Mi Amor Platonico

Mi Amor Platonico
Y el amor roto, cuando vuelve a nacer, crece
más bello que el primero, más fuerte, más grande.


martes, 12 de febrero de 2013

"CAPITULO 17"




Al principio, la teoría de Tom de que cenando juntos podrían acabar siendo amigos no parecía muy factible.

Para empezar, el comedor era demasiado grande para que en él cenaran sólo cuatro personas, aunque una de ellas fuera un duque. El altísimo techo dorado y plateado, la larga mesa con sus sillas de terciopelo granate, las columnas de mármol blanco, los espejos y los querubines, nada de todo eso ayudaba a crear un ambiente confortable, al menos para __________.

Luego estaba el problema de la comida. Había dos tipos diferentes de sopa, una fría y una caliente. Le siguieron tres platos de pescado y dos de carne, cada uno con cuatro variedades distintas. Todo estaba muy bien presentado y era delicioso, pero a __________ le pareció una exageración y un gran desperdicio. Era imposible que cuatro personas se comieran todo aquello.

Ella estaba acostumbrada a cenar sobre una mesa cubierta de polvo en el desierto o en una modesta pensión italiana. En esas cenas ella y su padre siempre hablaban de historia, de antigüedades o de la excavación en la que estaban trabajando.

Para acabar, estaba el problema del anfitrión. Él intentaba ser amable, y el señor y la señora Bennington escuchaban encantados sus comentarios, pero ella no podía. Sus maneras, especialmente con ella, eran educadas y consideradas.

__________ sabía que ese despliegue de encantos formaba parte del plan de Tom para que se quedara en Hampshire. Él podía ser el hombre, más encantador del mundo, pero ___________ no podía soportar que lo fuera con ella sabiendo lo que él pensaba en realidad.

Por otra parte, Tom no sólo se preocupaba de si le gustaba la comida, sino que parecía estar observándola en todo momento. Cada vez que levantaba la vista, lo pillaba mirándola con una intensidad difícil de definir.

Ella tenía el mismo aspecto de siempre. Lo único que había hecho había sido ponerse su mejor vestido, que era de un gris pálido y estaba muy pasado de moda, y quitarse las gafas. Era imposible que ninguno de esos cambios hubiera captado la atención de Tom , así que llegó a la conclusión de que su desconcertante escrutinio se debía a su paseo bajo la lluvia. Al fin y al cabo, él la había tachado de loca por ello.

A la hora de los postres ya no podía aguantar más.

—Señora Bennington —se dirigió a la vieja señora que estaba sentada frente a ella—, ¿no cree que el duque me está mirando mucho esta noche? Me examina como si fuera un artefacto.

—¡Cielo santo, querida! —exclamó la señora Bennington, y se rió quedamente al mirar al duque, y luego nuevamente a ___________—. No debería hablar de sí misma en esos términos. ¡Un artefacto!

Tom, que estaba sentado en el extremo de la mesa, cogió su copa de vino y, a través de sus espesas pestañas, la miró como un león observando a su presa.

—Yo mismo podría describirla de ese modo, señora Bennington —dijo Tom—. Los artefactos son objetos misteriosos, intrigantes y difíciles de interpretar. Uno normalmente emite juicios equivocados sobre ellos.

_________ apretó la servilleta que tenía en su regazo. ¿Qué estaba diciendo?, ¿que al fin y al cabo no era un despreciable insecto? Se obligó a relajarse y cogió su copa.

—¿Cree que soy un misterio, señor?

—Así es, señorita Wade.

—No veo por qué. —Tomó un sorbo de clarete y dejó la copa—. Le aseguro que no hay nada misterioso en mí.

—Señorita Wade, creo que el duque tiene razón —intervino de nuevo la señora Bennington—. Desde que dimitió, el señor Bennington y yo estamos un poco desconcertados.

—Supongo que se sorprendieron, pero…

—¿Sorprendernos? —la interrumpió la señora Bennington—. Que Dios nos bendiga, fue una revelación. No es que no la comprendamos, por supuesto. En su situación, quién no aceptaría la oferta de lady Hammond, y usted sin duda se lo merece. Sencillamente es que no teníamos idea de que usted y la vizcondesa fueran tan amigas. Así que, ya ve, su señoría tiene razón al afirmar que es usted un misterio. Tan cerrada como una ostra.

