"CAPITULO 38"
La predicción de lady Fitzhugh de que su casa se
inundaría de visitas empezó cumplirse a la tarde siguiente. El primero en visitar
a ___________ fue lord Durand.
Ella no estaba de
humor para recibir visitas. Junto con Elizabeth acababa de llegar a casa
después de un largo paseo por Montagu House, en donde no le habían dejado
entrar en el museo porque no había rellenado su solicitud con suficiente
antelación. El hecho de que ella fuera la hija de sir Henry Wade, cuyos
descubrimientos constituían la mayor parte de la exposición, no había
impresionado suficientemente a los encargados como para romper sus estrictas
normas de admisión. Así que, cuando llegó a la casa de Russell Square y se
encontró con que lord Durand estaba esperándola en la salita, su humor no
mejoró.
Se quedó
petrificada al pie de la escalera, su mano agarrada con fuerza a la barandilla.
—¿Lord Durand?
—repitió mirando confundida a Mary mientras le entregaba su abrigo y su
sombrero—. ¿Por qué quiere verme?
La doncella recogió
sus cosas y respondió.
—No lo sé,
señorita, pero lady Fitzhugh me pidió que se lo dijera en cuanto llegara.
Antes de que ___________
pudiera responder, lady Fitzhugh, que debió de haber oído sus voces, salió de
la salita y bajó rápidamente la escalera.
—Lord Durand está
aquí —le susurró a _________—. Lleva esperándote más de media hora. —Tocó con
cariño el brazo de __________—. Me ha dicho que es tu abuelo, el padre de tu
madre, y que acaba de enterarse de ello. ¿Es eso cierto, _________?
—Sí —admitió _________,
y empezó a subir con ella la escalera—. Pero nos ignoró durante años y yo no le
he visto en toda mi vida. ¿Por qué quiere verme precisamente ahora?
—Dice que desea
hablar contigo. Parece ansioso por conocerte y, para que no te sea todo tan
extraño, a sir Edward y a mí nos gustaría estar presentes en la reunión. El
barón está de acuerdo, si a ti no te importa, claro.
—No, no, por
supuesto. Supongo que no puedo negarme a verle, a pesar de que él sí se negó a
verme a mí.
—¿Eso hizo? —Lady
Fitzhugh se extrañó—. Hoy parece tener muchas ganas de verte. Pero en cualquier
caso, no creo que fuera la decisión más acertada, querida. Él ya nos ha reconocido
a Edward y a mí que sois familia.
—¿Ah sí? —preguntó
a la vez que lady Fitzhugh abría la puerta de la salita y entraba en ella. ___________
la siguió.
La primera imagen
del barón la dejó sorprendida, y se detuvo en la puerta. __________ no esperaba
que fuera un hombre atractivo. Se había imaginado una especie de anciano de
mandíbula desencajada y expresión maléfica. En vez de eso, se trataba de un
hombre alto, elegante, con el pelo plateado y que, a pesar de su edad, seguía
siendo muy guapo. Esa sorpresa se incrementó al oír sus primeras palabras.
—Mi queridísima
nieta —exclamó, y se acercó para cogerle las manos—. Me hace tan feliz poder
verte finalmente. Ven, ven, deja que te mire. —La examinó de arriba abajo y
luego la cogió del brazo para guiarla hasta el sofá que había cerca del fuego,
delante de la silla en la que se había sentado lady Fitzhugh—. Tengo tantas
ganas de que pasemos un agradable rato juntos.
__________ se soltó
y prefirió sentarse junto a lady Fitzhugh, para así poder mirarlo directamente
a los ojos. Pero antes de que pudiera preguntarle nada, el barón habló:
—Estoy tan contento
por ti, querida niña. Deja que sea el primero en felicitarte.
Ella parpadeó
sorprendida.
—¿Perdón? ¿Por qué
me felicita?
—Por tu compromiso
con el duque de Tremore, El duque Tom por supuesto.
__________ no daba
crédito.
—No sé a qué se
refiere. No estoy prometida con el duque.
El barón, no
pareció impresionado por sus palabras.
—Claro, claro, lo
entiendo. El duque ya me ha explicado lo impetuosa que fue su proposición y que
le has pedido que te corteje como te mereces antes de hacer oficial vuestro
compromiso.
—¿Eso le ha dicho?
—preguntó ella apretando los dientes.
—Sí, y lo entiendo
perfectamente. Tienes todo el derecho a querer que te conquisten, incluso aunque
él sea un duque.
