"CAPITULO 5"
—Supongo
—respondió, tratando de sonar indiferente—. Para mí es una costumbre —añadió
seria—. Suelo dibujar a las personas que intervienen en una excavación. Me
ayuda a documentarlo todo para la posteridad.
—Por supuesto. —Por
el tono de voz de Viola, __________ se dio cuenta de que no la creía en
absoluto, pero como tampoco hizo ningún comentario sobre lo inútiles que serían
para la posteridad los dibujos de Tom sin camisa, se tranquilizó un poco.
El ruido de unos
decididos y familiares pasos advirtieron a __________ de quién se estaba
acercando y rodeó la mesa hasta colocarse en el otro extremo. Nunca en su vida
había estado tan agradecida de que la interrumpieran. Cogió una gamuza y,
cuando Tom atravesó la puerta, estaba sacando brillo a una pieza dorada,
eliminando cualquier impureza de su superficie.
—¡Tom! —Lady
Hammond le saludó por encima del hombro—. No esperaba verte hasta la cena.
—He venido a
buscarte, Viola —le contestó cruzando la habitación hasta llegar a su altura—.
He pensado que te gustaría ver alguna de las antigüedades.
—Encantada.
Tom le ofreció el
brazo, pero en lugar de aceptarlo, la vizcondesa señaló las joyas.
—Mira lo que ha
hecho tu señorita ___________. Tengo entendido que ayer estas piezas estaban en
muy mal estado, aunque nadie lo diría viéndolas hoy. La señorita ____________
es extraordinaria.
Él miró hacia donde
estaba ____________. La sonrisa de Tom le cortó la respiración.
—Sí —reconoció—,
absolutamente extraordinaria.
El corazón le dio
un vuelco al ver que se colocaba junto a ella. Lo observaba ansiosa mientras él
analizaba minuciosamente su trabajo. Esperaba que no encontrara ningún fallo.
La miró directamente.
Sus bonitos ojos color miel se encontraron con los de ella.
—Excelente trabajo,
señorita __________.
Respiró aliviada,
tragó saliva y afirmó con la cabeza. No fue capaz de decir nada.
—Gracias —respondió
al fin cuando él ya estaba en la puerta con su hermana del brazo.
No se volvió,
seguramente no debió de oírla. Aunque la vizcondesa sí lo hizo, y por un
momento miró fijamente a ___________. Había algo en la expresión de aquella
mujer, una mirada intrigante y pensativa, que __________ no se atrevió a interpretar.
En lugar de eso, fijó la vista en los anchos hombros del hombre que desaparecía
por la puerta.
«Excelente trabajo, señorita __________-.»
Esas simples cuatro
palabras eran suficiente para que se sintiera flotando todo lo que quedaba de
día.
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Uno de los muchos
motivos por los que __________ admiraba a Tom era por su gran sentido práctico.
Cuando el duque decidió iniciar las excavaciones en su finca, dos años atrás,
ordenó la construcción de un pequeño edificio junto a las ruinas; lo llamaban
la antika, y era el lugar en donde se almacenaban los hallazgos hasta estar
completamente restaurados y ser enviados a Londres.
La antika tenía
tres espaciosas habitaciones. Una era una sala para las antigüedades que ___________
aún no había restaurado. Otra servía para guardarlas una vez habían pasado por
sus manos. La tercera habitación era su lugar de trabajo, y Tom lo había
diseñado bien. La estancia estaba llena de ventanales por los que entraba luz
natural. Las paredes y el suelo de piedra mantenían el sitio fresco en verano,
un hecho que a la señora Bennington le gustaba mucho pero que a ___________ no
le importaba lo más mínimo. Para ella, el verano en Inglaterra era agradable y
nada caluroso. Desde luego, mucho mejor que un mes de agosto en los desiertos
de Marruecos.
Había también una
bomba de agua y una pila, además de unas enormes mesas de roble para los
trabajos en curso. Uno de esos trabajos era el suelo de mosaico que habían
encontrado esa mañana y que ahora ___________ se disponía a restaurar.
Concentrada en su
trabajo, no se dio cuenta de que lady Hammond la observaba desde la puerta,
hasta que ésta tosió ligeramente.
—Espero no
interrumpir algo de gran trascendencia histórica —dijo la vizcondesa
sonriendo—. Estaba dando una vuelta por las excavaciones con mi hermano cuando
nos han interrumpido. Al parecer los trabajadores han encontrado una estatua de
gran relevancia.
—¿De verdad? ¿Qué
estatua?
Lady Hammond
sacudió la mano restando importancia al tema.
—No tengo ni idea.
La atención de mi hermano se ha centrado completamente en ese nuevo hallazgo y
yo he tenido oportunidad de escapar.
—¿Escapar? —se
sorprendió ____________.
