Mi Amor Platonico

Mi Amor Platonico
Y el amor roto, cuando vuelve a nacer, crece
más bello que el primero, más fuerte, más grande.


viernes, 1 de febrero de 2013

"CAPITULO 11"




___________ vigilaba cómo un par de trabajadores entraban una gran sección del suelo de mosaico dentro de la antika. Cerró los ojos cuando un extremo golpeó con el marco de la puerta, y un pequeño trozo se rompió y cayó al suelo.

—Oh, por favor, tengan cuidado.

—Nunca pida las cosas por favor a los trabajadores —le susurró al oído una voz suave—. Si lo hace, no la respetarán.

El sonido de las palabras de Tom, justo detrás de ella, la sobresaltó, y __________ se volvió.

—Gracias por el consejo, señor —dijo ella—, pero dado que he estado rodeada de trabajadores toda mi vida, creo que puedo arreglármelas sin su ayuda para que muevan un suelo de mosaico.

Y dicho esto, se alejó, pero podía sentir la mirada de Tom clavada en su espalda mientras seguía a los hombres dentro de la antika.

—Gracias —les dijo cuando depositaron el pavimento encima de la mesa de trabajo—. Ahora necesitaría…

—Váyanse —interrumpió Tom desde atrás.

Los dos hombres obedecieron inmediatamente, ignorando las protestas de __________, quien se enfrentó a él cuando los trabajadores hubieron salido del edificio.

—Supongo que no se le ha ocurrido preguntarse si yo necesitaba su ayuda antes de despedirlos.

—No —contestó él, directo como siempre—. Quería hablar con usted en privado, así que les mandé salir.

—¿Siempre consigue lo que quiere?

____________ vio cómo levantaba las cejas, sorprendido ante su impertinencia, y no pudo evitar sentir un poco de satisfacción. Mostrarse indiferente era tan fácil ahora que ya no sentía nada por él…

—Normalmente sí —contestó Tom—. Quizá porque soy arrogante, desconsiderado y egoísta, según me han dicho.

Oírle citar sus propias palabras la desconcertó un poco, pero si esperaba que se disculpara, estaba muy equivocado.

—Todos los duques somos así —continuó él—. Es el modo en que nos educan. Crecemos rodeados de gente que sólo espera satisfacer nuestros más pequeños deseos y obedecer cualquier orden sin cuestionarla. No espere que un duque se comporte de otro modo.

Ella movió la cabeza en deferencia a su superior conocimiento sobre los duques.

—Con usted como ejemplo, le aseguro que no lo haré.

Él profirió un ruido entrecortado que sonó sospechosamente como una risa, y el sentimiento de satisfacción de __________ se evaporó. Ella había querido que sus palabras le dolieran.

—Veo que finalmente ha encontrado su voz, señorita Wade —comentó él, con algo de displicencia.

—No sabía que la hubiese perdido —replicó ella rápidamente—. Que yo sepa, ha estado conmigo todo este tiempo.

—Un hecho que justo ahora estoy descubriendo —murmuró Tom, y dio un paso hacia ella, pero __________ no retrocedió. Por el contrario, le aguantó firmemente la mirada mientras él la estudiaba.

—Sus ojos no son azules —dijo él, sorprendido, como si hubiera descubierto algo inesperado—. Son de color lavanda.

El corazón de ___________ se desbocó y toda su recientemente descubierta confianza la abandonó. Había algo en la mirada de él, en su voz, que la hirió y le hizo recordar a la mujer que había sido hasta el día anterior, una mujer afortunada que no sabía lo doloroso que era que le rompieran el corazón.

Respiró profunda y serenamente. Esa mujer se había ido, y la que ahora ocupaba su lugar no iba a sentir dolor por culpa de él. Nunca más.

—Seguro que su señoría no me buscaba para comentar el color de mis ojos. —Al ver que él no contestaba, se dio la vuelta. Por encima del hombro, añadió—: Sea lo que sea lo que quiere discutir, espero que no le moleste que trabaje mientras hablamos.

