"CAPITULO 45"
__________ cerró
los ojos, pero algo había cambiado en ella. Algo la había conmovido, suavizado.
Ella levantó la mano y apretó el puño en el aire.
—No, Tom, no.
Él aprovechó su
ventaja.
—Me deseas. Sólo hace
unas semanas me deseaste, en la antika. —Se apartó un poco—. ¿Te has olvidado
de eso?
—¡En absoluto!
—contestó ella con un susurro apasionado—. Tampoco he olvidado que no soy yo
con quien te querías casar.
—Pero yo nunca la
deseé a ella de la manera que te deseo a ti. —Sonó muy torpe, pero era la
verdad y estaba desesperado—. Eres tú quien ya no me quiere.
Ella negó con la
cabeza con los ojos todavía cerrados y los labios apretados, mientras emitía un
leve sonido de disentimiento.
—Dices que no
—continuó—, pero te niegas muchos de los placeres de la vida. ¿Por qué, si yo
te los puedo dar todos?
Un ligero gemido se
le escapó cuando las manos de él subieron desde sus costillas hasta los pechos.
—Yo te deseo
—admitió con un susurro—. No es eso. Nunca ha sido eso. Yo siempre…
—Demuestra lo que
dices entonces. —Miró por encima del hombro hacia la puerta y la besó en la
oreja—. Si me deseas, pasa el resto de la noche conmigo. Podemos ir a mi casa.
Todos los invitados que están aquí se habrán ido a medianoche y a la una y
media estarán durmiendo. Lleva algo para cubrir tu rostro. Te esperaré en el
pasaje con mi carruaje y estarás de vuelta antes del amanecer. Ven.
—No lo haré.
—Te esperaré
igualmente. —La besó en la mejilla—. ¿Lo ves, __________? El honor no es mi
única motivación, porque en este momento me siento bastante deshonrado. Te
deseo más de lo que nunca he deseado algo en toda mi vida.
No creyó que ella
se presentase. Las tres horas que siguieron a su ilícita proposición fueron
insoportables para ambos, simulando que estaban jugando al ajedrez, y
aparentando disfrutar de la cena, del madeira y de la charla a lado y lado de
la mesa. Al acabar la fiesta, pensó que seguramente ella habría cambiado de
opinión.
Pero no. Unos
minutos después de que el reloj de la iglesia marcara la una y media, vio una
figura abrigada y con capucha salir de los establos hacia el pasaje en el que
se encontraba su carruaje. Él abrió la puerta y ella subió de un salto. Al
quitarse la capucha apenas había luz para poderle ver la cara, pero era
suficiente.
—¿Estás segura de
esto? —le preguntó él.
—Sí.
Aquello era
suficiente. Ya tendría tiempo después de comprender los motivos que la habían
llevado a cambiar de opinión. Pero en aquel momento, no le importaban en
absoluto. Cerró la cortinilla, golpeó el techo con su bastón y el carruaje se
puso en marcha.
Con la última
cortinilla bajada, estaba tan oscuro dentro del carruaje que no podía ver nada
de ella. Con el sonido del vehículo no podía ni oír su respiración. Ella no
hablaba. Sólo la esencia de gardenia le decía que ella seguía allí.
Esa noche en la
antika, la vio sólo a la pálida luz de la luna. Esta vez, en cambio, encendería
todas las velas que encontrara. Esta vez la iba a ver mientras le hacía el
amor. Miraría las curvas perfectas de sus pechos y caderas, miraría sus largas
piernas, la expresión de su cara cuando llegara al clímax.
Tom se puso cómodo,
concentrándose en el sonido de las ruedas del carruaje, en controlar la
excitación y la ansiedad de su cuerpo. El trayecto hacia Grosvenor Square
parecía interminable.
La condujo a través
de los establos hacia la parte de atrás de la casa, porque siempre había
carruajes entrando y saliendo de la plaza a esta hora, llevando a gente a casa
después de fiestas como la de ellos de aquella misma noche. Y a pesar de que el
cabello de _________ estaba oculto bajo la capucha, no quería arriesgarse a que
nadie la reconociera.
Cogiéndola de la
mano, la llevó arriba por la escalera trasera, a través de las oscuras
habitaciones y pasillos que conducían a su habitación. Fue al vestidor,
despertó a Richardson y le dijo que avisara a un sirviente para que encendiera
el fuego, y le comunicó que ya no precisaría sus servicios hasta la mañana
siguiente. Su mayordomo salió echando sólo un ligero vistazo a la mujer
encapuchada que estaba al lado de la cama y de espaldas a él. Cuando el
sirviente apareció, Tom le ordenó que encendiera todas las velas de la
habitación, así como el fuego de la chimenea. Cuando el lacayo se fue, cerró la
puerta con llave. Por fin, pensó, tomando aire a fondo y soltándolo despacio.