—Sí, claro. Cuando Tom
empieza a hablar de antigüedades romanas, debo confesarle que me aburro
soberanamente. Ayer, cuando me enseñaba una inacabable colección de jarras,
cuchillos y objetos de metal, tuve que hacer esfuerzos para no bostezar. La
visita de hoy de muros, techos rotos y capas y capas de polvo ha sido demasiado
para mí, y me he visto impulsada a escapar. Usted es como Tom; y sin ninguna
duda cree que todo esto es fascinante. Yo, sin embargo, no soy una intelectual,
y me temo que no puedo estar horas discutiendo sobre una vieja ánfora de vino
rota.
__________ se
preguntó cómo era posible que alguien encontrara aburridas esas conversaciones.
En sus sueños, ella y Tom debatían apasionadamente sobre ese tipo de cosas cada
día; por supuesto, eso nunca se daba en la realidad, ya que ella se quedaba sin
palabras siempre que él se le acercaba.
—Por eso —continuó
lady Hammond interrumpiendo sus pensamientos— he huido de mi hermano y he
venido hacia aquí. La he estado observando desde la puerta y he pensado que
podría entrar a visitarla un momento. Si a usted no le importa.
___________ dudó.
Aún se sentía incómoda al pensar que la vizcondesa había visto sus dibujos el
día anterior. A nadie le gusta que sus secretos más íntimos salgan a la luz,
especialmente ante gente extraña.
Como si le leyera
el pensamiento, lady Hammond dijo:
—Debo confesarle
que tengo una opinión muy definida sobre los secretos. Siempre los guardo.
Ambas mujeres
intercambiaron una mirada de compresión.
—Es una cualidad
admirable —contestó __________—. Seguro que sus amigos le están muy
agradecidos.
—Algunos quizá,
aunque a mis amigos menos discretos les molesta enormemente.
___________ no pudo
evitar reírse de ese comentario. La hermana de Tom era amistosa y directa, le
gustaba, y por eso le dio la bienvenida a la antika.
—Me encantaría
disfrutar de su compañía.
—Bien. —Lady
Hammond entró y atravesó la habitación hasta llegar a la mesa. Miró las sucias
baldosas de piedra caliza que había encima.
—¿Qué está
haciendo?
—Estoy restaurando
un mosaico. Mire.
____________ se
puso un par de gruesos guantes de piel y sacó una botella de debajo de la mesa.
La abrió y, con cuidado, derramó una pequeña cantidad de líquido sobre las
baldosas. A medida que la suciedad se disolvía, iba apareciendo la imagen de
una mujer desnuda tumbada en una balsa.
—¡Es preciosa!
—exclamó la vizcondesa mientras estudiaba la imagen—. ¿Sabe a quién representa?
—Es Venus —contestó
rápidamente ____________—. La diosa romana del amor. Esta imagen debía de estar
colgada encima de la puerta del dormitorio de los dueños de la casa. Gracias a
este mosaico sabemos que dormían juntos, y por otros objetos hallados en la
excavación, creo que, aunque debió de ser un matrimonio de conveniencia,
acabaron amándose. —Hizo una pausa y, mirando el mosaico, añadió—: Ojalá fueran
tan felices como mi padre y mi madre.
—¿Así que sus
padres tuvieron un matrimonio feliz?
—Oh, sí. Se tenían
un cariño y un respeto tan profundos como pocas parejas pueden gozar. Yo sólo
era una niña cuando mi madre falleció, pero incluso entonces, entendía lo
enamorados que estaban.
—¿Usted cree que el
amor es importante en un matrimonio, señorita _________?
___________ miró a
la vizcondesa, que estaba en el otro extremo de la mesa. Le sorprendía que le
preguntara algo que para ella tenía una respuesta tan obvia.
—Por supuesto.
¿Acaso no lo cree todo el mundo?
—No, querida
—contestó lady Hammond con un tono de ironía que __________ no logró entender—,
no lo cree todo el mundo. Últimamente he oído la teoría de que el amor y el
matrimonio no tienen nada que ver el uno con el otro. ¿Qué opina usted?
—Quienquiera que
haya dicho esto debe de ser una persona desgraciada y cínica. —__________
escogió un pequeño pincel y lo sumergió en una jarrita con agua que tenía en el
suelo, a su lado. Se incorporó—. ¿Qué otra razón hay si no para casarse?
—preguntó, pasando el pincel por encima de las pequeñas baldosas para eliminar
la suciedad que aún había entre las junturas.
—Los hijos son una
excelente razón.
—¿De verdad? —___________
se detuvo y no pudo evitar lanzar a la vizcondesa una mirada de fingida
sorpresa por encima de sus gafas—. No sabía que fuera necesario pronunciar
votos para tener hijos.
La otra mujer rió
suavemente.
—Una observación
muy atrevida, señorita __________. En sociedad, una frase como ésa haría que la
gente pensara que es usted demasiado directa.
—Atrevida quizá,
pero también sensata. Si el objetivo son los hijos, el amor entre las partes
posibilitaría que se pudiera tener varios.
Para sorpresa de ___________,
la vizcondesa dejó de sonreír y su expresión se volvió melancólica.
