Mi Amor Platonico

Mi Amor Platonico
Y el amor roto, cuando vuelve a nacer, crece
más bello que el primero, más fuerte, más grande.


miércoles, 20 de marzo de 2013

"CAPITULO 38"




La predicción de lady Fitzhugh de que su casa se inundaría de visitas empezó cumplirse a la tarde siguiente. El primero en visitar a ___________ fue lord Durand.

Ella no estaba de humor para recibir visitas. Junto con Elizabeth acababa de llegar a casa después de un largo paseo por Montagu House, en donde no le habían dejado entrar en el museo porque no había rellenado su solicitud con suficiente antelación. El hecho de que ella fuera la hija de sir Henry Wade, cuyos descubrimientos constituían la mayor parte de la exposición, no había impresionado suficientemente a los encargados como para romper sus estrictas normas de admisión. Así que, cuando llegó a la casa de Russell Square y se encontró con que lord Durand estaba esperándola en la salita, su humor no mejoró.

Se quedó petrificada al pie de la escalera, su mano agarrada con fuerza a la barandilla.

—¿Lord Durand? —repitió mirando confundida a Mary mientras le entregaba su abrigo y su sombrero—. ¿Por qué quiere verme?

La doncella recogió sus cosas y respondió.

—No lo sé, señorita, pero lady Fitzhugh me pidió que se lo dijera en cuanto llegara.

Antes de que ___________ pudiera responder, lady Fitzhugh, que debió de haber oído sus voces, salió de la salita y bajó rápidamente la escalera.

—Lord Durand está aquí —le susurró a _________—. Lleva esperándote más de media hora. —Tocó con cariño el brazo de __________—. Me ha dicho que es tu abuelo, el padre de tu madre, y que acaba de enterarse de ello. ¿Es eso cierto, _________?

—Sí —admitió _________, y empezó a subir con ella la escalera—. Pero nos ignoró durante años y yo no le he visto en toda mi vida. ¿Por qué quiere verme precisamente ahora?

—Dice que desea hablar contigo. Parece ansioso por conocerte y, para que no te sea todo tan extraño, a sir Edward y a mí nos gustaría estar presentes en la reunión. El barón está de acuerdo, si a ti no te importa, claro.

—No, no, por supuesto. Supongo que no puedo negarme a verle, a pesar de que él sí se negó a verme a mí.

—¿Eso hizo? —Lady Fitzhugh se extrañó—. Hoy parece tener muchas ganas de verte. Pero en cualquier caso, no creo que fuera la decisión más acertada, querida. Él ya nos ha reconocido a Edward y a mí que sois familia.

—¿Ah sí? —preguntó a la vez que lady Fitzhugh abría la puerta de la salita y entraba en ella. ___________ la siguió.

La primera imagen del barón la dejó sorprendida, y se detuvo en la puerta. __________ no esperaba que fuera un hombre atractivo. Se había imaginado una especie de anciano de mandíbula desencajada y expresión maléfica. En vez de eso, se trataba de un hombre alto, elegante, con el pelo plateado y que, a pesar de su edad, seguía siendo muy guapo. Esa sorpresa se incrementó al oír sus primeras palabras.

—Mi queridísima nieta —exclamó, y se acercó para cogerle las manos—. Me hace tan feliz poder verte finalmente. Ven, ven, deja que te mire. —La examinó de arriba abajo y luego la cogió del brazo para guiarla hasta el sofá que había cerca del fuego, delante de la silla en la que se había sentado lady Fitzhugh—. Tengo tantas ganas de que pasemos un agradable rato juntos.

__________ se soltó y prefirió sentarse junto a lady Fitzhugh, para así poder mirarlo directamente a los ojos. Pero antes de que pudiera preguntarle nada, el barón habló:

—Estoy tan contento por ti, querida niña. Deja que sea el primero en felicitarte.

Ella parpadeó sorprendida.

—¿Perdón? ¿Por qué me felicita?

—Por tu compromiso con el duque de Tremore, El duque Tom por supuesto.

__________ no daba crédito.

—No sé a qué se refiere. No estoy prometida con el duque.

El barón, no pareció impresionado por sus palabras.

—Claro, claro, lo entiendo. El duque ya me ha explicado lo impetuosa que fue su proposición y que le has pedido que te corteje como te mereces antes de hacer oficial vuestro compromiso.