Finalmente estaban solos.
Tom se volvió. Ella
hizo lo mismo.
Se quitó la
capucha, y él la miró bañada por la tenue luz de las velas. Se acordó de la
primera vez que la había visto. Tenía casi el mismo aspecto entonces que ahora.
Sin sombrero de paja, pero con la misma cara solemne y de buhito, y con un
abrigo. Aunque esta vez no era uno manchado de polvo que ocultara su cuerpo. La
luz se reflejaba en sus gafas doradas y no le dejaba verle los ojos. Ella era
más o menos la misma en todos los aspectos superficiales, pero ahora supo que
era muy diferente en otros aspectos más difíciles de definir.
Esa noche, él
quería demostrarle todo lo que sentía cuando la miraba, no sólo lo que veía.
Tal como le había dicho, si las palabras y las flores no eran suficientes,
usaría su cuerpo. Sólo esperaba poderse comportar. Una gran excitación
atravesaba todo su cuerpo anárquicamente, pero las siguientes horas no eran
para él. Eran para ella.
Se puso delante de __________.
Le quitó las gafas y las dejó en la mesita de al lado de la cama. Le apartó el
abrigo de los hombros. Ahora no llevaba un simple vestido beige de algodón,
sino el vestido de seda azul oscuro que había llevado en la fiesta. Resiguió su
clavícula con la yema de los dedos, le acarició la mejilla y le echó la cabeza
hacia atrás mientras acercaba su boca a la suya.
—___________ —fue
todo lo que consiguió decir antes de besarla.
Bajo él, sus labios
se separaron al instante, dulce y suavemente, con un ligero sabor a madeira.
Los ojos de ella estaban cerrados, los de él abiertos, porque quería ver
cualquier pizca de sentimiento que pudiera arrancarle con sus manos y su boca.
Él deslizó los dedos entre los cabellos de ella; por suerte, no se había
convertido en una víctima de la moda del momento, que llevaba a muchas mujeres
a ponerse lazos y flores de seda en el pelo. Sin horquillas, sólo peinetas que,
a medida que él se las quitaba, dejaban caer su espesa cabellera por la
espalda. Las peinetas fueron cayendo al suelo, mientras paseaba las manos por
su sedoso cabello. La besó profundamente, saboreando la dulzura de su boca.
Ella emitió un
pequeño y ahogado sonido de deseo y le rodeó el cuello con los brazos,
apretando el cuerpo cada vez más contra el suyo y encendiendo las ganas que
tenía él de estar en su interior. Esa necesidad que él estaba intentando
mantener a raya.
Para ganar tiempo,
apartó los labios de los de ella y empezó a besarle los hombros hasta llegar al
filo del vestido azul pálido y siguió otra vez de vuelta. Sus manos dejaron el
pelo y se deslizaron hasta sus caderas. La quería totalmente desnuda, pero se
forzaba a sí mismo a contener sus movimientos hasta que el cuerpo de ella
estuviera preparado para el siguiente paso.
Cuando ella empezó
a temblar en sus brazos y a emitir pequeños gemidos contra su camisa, supo que
estaba lista. Subió las manos que tenía en su cintura y le acarició la espalda.
Se separó un poco para verle la cara cuando le apartó el pelo y se lo colocó
encima de un hombro para poder desabrocharle el vestido.
Ella, con los ojos
cerrados, separó los labios e inclinó la cabeza hacia atrás, pero a medida que
él le deslizaba el vestido por los hombros abrió los ojos y él notó cómo
temblaba un poco, aún tímida, pero él siguió con lo que estaba haciendo.
Ella lo miró.
—¿Este tipo de
cosas suele hacerse con tantas velas encendidas?
—Oh, sí.
Definitivamente sí. —Él seguía deslizándole el vestido por los hombros, pero
cuando le liberó los brazos y la prenda estaba ya casi a la altura de su cintura
y él podía ver su ropa interior, ella se apretó contra su torso para detenerlo.
—Tom, creo que
deberíamos apagarlas.
—¿Por qué? —Él
agachó la cabeza para besarle el cuello—. Quiero verte. ¿Tú no quieres verme a
mí?
—Yo no puedo ver
nada —susurró ella—. Me has quitado las gafas. Otra vez.
Él se rió, y el
suave aire acarició el cuello de ella, que durante unos instantes no se movió.