—No tengo ninguna
intención de casarme con él —respondió ella sin lograr distinguir si le
irritaba más Tom o el barón. En esos momentos estaba igual de harta de los dos.
El barón le guiñó
un ojo.
—Pocas jóvenes se
atreverían a hacer esperar a un duque, pero él parece bastante encariñado
contigo y ya está resignado a la idea. De todos modos, deja que te dé un
consejo, querida. No le hagas esperar demasiado. Al fin y al cabo, es un duque.
__________ tenía la
sensación de que iba a oír esa frase bastante a menudo.
—No voy a casarme
con él —insistió ella—. No hable de un compromiso que no existe, se lo ruego.
—Es inútil que
intentes mantenerlo en secreto, el propio duque me dijo que tenía intención de
hacer público que te estaba cortejando. Eres mi nieta, y como caballero tengo
el deber y la obligación de cuidar de ti. Te daré consejos de cómo llevar este
noviazgo, aunque ahora ya sea un poco inútil, pues ya le he dado mi
consentimiento al duque.
__________ empezaba
a estar harta de tratar con caballeros honorables.
—Yo no quiero ser
su obligación, señor.
Antes de que él
pudiera responder, se atrevió a preguntarle lo único que de verdad quería
saber.
—¿Por qué ocultó
que mi madre se fugó con mi padre y cómo logró mantener en secreto su matrimonio?
El barón miró a sir
Edward y a lady Fitzhugh. Parecía enfadado por el cambio de tema e incómodo de
tener que responder a esas preguntas, pero aun así lo hizo.
—Mi hija era muy
joven, sólo tenía diecisiete años. No di mi aprobación al matrimonio. La gran
diferencia social hacía que para ella fuera una unión muy desventajosa. Cuando
se fugaron, decidí evitar a toda costa el escándalo, y dije a todo el mundo que
Jane se había ido a Italia a estudiar arte.
__________ se
sentía satisfecha de que él estuviera dispuesto a contarle la verdad sobre sus
padres, pero era como si estuviera soltando un discurso perfectamente ensayado.
—Lo hice lo mejor
que pude.
__________ se cruzó
de brazos y lo miró seria.
—¿De verdad?
El barón se removió
incómodo en su sillón, pero a ___________ no le afectó en absoluto.
—¿Por qué entonces
no intentó corregir su error y reconocerme cuando se lo pedí? Ya sé que mi
padre era un huérfano sin familia ni influencias, pero era un hombre brillante.
Era un caballero, y su hija le amaba. Usted sabía que yo era su nieta y a pesar
de ello se negó a reconocerme. ¿No le avergüenza habernos tratado así?
El barón no pudo
reaccionar ante aquella avalancha de acusaciones. Parecía molesto por tener que
tocar ese tema en su primera visita. Pero cuando habló no lo hizo enfadado,
sino que agitó las manos sorprendido.
—___________, no es
como tú dices.
—¿Ah no?
—No, no. —Volvió a
mirar incómodo a sir Edward y a lady Fitzhugh, pero ellos no le ofrecieron
ayuda. Lady Fitzhugh cosía y sir Edward atizaba el fuego. Ninguno de los dos
parecía estar escuchando su conversación, y ni la tos forzada del barón logró
captar su atención.
Sin ningunas ganas
volvió a mirar a __________, que mantenía un estoico silencio.
—Tu padre estaba en
Durham, cerca de mi finca de Cramond. Iba a dar allí unas conferencias sobre
antigüedades romanas. Mi hija asistió a esas conferencias y empezaron a
encontrarse en secreto. Una semana más tarde, vinieron a verme y me comunicaron
que tenían intención de casarse. No hace falta que te diga que no lo aprobé.
—¿La desheredó?
Él negó con la
cabeza al instante.
—No, no. Pero
estaba furioso. Tu padre era un huérfano sin familia y sin influencias. Era
casi veinte años mayor que mi Jane y no tenía dinero para poder mantenerla como
ella se merecía, ni tampoco a los hijos que tuvieran. Si se hubieran quedado a
vivir conmigo les habría perdonado, pero él quería que tu madre le siguiera por
todo el Mediterráneo. Además, estaba convencido de que con una semana no había
tenido tiempo de enamorarse. Mi hija y yo discutimos. Ella y tu padre se
fugaron esa misma noche, y unos días más tarde se embarcaban en Edimburgo con
destino a Nápoles. Nunca volví a ver a mi hija. Mi mujer también ha muerto y no
tengo más hijos. ¿Puedes llegar a entender lo amargo y traicionado que me
siento?
