Mi Amor Platonico

Mi Amor Platonico
Y el amor roto, cuando vuelve a nacer, crece
más bello que el primero, más fuerte, más grande.


miércoles, 6 de marzo de 2013

"CAPITULO 29"




Besos a cambio de tiempo. Tom estaba convencido de que era la proposición más extraña que había hecho a una mujer, pero __________ no parecía impresionada.

—Muy propio de usted pensar algo así —dijo ella mientras se alejaba de él riéndose—. Así usted siempre sale ganando.

Eso era verdad, y no pudo evitar reírse con ella, pero en las tres semanas siguientes dejó de hacerle gracia. No podía dejar de pensar en aquel beso en todo el día. La exquisitez con la que su pierna se había amoldado a la suya, sus brazos rodeándole el cuello. El aroma a gardenia inundándole los sentidos, el dulce tacto de su boca y el calor que irradiaba su cuerpo. Pero lo que más recordaba era su cara cuando se separaron. La sorpresa, el placer genuino que había en su sonrisa y que no había sido capaz de ocultarle.

Él tenía razón. Ella era muy apasionada, pero mantenía ese sentimiento prisionero bajo su serena superficie. Él había logrado liberarlo por unos segundos y se moría de ganas de hacerlo de nuevo.

Por las tardes, revisaban las piezas y escogían cuáles se enviarían al museo y cuáles no. Cada noche la cogía entre sus brazos y bailaba con ella. Le preguntó todo lo que quería saber sobre los lugares en los que había vivido, sobre las pirámides, el Coliseo, los mercados de Tánger y Marruecos. Discutía con ella, le tomaba el pelo, flirteaba con ella, pero nunca, en esas tres semanas, ni una sola vez intentó besarla de nuevo.

Besarla sería sólo el preludio de todo lo que había imaginado hacer con ella, y eso comprometería el honor de él y la inocencia de ___________. Tenía que recordarse una y otra vez que él era un caballero, algo que nunca le había costado tanto tener presente. Hacía catorce años que cumplía con las obligaciones de su cargo, llevaba toda una vida acatando las normas de la sociedad y cumpliendo con una estricta disciplina, todo eso ahora podía ayudarle. No importaba el rango que tuviera, ni su título, un auténtico caballero no se aprovecha de una dama inocente, especialmente si ella trabaja para él. Besar de nuevo a ________ no sería correcto, y Tom sabía que tenía que controlarse. Pero ¡tenía tantas ganas, Dios, tantas!

Las implicaciones de lo que le había sugerido a ella no dejaban de perseguirle. Cada día se le ocurrían infinitas maneras de darle placer a cambio de que se quedara más tiempo. Maneras que lo obsesionaban de día y de noche invadían sus sueños.

Ella aprendió a bailar el vals bastante bien, así que empezó a enseñarle los pasos básicos de otros bailes populares. No fue fácil, ya que la mayoría de esos bailes requerían de cuatro personas como mínimo. Tratar de explicarle qué era un moulinet o un interchassé sin otras parejas es casi imposible, pero él lo intentó de todos modos. Cogerse de las manos era la mayor intimidad que tenían esos bailes, así que para Tom eran mucho más seguros que bailar el vals.

La presencia de otras personas habría sido de más utilidad que su determinación, claro, y ahora probablemente ella ya no tendría miedo de que la vieran, pero él no se lo sugirió. Que Dios le ayudara, no estaba dispuesto a sacrificar el placer de estar a solas con ella. La necesitaba, necesitaba estar con ella, y quería saber quién ganaría, si su deseo o su resistencia. Una apuesta muy peligrosa.

Sabía que estaba jugando con fuego, pero el riesgo valía la pena. Tres semanas después del beso en la antika se percató de que no podía aguantar más, de que estaba al límite, y dio cuerda a la caja de música para que sonara un vals.

—¿Vamos a practicar el vals esta noche? —preguntó __________ al oír la melodía—. Hace mucho que no bailamos uno.

Tom le cogió la mano.

—Debemos repasarlo de vez en cuando. —La acercó a él y le rodeó la cintura—. Además, prefiero bailar un vals con usted que formar las aburridas figuras de la cuadrilla a través de la habitación.

—¿De verdad?

—Sí, aunque mi pareja de baile sea tan cruel conmigo.

—¿Estoy siendo cruel? —preguntó ella sonriendo ante el burlón tono de su voz—. ¿Y cómo es eso?

—Usted sabe lo importante que es el museo para mí y se niega a darme más tiempo a cambio del beso que le di hace tres semanas, un beso que sé que disfrutó. —Él vio cómo ella se sonrojaba y se preguntó cómo había podido encontrarla sosa antes. Era la criatura más excitante que había conocido nunca. Decidió arriesgarse de nuevo—. Quizá podríamos volver a negociar.

