"CAPITULO 36"
Ahora ya no le
importaba, lo que otra gente pensara de ella ya le daba igual.
—Sí, Tom —admitió
ella mirándolo directamente a los ojos sin avergonzarse de sus sentimientos. Al
menos habían sido sinceros—. Yo sentía todo eso por ti. Que Dios me ayude, me
quedé fascinada por ti, me hechizaste desde el primer día en que te vi.
Estúpida de mí, pero ya ves.
Él la miraba
totalmente estupefacto y, de algún modo, eso incrementó el enfado de ____________.
—Increíble,
¿verdad? Yo, entre todas las mujeres, queriendo a un duque. Yo, una mujer sin
dinero, sin influencias, sin familia, o sin una que la reconozca. ¡Yo, una
mujer seria, sosa, sin ningún atractivo, cuyo destino lógico era acabar siendo
una solterona porque era tan atractiva como un insecto pegado a una hoja!
Vio que a él se le
alteraba levemente el semblante y se animó a continuar.
—Sí, estaba fuera
de la sala de música esa noche, cuando tú y tu hermana hablasteis sobre mí. Lo
oí todo, cada palabra. ¿Se acuerda de la conversación, señoría?
Entonces él lo
comprendió todo y en su cara se dibujó un gesto de tristeza.
—Es cierto que dije
eso —murmuró él, y caminó hacia ella—, lo reconozco, pero ya me había olvidado.
No tuvo importancia.
—Quizá no la tuvo
para ti, pero para mí tuvo mucha. —Estaba tan enfadada que no se daba cuenta de
lo inútil que era en ese momento hablar de aquella noche. Le había dolido que
él se hubiera puesto a hablar de obligaciones cuando para ella lo que había
pasado entre los dos había sido espontáneo y maravilloso—. Creo recordar que
también dijiste que era como una máquina, una criatura sin ningún atractivo
físico. «Patética» fue la palabra que utilizaste.
Él dio otro paso y
la cogió por los hombros, sacudiéndola suavemente, como si creyera que estaba
histérica, cuando en realidad ella estaba muy tranquila.
—Escúchame, ___________
—dijo—, me duele que me oyeras decir algo tan horrible y desconsiderado, pero
entonces no te conocía. Quiero decir que, aunque sí te conocía, yo no sabía
cómo eras de verdad. —Se interrumpió y la soltó. Pegó los brazos al cuerpo y,
tras respirar hondo, volvió a intentarlo—. Es verdad que yo dije todo eso, pero
lo dije porque tú intentabas pasar siempre desapercibida. Eso fue de lo único
que hablamos. Viola me contó que quería ayudarte a buscar marido y me preguntó
mi opinión…
—Y se la diste con
pelos y señales. Le dijiste a tu hermana que buscarme marido era inútil. —Ella
rió dolida—. Por lo visto no era tan inútil, puesto que tú mismo pareces tener
intenciones de casarte conmigo. ¡Qué extraña es la vida!
Él dio un paso
atrás y, con las manos a la espalda, era la viva imagen de un duque.
—Créeme si te digo
que lamento muchísimo mis palabras. Lo que dije fue cruel y desconsiderado y me
doy cuenta de que te herí profundamente. Pero te aseguro que nunca quise
hacerlo. Desde ese día, tal como te decía antes, he empezado a sentir una
fuerte atracción hacia ti, tan fuerte que a veces creo que me volveré loco. A
lo mejor es sólo una locura pasajera, pero una locura al fin y al cabo. Te
deseo tanto, yo… —Soltó el aliento tan bruscamente que toda la apariencia ducal
desapareció—. Dios, después de lo que ha pasado, ¿tengo que explicártelo?
—No, creo que puedo
confirmar que tu opinión sobre mí ha cambiado radicalmente. Pero ¿cuánto tiempo
tardará en volver a cambiar? ¿Cuánto tiempo durará tu «locura temporal»?
¿Cuánto tiempo tardaré en volver a convertirme en un insecto para ti?
—¡Yo no pienso eso
de ti! —gritó él—. ¿Es que un hombre no puede cambiar de opinión? Yo he
cambiado. Cuando te miro no veo un insecto, veo a…
—No hace falta que
me halague, señoría —le interrumpió ella. No se sentía capaz de escuchar sus
cumplidos—. No es necesario. No se me rompió el corazón cuando supe lo que
pensabas de mí, sólo me dolió el orgullo. Aquello no era amor, era una
fascinación, y ya me he recuperado de ella.
—Maldición, ____________,
¡deja de interrumpirme! Siento el daño que te he hecho, que al parecer ha sido
mucho, pero eso no altera mis planes. Nos casaremos tan pronto como sea
posible. No voy a ignorar lo que el honor y el deber me obligan a hacer.
__________ no
respondió. Se agachó para recoger el delantal y se lo puso. Cuando hubo anudado
todos los lazos volvió a hablar.
—Una vez más crees
que todo gira a tu alrededor. Tu deber, tu buen nombre, tus herederos, tu
título, tus obligaciones. Crees que lo que ha pasado entre nosotros es algo
sórdido, a no ser que nos casemos, claro; en ese instante tu honor quedará
satisfecho. Pero sobre todo, quieres casarte porque te sientes culpable.
Ella vio cómo el
acusaba el golpe. Tomó aire y continuó.