—¿Eso le ha dicho? —preguntó ella apretando los dientes.

—Sí, y lo entiendo perfectamente. Tienes todo el derecho a querer que te conquisten, incluso aunque él sea un duque.

—No tengo ninguna intención de casarme con él —respondió ella sin lograr distinguir si le irritaba más Tom o el barón. En esos momentos estaba igual de harta de los dos.

El barón le guiñó un ojo.

—Pocas jóvenes se atreverían a hacer esperar a un duque, pero él parece bastante encariñado contigo y ya está resignado a la idea. De todos modos, deja que te dé un consejo, querida. No le hagas esperar demasiado. Al fin y al cabo, es un duque.

__________ tenía la sensación de que iba a oír esa frase bastante a menudo.

—No voy a casarme con él —insistió ella—. No hable de un compromiso que no existe, se lo ruego.

—Es inútil que intentes mantenerlo en secreto, el propio duque me dijo que tenía intención de hacer público que te estaba cortejando. Eres mi nieta, y como caballero tengo el deber y la obligación de cuidar de ti. Te daré consejos de cómo llevar este noviazgo, aunque ahora ya sea un poco inútil, pues ya le he dado mi consentimiento al duque.

__________ empezaba a estar harta de tratar con caballeros honorables.

—Yo no quiero ser su obligación, señor.

Antes de que él pudiera responder, se atrevió a preguntarle lo único que de verdad quería saber.

—¿Por qué ocultó que mi madre se fugó con mi padre y cómo logró mantener en secreto su matrimonio?

El barón miró a sir Edward y a lady Fitzhugh. Parecía enfadado por el cambio de tema e incómodo de tener que responder a esas preguntas, pero aun así lo hizo.

—Mi hija era muy joven, sólo tenía diecisiete años. No di mi aprobación al matrimonio. La gran diferencia social hacía que para ella fuera una unión muy desventajosa. Cuando se fugaron, decidí evitar a toda costa el escándalo, y dije a todo el mundo que Jane se había ido a Italia a estudiar arte.

__________ se sentía satisfecha de que él estuviera dispuesto a contarle la verdad sobre sus padres, pero era como si estuviera soltando un discurso perfectamente ensayado.

—Lo hice lo mejor que pude.

__________ se cruzó de brazos y lo miró seria.

—¿De verdad?

El barón se removió incómodo en su sillón, pero a ___________ no le afectó en absoluto.

—¿Por qué entonces no intentó corregir su error y reconocerme cuando se lo pedí? Ya sé que mi padre era un huérfano sin familia ni influencias, pero era un hombre brillante. Era un caballero, y su hija le amaba. Usted sabía que yo era su nieta y a pesar de ello se negó a reconocerme. ¿No le avergüenza habernos tratado así?

El barón no pudo reaccionar ante aquella avalancha de acusaciones. Parecía molesto por tener que tocar ese tema en su primera visita. Pero cuando habló no lo hizo enfadado, sino que agitó las manos sorprendido.

—___________, no es como tú dices.

—¿Ah no?

—No, no. —Volvió a mirar incómodo a sir Edward y a lady Fitzhugh, pero ellos no le ofrecieron ayuda. Lady Fitzhugh cosía y sir Edward atizaba el fuego. Ninguno de los dos parecía estar escuchando su conversación, y ni la tos forzada del barón logró captar su atención.

Sin ningunas ganas volvió a mirar a __________, que mantenía un estoico silencio.

—Tu padre estaba en Durham, cerca de mi finca de Cramond. Iba a dar allí unas conferencias sobre antigüedades romanas. Mi hija asistió a esas conferencias y empezaron a encontrarse en secreto. Una semana más tarde, vinieron a verme y me comunicaron que tenían intención de casarse. No hace falta que te diga que no lo aprobé.

—¿La desheredó?

Él negó con la cabeza al instante.

—No, no. Pero estaba furioso. Tu padre era un huérfano sin familia y sin influencias. Era casi veinte años mayor que mi Jane y no tenía dinero para poder mantenerla como ella se merecía, ni tampoco a los hijos que tuvieran. Si se hubieran quedado a vivir conmigo les habría perdonado, pero él quería que tu madre le siguiera por todo el Mediterráneo. Además, estaba convencido de que con una semana no había tenido tiempo de enamorarse. Mi hija y yo discutimos. Ella y tu padre se fugaron esa misma noche, y unos días más tarde se embarcaban en Edimburgo con destino a Nápoles. Nunca volví a ver a mi hija. Mi mujer también ha muerto y no tengo más hijos. ¿Puedes llegar a entender lo amargo y traicionado que me siento?

