Mi Amor Platonico

Mi Amor Platonico
Y el amor roto, cuando vuelve a nacer, crece
más bello que el primero, más fuerte, más grande.


martes, 5 de febrero de 2013

"CAPITULO 12"





El hombre era verdaderamente imposible. _________ soltó las piedras que tenía en la mano, que se esparcieron por encima del estropeado mosaico, y se dio la vuelta para enfrentarse a él.

—No tengo ninguna intención de llegar a un acuerdo con usted.

—Escúcheme. Si se queda, no sólo le triplicaré el salario, sino que también le pagaré una prima.

Ella hizo una mueca de desprecio.

—Eso no es un acuerdo. Eso es simplemente que usted cree que puede comprar todo lo que quiere.

—Normalmente puedo. Otra característica de los duques, me temo.

El lado prudente y práctico de ella estaba tentado de preguntar de cuánto era la prima, pero no lo hizo.

—Pues no puede comprarme a mí.

—Unas palabras orgullosas, señorita Wade. ¿Y qué pasará si no encuentra a su familia? ¿Y si no encuentra a ese marido con quien compartir amor y cariño? ¿Qué ocurrirá entonces? No puede quedarse con Viola para siempre.

—Entonces buscaré trabajo. Aprenderé todo lo que pueda de buenas maneras y me convertiré en institutriz.

—Usted ya tiene un trabajo, y lo que hace es mucho más interesante que ser institutriz. Le aseguro que las institutrices ganan mucho menos de lo que yo le pago aquí y su trabajo es mucho menos gratificante. A usted no le gustaría. Confíe en mí al menos en esto, señorita Wade.

—Yo no confío en usted para nada, señoría.

—Porque no le gusto.

—Exactamente.

Él no parecía disgustado.

—Entonces, si quiero que se quede, me veré obligado a gustarle y a ser más digno de su confianza y de su agrado.

—No pierda el tiempo. No voy a quedarme. Llegado el caso, buscaría otra excavación en la que trabajar. Estoy convencida de que su hermana conoce a mucha gente rica con villas llenas de ruinas romanas. Seguro que a algunos les gustaría excavar esas ruinas. Parece estar muy de moda en Inglaterra.

—¿Y por qué cree que la contratarían a usted?

—¿Por qué no? —respondió ella suavemente—. Usted lo hizo.

—Esto es ridículo —dijo, ya impaciente—. ¿Por qué va a irse a Londres si lo que quiere lograr puede conseguirlo desde aquí? Tiene los domingos libres para conocer a gente nueva. Estoy seguro de que la señora Bennington le presentaría a los habitantes de por aquí.

—Qué excitante. Y supongo que en los próximos meses usted haría desfilar ante mí a todos los caballeros que conoce para que pudiera encontrar marido.

Él ni siquiera parpadeó.

—Si quiere.

—¡Oh! —exclamó ella. Ya no podía aguantar más—. ¡Es el hombre más egoísta que he conocido en toda mi vida! Si cree que voy a aceptar una oferta tan ridícula…

—Le pagaré quinientas libras.

___________ parpadeó.

—¿Disculpe?

—Quédese hasta que acaben las excavaciones y le pagaré una prima de quinientas libras.

___________ tomó aliento.

—Está bromeando. Es una suma enorme.

—También es una dote. Muchos nobles están arruinados. Su abuelo, aunque la reconociera, podría no estar en situación de procurarle una dote, y es lo que yo estoy haciendo. Ahora que le he ofrecido todo lo que quería, ¿reconsiderará mi oferta y se quedará?

_________ bajó la vista y miró las lustrosas botas negras de Tom. Quinientas libras era una cantidad que nunca había visto en su vida.

¿Qué pasaría si, a pesar de la influencia de Viola, la familia de su madre se negaba a reconocerla? ¿Qué pasaría si, Dios no lo quisiera, sus padres no estaban casados y ella era ilegítima? No conocía lo suficiente a Viola como para confiar en ella en caso de que una de estas desgracias sucediera. ¿Qué ocurriría si volvía a encontrarse sola sin nada ni nadie?