___________ no sabía qué decir, nunca se le hubiera ocurrido pensar que ella pudiera ser misteriosa e intrigante.

—¿Lo ve? —continuó la anciana dama—. Incluso ahora sigue callando. No pasaría nada por que fuera más abierta o más expresiva. Con usted es imposible saber lo que está pensando o sintiendo.

—No esperará que los jóvenes dandis de Londres le lean la mente, ¿verdad? —añadió el señor Bennington con una sonrisa.

—Ya no los llaman dandis, querido —le corrigió su esposa—. Ese término ha pasado de moda, ahora los llaman beaux.

—Puesto que todos estamos de acuerdo en que la señorita Wade es un misterio —intervino Tom—, ¿qué les parece si dejamos que sea ella quien escoja cuál será nuestro entretenimiento de esta noche? Así quizá descubramos algo más sobre ella, —Dejó su copa y se incorporó un poco. Miró a __________ como si su respuesta fuera de vital importancia—. ¿Cuál escoge, señorita Wade?

—Debe ayudarme, señoría —respondió ella sonriéndole—. Es usted tan atento y considerado que seguro que ha preparado varios divertimentos para nosotros. Cuénteme qué tiene previsto.

—Una respuesta directa y muy hábil —dijo él riendo—. Me halaga, gana un poco de tiempo y sigue sin revelarnos nada sobre usted. Muy bien, voy a darle varias opciones. Si quiere música puedo traerle músicos. ¿O acaso prefiere la poesía?

—No escoja la poesía, señorita Wade, se lo suplico —rogó el señor Bennington—. Siempre me duermo.

—No, señor Bennington —le riñó Tom—. No pida tal cosa. Me encantaría recitar a Byron, a Shelley o a Keats a la señorita Wade si ella lo desea. Sus deseos son órdenes para mí.

___________ no soportaba oírle hablar así, como si ella fuera en verdad importante para él. Y la mera idea de oírle recitar los románticos versos de Byron le ponía los pelos de punta. Se levantó y dejó la servilleta a un lado.

—Creo que me gustaría ver su invernadero, señor. La señora Bennington me ha dicho que es impresionante y nunca he tenido la oportunidad de visitarlo.

—Entonces daremos un paseo por el invernadero —aceptó Tom, y se levantó junto al resto de invitados—. Haverstall, mande a un lacayo para que encienda los candelabros.

—Muy bien señor —respondió el aludido, y envió a un lacayo a cumplir el encargo.

Tom se acercó a __________ y le ofreció su brazo.

—¿Nos vamos?

Ella apoyó la mano en el antebrazo de él y salieron del comedor con el señor y la señora Bennington detrás.

Pasearon por el largo camino que llevaba al invernadero. Ninguno de ellos hablaba, pero __________ podía sentir cómo Tom no dejaba de mirarla. Ella tenía la mirada perdida y estaba concentrada en disimular sus sentimientos, pero cuando estaban a punto de llegar a su destino no pudo evitar preguntar:

—¿Qué cree que desvela de mí mi elección de entretenimiento?

—¿Que le gustan las flores?

__________ no pudo evitar reírse ante la respuesta tan rápida y tan evidente que él le había dado.

—¿Ve como no soy misteriosa? —comentó ella—. A todas las mujeres nos gustan las flores.

—Me gusta oírla reír.

Le tembló todo el cuerpo y casi se quedó paralizada allí mismo, pero por suerte se recuperó a tiempo. No contestó y continuaron el resto del camino sin hablarse.

Cuando llegaron al invernadero, fue él quien rompió el silencio.

—Debo confesarle, señorita Wade, que este paseo no ha sido lo que yo esperaba que usted sugiriese como entretenimiento.

—¿Y qué esperaba pues?

—Veinte preguntas —le susurró al entrar en el invernadero—. Pero sólo si yo pregunto y usted responde.

—Ni en un millón de años —contestó seria.

A continuación, sacó las gafas del bolsillo de su falda, se las puso y se dispuso a observar el jardín interior que la rodeaba.

