tom la primera vez que lo vio.
Ella le estaba
esperando en la sala anterior al gran salón, apabullada ante tanta opulencia y
sorprendida de que alguien viviera en un sitio como aquél. Tremore Hall no era
una casa, era un palacio.
El ruido de las
inmensas puertas cerrándose tras ella la asustó. El eco de las fuertes pisadas
que se acercaban le hizo revivir el miedo que había sentido al verse sola,
pobre y desesperada. Miles de preguntas cruzaron su mente mientras oía esos
pasos. ¿Qué pasaría si la rechazaba? ¿Y si la echaba? ¿Qué haría si no podía
convencerle de que la contratara?
Entonces él entró
en la habitación y ella se quedó petrificada. Era el hombre más guapo que había
visto en su vida: tenía el pelo negro, los ojos color miel con unas espesísimas
pestañas y unos labios carnosos. Pero esos rasgos de niño travieso quedaban
difuminados ante sus otros atractivos. No había nada infantil en sus marcados
pómulos, ni en su recta nariz, ni tampoco en su implacable mandíbula. ________________
supo en ese mismo instante que era un hombre que sobresalía por encima de los
demás. Si Tremore era un palacio, él era su príncipe.
Era mucho más alto
que _________. Vestía botas de montar, pantalones claros, chaqueta azul de
terciopelo y una inmaculada camisa de lino blanco. Sus anchos hombros
destacaban bajo la ropa y su cuerpo bloqueaba la puerta por completo. No se parecía
a ningún hombre que __________ hubiera visto antes. Ella estaba acostumbrada a
los delgadísimos y envejecidos árabes que trabajaban en las excavaciones. Nada
la había preparado para el duque de Tremore, que rezumaba fuerza, vitalidad y
poder por todos sus poros.
Se acercó a ella y,
con una voz muy suave, dijo:
—Veamos, ¿así que
usted es la hija de sir Henry? ¿Dónde está su padre, señorita Wade?
De algún modo, ___________
logró contarle lo que había pasado, decirle que su padre había muerto y que él
debía, aun así, contratarla. Incluso ahora, no sabía cómo había sido capaz de
decirle nada. Sus ojos la estuvieron estudiando todo el rato y ella llegó a
pensar que la echaría de allí a patadas.
Era evidente que él
dudaba de su palabra, que no confiaba en sus habilidades como restauradora. ¿Y
quién podía culparle? Allí estaba ella, intentando convencerlo de que no
encontraría a nadie mejor que ella para su excavación. Tenía todo el derecho a
mostrarse escéptico.
Pero al final no
sólo no la echó, sino que dijo:
—Está usted
contratada, señorita Wade. —Y le tendió la mano.
Ella la aceptó,
sintiéndose muy aliviada y agradecida de tener la oportunidad de demostrar todo
lo que sabía.
Le miró y entonces
él sonrió, con lo que pasó de ser un frío príncipe a un hombre encantador. Esa
sonrisa la dejó sin habla, casi hizo que se le doblaran las rodillas, le
aceleró el pulso y disparó todas las emociones que ella era capaz de sentir.
Todas, excepto el miedo que durante tantos meses la había atormentado.
El miedo había desaparecido.
Al lado de aquel hombre no había nada que temer, estaba a salvo y volvía a
tener un lugar en el mundo. En ese instante, se enamoró del duque de Tremore.
Por suerte, ahora
era más lista que cinco meses atrás. Lejos habían quedado ya la admiración, la
gratitud y el atontamiento. Todo eso se había apagado, igual que una vela que
se enciende sólo por un instante. Qué tonta había sido.
___________ volvió
a concentrarse en el trabajo. Por muy persuasivo que él pudiera llegar a ser,
ella se iría, ya no podía conquistarla con su sonrisa. Si alguna vez había
tenido algún poder sobre ella, ahora había desaparecido. No había nada que Tom
pudiera hacer para que __________ se quedara pasado el uno de diciembre. Nada
de nada.
CHICAS.... sorry por no haber subido un capitulo ayer.. pero estaba delicada del estomago.. y no pude venir a trabajar... y como tengo el archivo en mi pc del trabajo no lo pude subir desde mi casa jajaja... pero hoy si les subo =) espero les guste el capi ....
Cuidence
Bye =D
Asww q emocion!! Ya estan advertidos hahahah .. Me encantaaa.. Siguelsaa..
ResponderEliminarCuidate espero q ya estes bien :D bye
awwwwwwwwwwwwwwwwwwww que emoción me fascinooooooooo siguela prontooooo besotes cuidate.
ResponderEliminarlas cosas se ponen interesantes... me encanto!
ResponderEliminarespero puedas seguirla pronto y por supuesto espero que te mejores :3
besos
cuidate