—Oh, no, no —negó sonriendo. A ella también le gustaba ese juego que había entre los dos—. No voy a darle un mes más.

—Pues entonces dos semanas.

—¡Qué presuntuoso de su parte! —exclamó ella aún riéndose, y le dio una palmadita cariñosa en el hombro—. Sea serio en sus negociaciones o no me haga perder el tiempo con ellas.

Tom la acercó un poco más a él, mucho más de lo que era apropiado en un vals.

—¿Qué consideraría usted una oferta seria?

___________ simuló meditarlo durante unos instantes.

—Ese beso debió de durar dos minutos como mucho. Así que estaría dispuesta a darle dos minutos más de mi tiempo.

Tom la miró con fingida indignación.

—¿Dos minutos? ¿Es eso todo lo que merezco? ___________, me siento insultado. Creo que una joven dama que espera entrar en sociedad debería valorar más mi beso. Al fin y al cabo, soy un duque.

Los preciosos ojos de ella brillaron con picardía.

—Tal vez valdría más si pudiera contarlo, pero si explico en Londres lo bien que besa usted, arruinaré mi reputación.

Él sonrió, le encantaba poder flirtear con ella.

—Pero haría maravillas con la mía —contestó él—. Me gusta la idea de que todas las mujeres de Londres estén al corriente de mis encantos.

—Y usted decía que no le gustaba ser el centro de atención.

Él la acercó aún más.

—Ah, ___________, para un hombre, ser considerado un buen amante es mucho más gratificante, que cualquier otro chisme que puedan decir sobre él.

Él creyó que a ella se le estaba acelerando la respiración, pero no podía estar seguro. Cuando contestó, lo hizo de manera seria y escueta, pero aún se le notaba la sonrisa en la mirada.

—Nadie oirá de mí lo bien que besa, señoría.

—¿Usted no es de las que presume de sus conquistas?

—No. —Bajó la vista para luego mirarlo directamente a los ojos—. Además, si quiere que me quede más tiempo, tiene que ofrecerme algo más tentador que un simple beso.

Eso sin duda podía hacerlo. Sabía en todos los lugares donde le gustaría besarla: en los suaves lóbulos de las orejas, en su sedoso pelo, en el interior de sus muñecas, en las mejillas.

Su imaginación se descontroló. Sus pechos redondos con los rosados pezones excitados por sus labios. La base de su espalda, su ombligo. Los rizos dorados y la dulce y caliente hendidura de su entrepierna.

—Un simple beso puede ser mucho más tentador de lo que se imagina —dijo él sin reconocer su propia voz.

Habían dejado de bailar y él ni siquiera se había dado cuenta. En algún lugar, a lo lejos, oyó cómo la música se iba deteniendo.

Él iba a besarla de nuevo. Iba a permitir que el deseo que sentía por ella se descontrolara por un instante. Seguro que luego lograría contenerlo.

Sólo un beso. Sólo uno. Agachó la cabeza.

—La música se ha parado. —Ella retrocedió unos pasos, se dio la vuelta y se encaminó hacia la caja de música.

Él no iba a permitir que se alejara, así que la atrapó por la cintura y la atrajo con fuerza hacia él. Los dos se quedaron petrificados, la espalda de ella pegada contra su pecho.

Tom cerró los ojos e inhaló la esencia de gardenia de __________. Sentía sus suaves cabellos rozando su mandíbula. Podía notar cómo a ella se le aceleraba la respiración en el brazo y sentía sus nalgas apretadas contra sus caderas. Notaba cómo sus pechos rozaban su mano, todo lo que tenía que hacer era mover un poco los dedos.

Pero en lugar de eso, se apartó un poco de ella y abrió los ojos. Se le secó la garganta al ver su nuca. Llevaba el pelo recogido en un precioso moño que Ella le había hecho aquella mañana. Las minúsculas peinetas de concha parecían ámbar a la luz de las velas. Quería deshacérselo, pasar los dedos por aquella densa cabellera. No lo hizo, sino que inclinó la cabeza y le besó la nuca. Tenía los tendones tan rígidos como las cuerdas de un arpa.

—¿Está segura de que otro beso no lograría tentarla? —le preguntó, y se ladeó un poco para poder besarle el cuello.

—No me quedaré otro mes —dijo ella quedamente por encima del hombro—. Aquel beso no fue tan bueno.

Él rió suavemente y su aliento le rozó la oreja.

—Sólo fue el momento más extraordinario de su vida —susurró él—. Es el mejor cumplido que jamás he recibido de una mujer, ___________.

Él le lamió la oreja y ella emitió un entrecortado suspiro. Aún intentó seguir discutiendo con él.

—Yo dije… que… había sido… uno de los momentos más extraordinarios. Uno de muchos. He tenido otros, ¿sabe?

—¿De verdad?

—Además, creo que dos minutos es… es… muy generoso por mi parte. Para usted, besarme debería ser una recompensa en sí misma.