—Sí, supongo que
así sería —admitió, y sacudió la cabeza—. Pero sigamos con nuestra discusión
sobre el matrimonio. Aparte de los hijos, hay otras consideraciones prácticas,
¿no cree? Alianzas entre familias, acumulación de riquezas, obtener poder y una
mejor posición social. Hay mucha gente que cree que todo eso es más importante
que el amor cuando se trata de escoger con quién casarse.
—¿De qué cree que
sirve todo eso si no se es feliz? Yo creo que casarse sin amor sólo sirve para
tener una vida desgraciada.
La condesa inspiró profundamente
de un modo que a ___________ le asustó; se volvió para mirarla.
—Lady Hammond, ¿se
encuentra mal?
—No, no, estoy
bien. Es sólo que el amor también puede conllevar su parte de desgracia,
señorita __________.
____________ dejó
de trabajar, sus dedos apretaron el pincel que tenía en la mano y la miró
directamente a los ojos.
—Sí —admitió—,
supongo que puede ser así si se ama y no se es correspondido. Pero seguramente
lo compensa la experiencia de estar enamorada.
—¿Ah, sí? —murmuró
lady Hammond, y sus labios dibujaron una irónica sonrisa. Tenía la vista
perdida en un punto lejano del horizonte—. Me sorprendería.
___________ sintió
de repente una gran afinidad con ella.
—A mí también
—admitió—. Pero creo que ha sonado bastante noble y poético cuando lo he dicho.
Las dos mujeres se
miraron y empezaron a reírse.
—En cuanto la
conocí supe que iba a gustarme —exclamó la vizcondesa aún riéndose—. Tenemos
que ser amigas.
___________ le
devolvió la sonrisa, agradecida y emocionada con la sugerencia.
—Me encantaría,
lady Hammond. Nunca he tenido oportunidad de hacer amigos, habiendo vivido en
tantos sitios.
—Llámame Viola, y
yo te llamaré ___________. ¿Te das cuenta de que las dos tenemos nombres que
suenan bien? Ya tenemos algo en común.
—Pero no el amor por
las vasijas de arcilla.
—No. En eso te
pareces mucho más a Tom, aunque nunca lograré entender qué encontráis tan
fascinante en esos trozos de cerámica.
—Bueno, la cerámica
nos revela la historia real de una excavación…
—¡No, no! —Viola
levantó la mano para detenerla—. Ya he oído eso antes. Me he escapado de ello
hace unos momentos, ¿recuerdas?
—Es verdad. De
acuerdo, no te obligaré a escuchar las grandezas de la cerámica samariana, ni
cómo se limpia o pule.
—Bien, porque la
verdad es que me gustaría mucho más que me hablaras sobre ti. Sir Edward me
dijo que naciste en la isla de Creta.
___________ no pudo
evitar sentirse halagada. Pocas veces era el centro de atención.
—Sí, mi padre
estaba excavando en Knossos. No recuerdo mucho sobre esa excavación. Pero sí
que me acuerdo del calor y de la sequedad. Mi madre solía describirme los
campos y los bosques de Inglaterra. Sonaba paradisíaco.
—¿Tus padres eran
ingleses?
—Oh, sí. Se
conocieron cuando él vino a Inglaterra a dar una conferencia sobre sus
hallazgos en Knossos. Había sido nombrado Caballero de Bath y estaba en Londres
para recibir los honores. Después de un noviazgo relámpago, se fugaron y
regresaron a Creta juntos.
—¿Y qué pasó con el
resto de tu familia?
—Yo… —dudó y luego
añadió—: mi padre era huérfano.
—¿Y la familia de
tu madre?
___________,
se quedó petrificada, presionaba el pincel tan fuerte que las cerdas estaban
totalmente planas sobre el mosaico. CHICAS otro capi mas.. yo creo que ya falta poco.. para cuando TN se decepcione de Tom.. habra un giro en las cosas....
Espero les guste el capi...
Por lo menos TN se lleva bien con Viola.. algo es algo..
Cuidence
Bye =)
algo es algo me imagino por que la decepción. sube otro me encantoooo.
ResponderEliminarque habra pasado con la familia de la madre de Tn para que se pusiera asi?? se va a decepcionar de Tom seguramente cuando sepa que se va a casar sin amar a la mujer, al menos ya tiene a Viola de amiga :) sube pronto
ResponderEliminarcuidate, besos
huuy tamithaaa no la dejes así, yo te dejo así pero porque no lo puedo evitar XD
ResponderEliminarque habrá pasado con la familia de la madre de (tn)...
mucho misterio,pero, bueno al menos (tn) y Viola son amigas ese ya es un gran progreso :3
bye cuidate ...
Seguro Tom anunciaa su boda cin esa >.<
ResponderEliminarSii al menos se lleva bien con su cuñada.. Hahhahah
Siguelaa ya quiero saber q pasara!!
Bue cuidate :D me encantaa