Pensó en la oscura habitación del hotel de Tánger donde había pasado ocho semanas tras la muerte de su padre. Él casi no había dejado dinero al morir. Ella había vendido sus libros y su equipo para mantenerse el mayor tiempo posible. Cuando sólo le quedaban los dinares suficientes como para aguantar otra semana, llegó la carta del abogado de su abuelo aniquilando cualquier esperanza. __________ no se había sentido tan asustada en toda su vida. Lo único que le quedaba era un pequeño baúl con su ropa y los dos pasajes a Inglaterra pagados por el duque de Tremore.

Nunca antes de esas semanas se hubiera imaginado lo peligroso que podía ser el mundo para una mujer sin familia, sin dinero y sin nadie a quien recurrir. Había estado a un paso de la miseria y no quería volver a sentirse tan en precario nunca más.

Tom esperaba, y ella podía sentir su mirada mientras intentaba decidirse. Se resentía de la complacencia con la que le había lanzado a la cara quinientas libras, seguro de que las aceptaría. Él sabía perfectamente que esa cantidad, aunque para él sólo fuera calderilla, para ella era una fortuna.

Quizá debería aceptar. Sería mucho más prudente tragarse su orgullo y decir que sí, que arriesgarse a un futuro incierto y desconocido.

__________ se mantuvo firme, se agarró a su orgullo y calibró hasta dónde estaba dispuesta a llegar. Entonces, levantó la barbilla, miró a Tom directamente a los ojos y dijo:

—Deje que explique mi contrapropuesta, señoría. Me quedaré hasta el primero de diciembre, tres meses en lugar de uno. Durante ese tiempo, restauraré la mayor cantidad de antigüedades posible y, hasta mi partida, le ayudaré a buscar a una persona capacitada para sustituirme. A cambio, usted me triplicará el salario, tendré otro día libre, el jueves sería estupendo, y me pagará la prima de quinientas libras.

—A ver si lo he entendido bien: yo le triplico el sueldo, le pago la prima, le doy otro día libre y a cambio usted sólo se queda tres meses. Está loca.

—Esa cantidad de dinero no significa nada para usted. Loca o no, es mi única oferta.

—¿Está segura de que no quiere añadir nada más? ¿No le gustaría tener libres las tardes de los sábados para poder visitar a sus amigos?

—Ya que lo pregunta…, sí, hay algo más. Me gustaría que fuera usted menos sarcástico y más educado. Puede que usted sea duque, pero yo soy la nieta de un barón, la hija de un caballero y la amiga de una vizcondesa, y por todo ello merezco que me trate como a una dama y no como a una sirvienta.

Él ladeó la cabeza y la observó. Dudaba que valiera la pena seguir discutiendo, así que aceptó.

—Está bien. Acepto sus condiciones y haré todo lo que esté en mi mano por ser más educado con usted, aunque le advierto una cosa.

—¿Qué?

—Hasta diciembre, no sólo seré educado, sino que haré todo lo posible para que cambie de opinión y obligarla a que se quede hasta el final de la excavación.

—No soy su esclava, y usted no puede obligarme a nada.

—Pues entonces digamos que la persuadiré. Cuando quiero puedo ser muy persuasivo. —De repente sonrió, y su sonrisa fue como un sol deslumbrante abriéndose paso entre las nubes—. Quiero que se quede.

__________ tomó aliento, su sonrisa le había afectado. Era consciente de que él sólo estaba siendo amable para lograr lo que quería, pero durante un instante de locura estuvo tentada de decirle que sí, que se quedaría hasta el final.

—Y yo, señoría —dijo sin ninguna emoción—, puedo ser muy testaruda.

—Entonces estamos los dos advertidos —replicó él aún sonriendo. Le hizo una reverencia y salió de la habitación.

Una vez sola, ___________ recordó cómo le había afectado la sonrisa de Tom la primera vez que lo vio.

Ella le estaba esperando en la sala anterior al gran salón, apabullada ante tanta opulencia y sorprendida de que alguien viviera en un sitio como aquél. Tremore Hall no era una casa, era un palacio.

El ruido de las inmensas puertas cerrándose tras ella la asustó. El eco de las fuertes pisadas que se acercaban le hizo revivir el miedo que había sentido al verse sola, pobre y desesperada. Miles de preguntas cruzaron su mente mientras oía esos pasos. ¿Qué pasaría si la rechazaba? ¿Y si la echaba? ¿Qué haría si no podía convencerle de que la contratara?