—__________ —dijo
él finalmente—, yo quiero verte desnuda en mi cama. Quiero ver tu pelo sobre mi
almohada. Quiero ver tu cara cuando te toco, porque para mí tú eres preciosa, y
porque necesito desesperadamente saber qué sientes cuando te acaricio. —Hizo
una pausa preguntándose si estaba diciendo tonterías—. Pero si tú estás más
cómoda a oscuras, si prefieres que apague las velas, lo haré.
Ella no contestó.
En vez de eso, se mordió el labio y acarició las solapas de la chaqueta de él.
Después de un momento, ella empezó a quitársela por los hombros.
—No —dijo—, déjalas
encendidas.
Tom se estuvo
quieto un momento y dejó que ella lo desnudara. Dejó que ella le desabrochara
la camisa y se la quitara. Esperó, obligándose a permanecer inmóvil mientras __________
le acariciaba el pecho desnudo con las manos y le besaba la piel. Esperó
temblando de placer mientras ella estaba llevando su control al límite. Cuando
notó la punta de su lengua en el pezón la detuvo.
—¡Dios, _________,
basta! —gimió, y sus manos se enredaron en el pelo de ella. La apartó
suavemente un instante para recuperar la respiración—. Creo que te gusta
atormentarme.
Ella levantó la
vista y lo miró sonriendo.
—Creo que podría
acostumbrarme.
—No tengo ninguna
duda. —Puso la mano en sus hombros desnudos y tocó el borde de su ropa
interior—, ¿Lazos en la camisola? — le dijo él tratando de recuperar algo de
control, ya que el deseo que sentía empezaba a desbordarlo—. __________, estoy
sorprendido de esta extravagancia.
—La señora Avery me
dijo que cualquier camisola tiene que tener un lazo, aunque si no puede verlo
nadie no le veo la gracia.
—Yo sí —dijo él
fervientemente mientras desabrochaba la delicada pieza—. Lo único que te pido
es que nunca te pongas un corsé.
—Pero así
mantendría mi postura perfecta cuando caminara, ¿no? Creo que fue precisamente
usted, señor duque, quien me aconsejó que me pusiera uno.
—He cambiado de opinión.
Los cierres de los corsés son demasiado difíciles de desabrochar. —Él deshizo
finalmente los lazos de la camisola y bajó la prenda por sus hombros dejando
sus pechos totalmente desnudos. Eran sensuales, del color de la crema y rosados
a la luz de las velas. Se le hizo la boca agua.
Se los cogió con
las manos, levantó la vista y vio cómo el deseo se reflejaba en la cara de __________,
y cuando cerró los ojos y se recostó en la pared que había tras ella, pensó que
era lo más bonito que había visto en toda su vida. Le apretó suavemente los
pezones y los pequeños suspiros de placer que ella emitía lograron que él
perdiera por completo el control.
Reticente, apartó
las manos de sus pechos y las colocó sobre la ropa que se había amontonado en
su cintura, Deslizó el vestido y la camisola por las piernas y se arrodilló
frente a ella con la vista fija en la alfombra para mantener a raya su lujuria.
Cuando todas las
prendas de ropa llegaron al suelo, su cuerpo estaba ardiendo. Ella se apoyó en
el hombro de él mientras se apartaba de ellas.
Tom le quitó
entonces los zapatos y los dejó a un lado, mientras sus manos empezaban a subir
desde los tobillos hasta sus rodillas. Le acarició la parte de atrás y notó
cómo un escalofrío le recorría todo el cuerpo. Le desabrochó la ropa interior y
la deslizó hasta el suelo junto con las medias.
Sólo cuando estuvo
totalmente desnuda, Tom se atrevió a mirarla de nuevo. Pero lo hizo despacio,
se deleitó en sus preciosas piernas, en lo largas y perfectas que eran, y pensó
que ningún hombre podría imaginar unas piernas como aquéllas.
—Dios, __________,
yo…
No pudo continuar. Tom
le acarició los muslos y luego, con las manos en sus caderas desnudas, la
atrajo hacia él y besó los suaves rizos que cubrían el vértice de sus piernas,
inhalando el aroma de gardenia y el de la excitación femenina.
Ese beso fue
demasiado para ella. Jadeó entrecortadamente y tuvo que apoyarse en los hombros
de él, pues las piernas ya no la sostenían.
Tom se levantó y la
cogió en brazos. Dándose la vuelta la depositó en la cama, y luego se sentó a
su lado y se quitó las botas. Volvió a ponerse de pie y no dejó de mirarla
mientras se desabrochaba el pantalón. Cuando los labios de ella se separaron en
un oh de sorpresa, le dieron ganas de saltar de lo contento que estaba.