—Usted dice que no
la desheredó, pero sí lo hizo. La eliminó de su corazón y nunca contestó
ninguna de sus cartas. Como tampoco contestó la mía.
Él parpadeó ante la
brutalidad de sus palabras.
—Espero que algún
día lo entiendas.
__________ se apoyó
en su silla, sin llegar a comprender su punto de vista.
—No, no lo entiendo
en absoluto. No sólo abandonó a su hija, sino que también me abandonó a mí. Le
escribí pidiéndole ayuda y lo único que recibí fue una carta de sus abogados.
¿Quiere que le diga lo que decía?
Él trató de
responder, pero ella no se lo permitió.
—Decía, de un modo
muy explícito, que yo no podía ser su nieta —continuó— y que cualquier otro
intento de ponerme en contacto con usted para obtener su dinero sería inútil.
Mi padre acababa de morir. Estaba en mitad del desierto de Marruecos, sin
dinero, sin familia, sin nadie que me ayudara. Le escribí desde Tánger y
durante dos meses esperé su respuesta intentando sobrevivir con lo poco que
tenía. Todas las antigüedades que papá había descubierto en Volubilis ya las
había vendido al duque de Tremore o a un museo de Roma, y el poco dinero que
papá tenía para gastos ya se había esfumado.
Se daba cuenta de
que se estaba poniendo nerviosa y demasiado emotiva, pero no le importaba. Quería
que supiera cómo le había herido su indiferencia.
—Me vi obligada a
vender los libros y el equipo de mi padre para poder comprar comida y tener un
sitio donde dormir, pero esperé, tenía la esperanza de que mi abuelo, de que
usted, me ayudaría. Sin embargo, no lo hizo. Me abandonó y me dejó sola, sin
dinero y sin protección. Suerte que el duque Tom de Tremore quería contratar a
mi padre y mandó dos pasajes para Inglaterra. Fui a Hampshire y trabaje para
ganarme el sustento. Usted me pregunta si puedo entender lo que hizo y mi
respuesta es no. No puedo entenderlo, y creo que me será imposible perdonarle.
—Para ser tan joven
das tu opinión muy convencida —gritó él enfadado—. He venido aquí de buena fe,
con la intención de arreglar lo mal que me he portado contigo.
—Sólo lo hace
porque cree que voy a casarme con un duque. No hay ningún compromiso. Así que…
—Tal vez
—interrumpió sir Edward por primera vez desde el inicio de la conversación—
deberíamos hablar de este asunto a solas, lord Durand. Creo que las mujeres, y
seguro que usted está de acuerdo, son criaturas demasiado emotivas y no
permiten que la razón intervenga en su discurso.
__________ se
sintió ultrajada, pero lady Fitzhugh le puso una mano en el brazo y, cuando
ella se volvió a mirarla, lady Fitzhugh dijo:
—Tranquila.
—Tal vez tenga
razón, sir Edward —dijo Durand.
—¡Fantástico!
¿Vamos a mi estudio? —Señaló la puerta y los dos hombres salieron juntos
dejando solas a las mujeres.
CHICAS... aqui esta el capi.. se los dejo rapidito...
Las Quiero
Bye =)
PD: Ale amiga... felicidades por tu bebe ^^
Awww muero como se atreve su abuelo aparecrxe de la nada y le pide q le entiendaa!!
ResponderEliminarEstoy segura q (tn) le reclamara de esto a Tom!!
Siguelaa esta hermosa la fic..
Bye cuidate..
Tamara tenemos q organizar el baby shower hahagahaha :D
HOLA! tamitha ayer no te comente porque andaba fuera de mi ciudad y rapido me fui a un ciber para meterlo por eso no viste mi comentario u.u apenas voy a leer este y el que metiste ayer pero mañana si te comento de este y del que actualizes :) esta buenisima la historia ... que estes bien amiga adios :)
ResponderEliminarwaaaaaa su abuelo llego ... y esta... y sir Edwart
ResponderEliminary.... y lady Fitzhugh y... lord duran y... RAYITA o mi dios!!!
me encanto el capi Tamita sigue pronto por favor
me tienes comiendome las unas XDD jeje
bueno chao cuidate
que estes bien bye
=D