Entonces él entró en la habitación y ella se quedó petrificada. Era el hombre más guapo que había visto en su vida: tenía el pelo negro, los ojos color miel con unas espesísimas pestañas y unos labios carnosos. Pero esos rasgos de niño travieso quedaban difuminados ante sus otros atractivos. No había nada infantil en sus marcados pómulos, ni en su recta nariz, ni tampoco en su implacable mandíbula. ________________ supo en ese mismo instante que era un hombre que sobresalía por encima de los demás. Si Tremore era un palacio, él era su príncipe.

Era mucho más alto que _________. Vestía botas de montar, pantalones claros, chaqueta azul de terciopelo y una inmaculada camisa de lino blanco. Sus anchos hombros destacaban bajo la ropa y su cuerpo bloqueaba la puerta por completo. No se parecía a ningún hombre que __________ hubiera visto antes. Ella estaba acostumbrada a los delgadísimos y envejecidos árabes que trabajaban en las excavaciones. Nada la había preparado para el duque de Tremore, que rezumaba fuerza, vitalidad y poder por todos sus poros.

Se acercó a ella y, con una voz muy suave, dijo:

—Veamos, ¿así que usted es la hija de sir Henry? ¿Dónde está su padre, señorita Wade?

De algún modo, ___________ logró contarle lo que había pasado, decirle que su padre había muerto y que él debía, aun así, contratarla. Incluso ahora, no sabía cómo había sido capaz de decirle nada. Sus ojos la estuvieron estudiando todo el rato y ella llegó a pensar que la echaría de allí a patadas.

Era evidente que él dudaba de su palabra, que no confiaba en sus habilidades como restauradora. ¿Y quién podía culparle? Allí estaba ella, intentando convencerlo de que no encontraría a nadie mejor que ella para su excavación. Tenía todo el derecho a mostrarse escéptico.

Pero al final no sólo no la echó, sino que dijo:

—Está usted contratada, señorita Wade. —Y le tendió la mano.

Ella la aceptó, sintiéndose muy aliviada y agradecida de tener la oportunidad de demostrar todo lo que sabía.

Le miró y entonces él sonrió, con lo que pasó de ser un frío príncipe a un hombre encantador. Esa sonrisa la dejó sin habla, casi hizo que se le doblaran las rodillas, le aceleró el pulso y disparó todas las emociones que ella era capaz de sentir. Todas, excepto el miedo que durante tantos meses la había atormentado.

El miedo había desaparecido. Al lado de aquel hombre no había nada que temer, estaba a salvo y volvía a tener un lugar en el mundo. En ese instante, se enamoró del duque de Tremore.

Por suerte, ahora era más lista que cinco meses atrás. Lejos habían quedado ya la admiración, la gratitud y el atontamiento. Todo eso se había apagado, igual que una vela que se enciende sólo por un instante. Qué tonta había sido.

___________ volvió a concentrarse en el trabajo. Por muy persuasivo que él pudiera llegar a ser, ella se iría, ya no podía conquistarla con su sonrisa. Si alguna vez había tenido algún poder sobre ella, ahora había desaparecido. No había nada que Tom pudiera hacer para que __________ se quedara pasado el uno de diciembre. Nada de nada.


CHICAS.... sorry por no haber subido un capitulo ayer.. pero estaba delicada del estomago.. y no pude venir a trabajar... y como tengo el archivo en mi pc del trabajo no lo pude subir desde mi casa jajaja... pero hoy si les subo =) espero les guste el capi ....

Cuidence
Bye =D

3 comentarios:

  1. Asww q emocion!! Ya estan advertidos hahahah .. Me encantaaa.. Siguelsaa..

    Cuidate espero q ya estes bien :D bye

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  2. awwwwwwwwwwwwwwwwwwww que emoción me fascinooooooooo siguela prontooooo besotes cuidate.

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  3. las cosas se ponen interesantes... me encanto!
    espero puedas seguirla pronto y por supuesto espero que te mejores :3
    besos
    cuidate

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