—Yo en cambio no me
siento culpable en absoluto. No me siento arruinada. De hecho, hasta que has
empezado a hablar del honor y del deber me sentía maravillosamente bien. Yo
sabía lo que quería y, al igual que tú, luché por obtenerlo. Para ti quizá haya
sido deshonroso, pero tu deshonor no es el mío. Lo que ha pasado entre
nosotros… —se le rompió la voz, pero respiró hondo y continuó—… ha sido
maravilloso, de verdad. Ha sido la cosa más excitante y bonita que me ha pasado
nunca, y no permitiré que la conviertas en algo de lo que deba avergonzarme. No
me casaré contigo porque, a pesar de esa atracción que sientes por mí, tú no me
amas, ni siquiera sientes cariño por mí. No me casare con un hombre sólo por
satisfacer su honor y sus remordimientos.
—El amor no tiene
nada que ver con todo esto. Estamos hablando del honor y del deber.
—Pues yo no seré el
deber de ningún hombre. —Caminó hasta la columna en la que colgaba su abrigo—.
Gracias por la proposición, señoría, pero no voy a casarme con usted. Es mi
última palabra. Considérese liberado de cualquier deber.
Con el abrigo sobre
los hombros salió de la antika sin decir nada más.
Tom se quedó
mirando la puerta que __________ acababa de cerrar tras ella de golpe. Aún no
se creía lo que acababa de pasar. Se sentía estafado y enfadado. ¿Qué esperaba
que hiciera? ¿Acaso pensaba que era un bruto que sólo la usaría y luego le
pagaría como si fuera una prostituta? ¿Que la abandonaría como si no le
importara? ¿Que la convertiría en su cortesana? Dios, eso le había dolido.
Pensar que ella lo creyera capaz de hacer esas cosas le dolía muchísimo.
Aunque él también
la había herido. Ella había sentido algo por él y seguro que sus duras palabras
le habían hecho mucho daño. Pero había intentado explicarle que entonces no la
conocía, no de verdad. Que para él sólo era una persona más que estaba a su
servicio, y la trataba acorde con eso. Y sí, en ese momento su opinión de ella
como mujer no era muy halagadora, pero si hubiera sabido que estaba fuera de la
sala escuchando no lo habría dicho.
«Un insecto.» Era
verdad que había dicho eso, pero ahora ya no la veía así. ¿Es que no podía
darse cuenta? Ella ya no era esa discreta empleada que hacía todo lo que él le
pedía, que lo escuchaba como si fuera un dios, que llevaba a cabo su más mínimo
deseo sin rechistar.
Había cambiado
delante de sus ojos. Se había convertido en la mujer más atractiva y deseable
que él nunca hubiese conocido. Incluso ahora, cuando se daba cuenta de las
consecuencias de lo que acababan de hacer, seguía deseándola con todas sus
fuerzas, incluso ahora, cuando las cosas que más valoraba en este mundo, el
futuro de su título, su nombre, su posible hijo ilegítimo, estaban en peligro,
incluso ahora, seguía deseándola.
Sí, ella se había
convertido en su obsesión. Era una mujer brillante y apasionada a la que había
herido profundamente.
Ésas no eran las
mejores circunstancias en las que un hombre podía declararse y seguramente lo
único que había logrado había sido herirla de nuevo. Hablar de obligaciones y
pagas no era muy romántico, y que apareciera su amante en la conversación
tampoco había ayudado. Ni siquiera había tenido la oportunidad de decirle que
hacía mucho que no había visto a Marguerite, y que le había mandado una carta
dando por finalizada su relación.
Había sido
presuntuoso de su parte pensar que ella diría que sí sin más, pero maldita sea,
él era un duque. Sólo los duques reales, los príncipes y el rey estaban por
encima de él. No era tan raro que, dadas las circunstancias, él hubiese dado
por hecho que ella aceptaría su proposición.
Tom se acercó a la
mesa que había quedado arrinconada contra la pared. Cogió su abrigo, se lo puso
y salió de la antika.
El sol apuntaba por
el horizonte y Tom se detuvo para deleitarse con ese despliegue de colores
rojizos. Era el día de la Epifanía. Muy apropiado, pensó mientras caminaba
hacia la casa.
Casarse con __________
era lo correcto, lo que dictaba el honor. Ahora, lo único que tenía que hacer
era encontrar un modo de convencerla. Tom tenía el presentimiento de que eso no
iba a ser nada fácil.
CHICAS.... aqui con un nuevo capi.. pucha tenia ganas de subirles el sabado pero tuve clases... y la verdad es que no me dio el tiempo con los trabajos y todo.. asi que parece que seran los capis de lunes a viernes xd jajaja.. como ven parece que Tom no podra salirse con la suya en el tema del matrimonio o si? jejej tendran que esperar.... pero se que los otros capis les encantaran...
Cuidence
Las Quiero
Bye =)
me encanto el capitulo
ResponderEliminary wow con la verdad de tn
le dijo todo, tal y como tom se lo
merecia pero pobres de los 2
sigue pronto por favor
bye cuidate...
Awww Tamitha.. Me desesperooo. Que pasar? La convencera de casarse con Tom?? Y si es asii como lo lograra??
ResponderEliminarSiguelaaa esta muy interesantwe :D
bye cuidate
muy interesante! siguela que muero de ancias por saber como tom la convencera aunque TN estubo genial con lo que le dijo al mendigo de tom xD yo si fuera ella tambien le diria sus cosas y una santa de cachetada ok no ._. bueno que estes bien y que siga la fic xD
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