¿Recompensa? Él estaba totalmente excitado por el roce de su espalda, temblaba por el esfuerzo que estaba haciendo por contenerse. Aquello era una tortura, no una recompensa. Si en aquel instante ella le pedía que le devolviera un mes a cambio de permitirle seguir abrazándola de aquel modo, aceptaría. Dios, sí. Al instante.

Movió la mano y cubrió su pecho con ella. Ella se sobresaltó y se dio la vuelta. Colocó las palmas sobre su torso, como si tuviera intención de apartarlo.

Él no podía dejarla ir. Aún no.

—¿Es ésta mi recompensa? —preguntó él deslizando las manos hasta su cintura. Inclinó la cabeza—. Enséñemelo.

Sus labios acariciaron entreabiertos los suyos. Mientras la besaba, movía suavemente la mano que tenía en su espalda dibujando tímidas caricias, pero ____________ no se movió. No le devolvió el beso. En vez de eso, se mantuvo rígida, con los labios fuertemente apretados.

Ahora que Tom había decidido sucumbir a la tentación no iba a permitir que ella se resistiera, y sabía que si quería disfrutar de su pasión tenía que hechizarla. Le acarició las mejillas con las yemas de los dedos y le lamió lentamente los labios, de un lado a otro, una y otra vez, obligándola a suspirar.

La boca de ella tembló con la suave caricia de su lengua, pero aún no estaba dispuesta a rendirse.

—___________, ____________, bésame. Te lo pido por favor.

—Yo… —empezó a decir ella, al hacerlo, abrió sus labios entre los suyos. Tom aprovechó para besarla profundamente, introduciendo su lengua al notar cómo ella se relajaba. Bajó las manos hasta su cintura y se apretó contra ella al tiempo que daba un paso adelante haciéndola retroceder hasta llegar a la pared. Los dedos de ____________ se agarraban a su camisa: tiraba de la tela atrayéndolo hacia ella. La boca de ella contra la de él, su lengua buscando la suya. Un silencioso permiso. Él buscó sus manos y entrelazó los dedos con los de ella, así cogidos, respirando el uno la esencia del otro, poco a poco ella se fue relajando en su abrazo hasta rendirse a él.

Tom le soltó las manos y le rodeó la cintura. Empezó a acariciarle las costillas. Gracias a Dios no le había hecho caso en lo de llevar corsé; lo último que querría ahora sería ese tipo de impedimento. Fue subiendo hasta llegar a sus redondos pechos y notó cómo se endurecían bajo sus manos. Sólo dos capas de ropa separaban la cordura de la locura.

«Me detendré —le prometió a ella en silencio—. Lo juro.»

Dejó de besarla y, mientras le acariciaba los pechos, dibujó un camino de besos a lo largo de su mandíbula. Las suaves curvas de ella le quemaban dondequiera que le tocaran. Sus caderas se movían ansiosas contra sus muslos y oleadas de placer inundaban todo su cuerpo.

Quería tumbarla en el suelo y sentir cómo esas caderas ondulaban bajo las suyas, quería notar sus largas piernas alrededor. Quería oírle pronunciar su nombre, una y otra vez, mientras le hacía el amor. Él no podía llegar tan lejos, no podía, pero tenía que besarla un poco más antes de dejarla ir.


Chan..chan...chan... ooo el segundo beso Chicas.. y es de seguro mas apasionado que el primero....ustedes creen que Tom se detendra?? sera capaz?? o mejor dicho TN querra que Tom pare?

Ya quiero ver que cara ponen jajajaja espero les guste el capi...
se me cuidan
Las Quiero

Bye =)

5 comentarios:

  1. ohhhhhh nena...
    discupulpame por no haber comentado antes enserio q soi mala lectora pero del celular no hay manera de comentar bien...
    ahora tengo un monentito pa decir q eres super escribiendo enserio...
    bueno me tengo q ir cuidate mucho besos..

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  2. Oh oh oh, perfecto!!
    Eres mala muy mala!!
    DEMASIADO'

    Sube pronto!, de verdad! ¡ya quisiera que subieras todos los días!, enserio! Eres muy buena escribiendo!
    Bye bye, besos cuidate.

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  3. Yoo espero q Tom no pare y q (tn) no quiera q parre!! Es que obvio los dos se desean a morir!!?

    Amo la fic :D Siguelaa ni bien puedas Tamitha esta muy emocionanteee..

    Bye cuidate :P

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  4. enseriooooo te encargo mi cara tami esta buenisimaaa me encantooo siguela prontooo besos cuidateee.

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  5. oh, oh, nooo tamtha por que la dejas así
    :o ahhhyyy no, ojala y ninguno de los dos quiera parar :P
    aaa esta buenisima me encanto sigue pronto por favor

    adios
    cuidate...

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