El colchón cedió
bajo su peso cuando se acostó a su lado. Se apoyó en un codo y la observó un
momento, luego empezó a tocarla. Apoyó la mano en su estómago deslizándola
despacio hacia abajo, entre sus piernas, e introdujo la punta de su dedo corazón
dentro de ella.
La notó húmeda y
excitada cuando le rozó suavemente el clítoris con su dedo. Él apenas se movió,
sin dejar de mirar el rostro de ella mientras sus caderas se movían
frenéticamente contra su mano a medida que se acercaba al clímax. Ahora ya no
le escondía lo que sentía: cada línea de su cara reflejaba la felicidad y el
éxtasis que la inundaban en ese momento. Tom sintió cómo los temblores iban
desapareciendo a medida que las últimas llamas de aquel orgasmo la consumían, y
se dio cuenta de que había obtenido más placer mirándola a ella que en
cualquier otra experiencia sexual de su vida.
Apartó la mano y se
colocó encima de ella. La penetró, quería moverse despacio, darle placer una
vez más, pero ella lo ceñía con tal fuerza que al sentir cómo le envolvía todas
sus buenas intenciones se fueron al traste.
Él oyó sus propios
gemidos viscerales y sintió cómo crecía dentro de él la tensión hasta hacerse
insoportable. Ahora ya no podía ser cuidadoso, no podía contenerse. Aceleró el
ritmo, penetrándola con más fuerza, su pasión finalmente le había vencido y no
podía controlarla. Su eyaculación fue como un torrente, las sensaciones
explotando dentro de él con toda la fuerza de unos fuegos artificiales.
Después, él siguió
encima de ella, con las manos cariñosamente tras su espalda, y vio que abría
los ojos.
—Dios mío —suspiró __________
tratando de recuperar el aliento—. Ahora entiendo por qué los romanos pintaron
todos esos frescos.
Él se rió tan
fuerte que probablemente despertó al sirviente que esperaba medio dormido en el
pasillo. Se dio la vuelta sin soltar su abrazo, arrastrándola con él para que
quedara así encima.
El cabello le caía
por la cara cuando la besó. No sabía si esa mujer le hacía sentir como un dios
romano o como el mejor amante de toda Inglaterra, pero en cualquier caso,
aquello era más de lo que nunca se había atrevido a soñar.
CHICAS... realmente lamento no haberles podido subir capis estos días.. pero es que trabajar y estudiar.. me ha consumido mucho el tiempo.. y los trabajos y las pruebas de la universidad son mucho mas importantes.. pero no crean que me he olvidado de la ficc... por supuesto que no.. ayer les iba a subir pero al final no pude.. porque no me dio tiempo... pero como hoy dia es un dia especial para mi =) ya que es mi cumpleaños.. me nacio subirles este capi en la mañana... espero les guste.. y no se si el proximo sera el final jaja o terminarlo en dos mas.. ahi les aviso... las quiero mucho... y Jenni sorry por la espera pero aqui esta =)
Cuidense
Bye =)
waaa me encanto pero no... en verdad
ResponderEliminartiene que terminar ya???
dios siento como si hubiera sido ayer que
dejaste el link en fuegos de amor cuando
apenas tenias el prologo y ahora pff de repente
se termina... bueno ni modo todo lo bueno tiene
que terminar
por cierto
FELIZ CUMPLEAÑOS RUTH!!! :D
pásala bonito y que cumplas
muchos años mas ¡¡¡o yeah fiesta!!! (¿no? okey no XDD)
bueno bien
cuídate
que estés bien :3
Feliz Cumpleee!! Tamara de corazon te deseo lo mejor muchos exitos y benciones! Y a festejarloo okis.. Muchas felicidades.. Solo ppr ser tu cumplee te madare a Tom solo por esoo asi q aprovechalo hahahahha..
ResponderEliminarAme el capituloo (tn) no quiere casarse pero bien q esta con el. Hahhahah me encantoo..
Ay como q ya acabara!! Noo me pondre tristee pero sigue subiendo fics yaa??
Un fuerte abrazo y un besoo cuidatee bye!! :D
FELIZ CUMPLEAÑOS!!! te mando un abrazote y un besote de felicitación, espero que te la pases muuuy padre y cumplas muchisimos años más llenos de alegria y salud al lado de tus seres queridos :)
ResponderEliminar¿cuantos cumpliste? ¿20? creo que si ¿verdad?
bueno cuidate mucho
nos leemos luego, ya sabes que me encantan tus fics
bye