__________ tomó su silencio como una afirmación. No hizo ningún intento de averiguar por qué quería hablar con ella. Podía ser sobre su dimisión, o sobre algo relacionado con la excavación. No le importaba. Lo único que quería era que se fuera.

Caminó hasta la mesa en la que estaba el mosaico a la espera de que ella lo restaurase. Examinó la mezcla que había preparado antes y la removió con una espátula de madera para estar segura de que tenía la consistencia adecuada. Satisfecha, levantó la tapa de la caja de madera que contenía pequeñas baldosas. Todas esas piezas se habían encontrado en la misma parte de la excavación y las tenía clasificadas por colores. Ahora tenía que seleccionar las que utilizaría para rellenar los huecos del mosaico.

Mientras escogía varios cuadrados de mármol azules y verdes y los comparaba con el verde oceánico del mosaico, esperaba a que Tom hablara, pero él no lo hizo, así que levantó la mirada y se encontró con que él aún la estaba observando.

—Dijo que quería hablar conmigo —soltó de golpe.

—Sí, por supuesto. —Él pareció salir de su ensimismamiento y caminó hacia donde ella estaba—. Mi hermana se ha ido a Chiswick.

—Sí, lo sé…—contestó ___________, y seleccionó de la cajita dos pequeñas baldosas color verde río y azul cobalto—. Se ha despedido de mí hace un rato, mientras preparaban su carruaje. —Y no pudo resistirse a añadir—: La veré dentro de un mes.

—De eso es de lo que quería hablar con usted. —Hizo una pausa y continuó—: Señorita Wade, a pesar de ser una mujer, he llegado a valorar enormemente sus cualidades como restauradora y como intelectual.

_________ pensó en todas las horas que había trabajado para demostrarle su valía y ganar su respeto. Y ahora, cuando ya era demasiado tarde, él finalmente le ofrecía una pizca de ese respeto. ¿Se suponía que tenía que estar impresionada con tal condescendencia?

—Gracias, señor. Usted, a pesar de ser un duque, parece tener ciertos conocimientos sobre antigüedades.

Esta vez, él sí se rió abiertamente, sin hacer ningún esfuerzo por ocultar su diversión.

—Sí, realmente tiene voz. Y ahora que se va ya no intenta esconderla.

No esperaba que respondiera, y ella tampoco tenía intención de hacerlo. En lugar de eso, ___________ se concentró en su trabajo. Empezó a comparar las piedras que tenía en la mano con las que ya había colocado en los espacios vacíos; escogió las que se parecían más. Mientras trabajaba, intentaba ignorar al hombre que estaba de pie a su lado. Ojalá dijera lo que había ido a decir y se fuera. Pasó una eternidad hasta que él habló.

—Me gustaría que se quedara.

Apretó las piedras que tenía en la palma de la mano, pero sólo por un momento. Lo que él quisiera ya no le importaba.

—No.

Esperó haber dado por zanjado el asunto, y se agachó para comparar más de cerca las dos baldosas.

—Demasiado verde, creo —murmuró para sí mientras se erguía y dejaba a un lado la pieza descartada. Se acercó de nuevo a la caja, pero antes de que pudiera seleccionar una nueva pieza, los dedos de Tom le rodearon la muñeca deteniendo su gesto.

—Al menos, no puede negarme la oportunidad de hacerla cambiar de opinión —dijo.

—Sería una pérdida de tiempo. Me marcho.

—¿A qué viene ese repentino deseo de irse?

Su dedo le acariciaba la muñeca, y _________ sintió cómo se le aceleraba el pulso. Enfadada consigo misma, se soltó.

—Mis razones no son de su incumbencia.

—Viola me contó lo de su abuelo. Si usted desea que él la reconozca, yo podría serle de mucha ayuda en ese sentido. Si se queda hasta que acabe la excavación, usaré mis influencias para obligarle a ello.

Se moriría antes que aceptar su ayuda.