—Usted dice que no la desheredó, pero sí lo hizo. La eliminó de su corazón y nunca contestó ninguna de sus cartas. Como tampoco contestó la mía.

Él parpadeó ante la brutalidad de sus palabras.

—Espero que algún día lo entiendas.

__________ se apoyó en su silla, sin llegar a comprender su punto de vista.

—No, no lo entiendo en absoluto. No sólo abandonó a su hija, sino que también me abandonó a mí. Le escribí pidiéndole ayuda y lo único que recibí fue una carta de sus abogados. ¿Quiere que le diga lo que decía?

Él trató de responder, pero ella no se lo permitió.

—Decía, de un modo muy explícito, que yo no podía ser su nieta —continuó— y que cualquier otro intento de ponerme en contacto con usted para obtener su dinero sería inútil. Mi padre acababa de morir. Estaba en mitad del desierto de Marruecos, sin dinero, sin familia, sin nadie que me ayudara. Le escribí desde Tánger y durante dos meses esperé su respuesta intentando sobrevivir con lo poco que tenía. Todas las antigüedades que papá había descubierto en Volubilis ya las había vendido al duque de Tremore o a un museo de Roma, y el poco dinero que papá tenía para gastos ya se había esfumado.

Se daba cuenta de que se estaba poniendo nerviosa y demasiado emotiva, pero no le importaba. Quería que supiera cómo le había herido su indiferencia.

—Me vi obligada a vender los libros y el equipo de mi padre para poder comprar comida y tener un sitio donde dormir, pero esperé, tenía la esperanza de que mi abuelo, de que usted, me ayudaría. Sin embargo, no lo hizo. Me abandonó y me dejó sola, sin dinero y sin protección. Suerte que el duque Tom de Tremore quería contratar a mi padre y mandó dos pasajes para Inglaterra. Fui a Hampshire y trabaje para ganarme el sustento. Usted me pregunta si puedo entender lo que hizo y mi respuesta es no. No puedo entenderlo, y creo que me será imposible perdonarle.

—Para ser tan joven das tu opinión muy convencida —gritó él enfadado—. He venido aquí de buena fe, con la intención de arreglar lo mal que me he portado contigo.

—Sólo lo hace porque cree que voy a casarme con un duque. No hay ningún compromiso. Así que…

—Tal vez —interrumpió sir Edward por primera vez desde el inicio de la conversación— deberíamos hablar de este asunto a solas, lord Durand. Creo que las mujeres, y seguro que usted está de acuerdo, son criaturas demasiado emotivas y no permiten que la razón intervenga en su discurso.


__________ se sintió ultrajada, pero lady Fitzhugh le puso una mano en el brazo y, cuando ella se volvió a mirarla, lady Fitzhugh dijo:

—Tranquila.

—Tal vez tenga razón, sir Edward —dijo Durand.

—¡Fantástico! ¿Vamos a mi estudio? —Señaló la puerta y los dos hombres salieron juntos dejando solas a las mujeres.


CHICAS... aqui esta el capi.. se los dejo rapidito...
Las Quiero
Bye =)

PD: Ale amiga... felicidades por tu bebe ^^

3 comentarios:

  1. Awww muero como se atreve su abuelo aparecrxe de la nada y le pide q le entiendaa!!

    Estoy segura q (tn) le reclamara de esto a Tom!!

    Siguelaa esta hermosa la fic..
    Bye cuidate..

    Tamara tenemos q organizar el baby shower hahagahaha :D

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  2. HOLA! tamitha ayer no te comente porque andaba fuera de mi ciudad y rapido me fui a un ciber para meterlo por eso no viste mi comentario u.u apenas voy a leer este y el que metiste ayer pero mañana si te comento de este y del que actualizes :) esta buenisima la historia ... que estes bien amiga adios :)

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  3. waaaaaa su abuelo llego ... y esta... y sir Edwart
    y.... y lady Fitzhugh y... lord duran y... RAYITA o mi dios!!!
    me encanto el capi Tamita sigue pronto por favor
    me tienes comiendome las unas XDD jeje

    bueno chao cuidate
    que estes bien bye
    =D

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