Al igual que todas las estancias de Tremore Hall, el invernadero era enorme. El techo estaba compuesto por paneles octogonales de cristal, y tenía como mínimo quince metros de alto. Las paredes eran también de cristal y los paneles que la formaban estaban separados por unas columnas de piedra que se arqueaban hasta juntarse con las columnas que había en el centro de la habitación, como en un foro romano. En los cristales se reflejaba la luz procedente de la casa y los candelabros que había encima de altos pilares aportaban una luz adicional.

El señor y la señora Bennington empezaron su paseo por uno de los extremos, pero __________, con Tom a su lado, se colocó en el centro para tener así una vista general. Había limoneros, palmeras y plantas de dátiles como las de Palestina, y estaba lleno de fuentes, estatuas y bancos de piedra en los que sentarse. Flores de brillantes colores se abrían por todas partes, muchas eran conocidas por __________, pero otras no las había visto en su vida.

—¿Tenía razón al decirle que era magnífico? —preguntó la señora Bennington desde detrás de las palmeras.

—La tenía, es magnífico —le dio la razón ____________, y levantó la vista hacia el techo acristalado—. No había visto nunca algo así. —Entonces se dirigió a Tom—: Estoy impresionada, señoría. Francamente impresionada.

Él le sonrió y ella volvió a perder el aliento.

—Viniendo de alguien que ha visto medio mundo, es el mayor de los cumplidos. Gracias.

__________ giró sobre sí misma y cuando estuvo de nuevo frente a él dijo:

—Es muy inglés, ¿no cree?

Él se rió y ella, sin entender su risa, lo miró sorprendida.

—Señorita Wade, tiene a su alrededor estatuas griegas, limoneros, bonsáis de Japón y piñas de las islas Sándwich. ¿Cómo puede ser nada de esto inglés?

___________ no pudo evitar devolverle la sonrisa.

—Yo creo que es muy inglés. Mire, en Italia nadie tiene un limonero en su casa, y las palmeras de Palestina parecen esqueletos al lado de éstas. Y, por cierto, ¿qué demonios es un bonsái?

Él señaló la planta que había a sus pies y ella, sorprendida ante la pequeñez del árbol, se agachó.

—Qué curioso, es un árbol en miniatura con pequeñas manzanas. —Levantó la vista hacia él y preguntó—: ¿Son de verdad?

—Compruébelo usted misma. —Tom se arrodilló a su lado, arrancó una diminuta manzana y se la acercó a los labios. Ella dudó un instante, antes de abrir la boca—. ¿Sabe que la manzana es la fruta de la tentación? —dijo él mientras ella aceptaba la fruta que le ofrecía.
 
__________ casi se atragantó al notar el tacto de sus dedos sobre los labios. Bajo la lluvia él la había acariciado de esa misma forma y ella volvió a sentir el calor que sintió entonces.


CHICAS... espero les guste el capi.. y gracias por entenderme sobre mis vacaciones.. ya quiero que sea viernes... =)...

Sera que todo lo que esta haciendo Tom dara resultado sobre TN y se quedara???

Cuidence
Bye =D

4 comentarios:

  1. Te juroo q yo ya me quedaria ahiii..
    Me encantooo eso de la manzana es la fruta de la tentacion!! Eso es una insinuacion..

    Yo creo q no dara resultado y espero q no (tn) tiene q hacerse de rogar...

    Siguelaa esta hermosa :D

    Bye cuidateee ya quiero acercamiento :P

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  2. ojala de resultado perooo no solo para que trabajeee me encantooo el capitulooooo cuidateeee besos.

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  3. hay no lo se tal vez si es para que se quede pero
    no (tn) tiene que ser fuerte, tiene que resistirse
    a las insinuaciones de Tom... al menos un poco más :3

    esta hermosa la fic Thamita sigue prontooo plisss!!!!

    y sobre tus vacaciones no te preocupes vas a ver que
    en menos de lo que imaginas será viernes :)

    bueno bye
    cuidate =D

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  4. hola! byueno estubo excelente el capi --- me gusta muchisimo la historia ... bueno cuidate y felices vacaciones :D

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