—No necesito ese tipo de ayuda, señoría. Me gustaría que mi abuelo me reconociera porque creyera que es lo correcto, no porque se sintiera intimidado por un hombre de más alto rango. Además, no quiero quedarme aquí. He estado trabajando en excavaciones toda mi vida, y quiero cambiar de aires. Quiero conocer gente nueva.

—Y, según he oído, también quiere encontrar marido.

__________ se incomodó ante esas palabras. No pudo detectar ningún atisbo de burla en su voz, pero debía de estar riéndose interiormente ante la idea de que alguien quisiera casarse con ella.

—No veo nada malo en ello.

—Si su objetivo es casarse, señorita Wade, permítame disuadirla de ello. En esta vida es mucho mejor no buscarse complicaciones, si es posible.

—Gracias por su cínica opinión sobre el tema, señoría, pero no la comparto. A mí me gusta creer que el matrimonio es una combinación de amor, respeto y compañía, no una complicación. Y, como he dicho, hay muchas otras razones por las que dimito de mi puesto.

—Entonces no gastaré saliva tratando de convencerla de que las olvide. Lo único que le pido es que las aplace hasta que mi excavación esté acabada o, como mínimo, hasta que el museo haya abierto.

Al ella no contestar y seguir escogiendo piedras como si él no hubiera hablado, Tom se le acercó más, lo bastante como para que cada vez que ella movía el brazo, su codo le rozara.

—Creía que le gustaba su trabajo, señorita Wade —murmuró—. Creía que aquí era feliz.

__________ se detuvo, una enorme duda la invadió. Sí, allí ella había sido feliz, había disfrutado de su trabajo; un trabajo que era agradable y familiar, y que la llenaba de orgullo, y estaba a punto de abandonar todo eso por un mundo muy distinto. No pudo evitar preguntarse si estaba haciendo lo correcto.

No, el día anterior todo había cambiado, su felicidad se había echado a perder, y no quería seguir trabajando para un hombre que la respetaba tan poco.

—No hay nada que usted pueda decir o hacer para convencerme de que me quede aquí más de un mes.

—Le doblo el salario.

—No.

—Se lo triplico entonces.

Ella interrumpió su trabajo con un exasperado suspiro y giró la cabeza para mirarle.

—¿Es usted incapaz de entender la palabra «no»?

—Tengo cierta dificultad con esa palabra en concreto —reconoció él.

—No me sorprende —contestó ella retomando su trabajo—. Seguramente no la oye muy a menudo.

—Rara vez —aceptó Tom—. Soy arrogante, lo reconozco —continuó—, y todo lo demás. Lo admito, señorita Wade. Pero le pido que pase por alto mis defectos, acepte mi oferta de triplicarle el salario y se quede.

__________ no estaba impresionada con sus insinceros intentos de autodesprecio, nunca más iba a ceder ante él.

—En cuanto a persistencia, señor, los niños de las calles de El Cairo podrían aprender de usted, pero mi respuesta sigue siendo no.

—¿No podría como mínimo quedarse hasta marzo? He prometido a mis colegas que el museo estará abierto el día quince de ese mes. Necesito a los mejores que pueda encontrar para este proyecto. Como usted misma me aseguró una vez, es la mejor restauradora disponible. No podría encontrar a nadie tan capaz como usted.

A ella no le hicieron mella sus cumplidos.

—Ése es su problema —contestó fríamente.

—Cierto. —Dio un paso alejándose de ella y no dijo nada más.

El silencio se prolongó, y __________ esperaba que finalmente hubiese aceptado su dimisión. Sin embargo, tras un momento, el habló de nuevo, y sus palabras sugirieron lo contrario.

—Me gustaría llegar a un acuerdo.
 
CHICAS.. espero les guste el capi... y como ven Tom ya empezo a tratar de convencer a TN de que se quedara jajaj xd... por lo menos Tom se fijo en los ojos de TN... vamos progresando =)
 
Cuidence.. que tengan buen fin de semana...
Las Quiero
 
Bye =)

4 comentarios:

  1. bueno eso es un avance jaja mirarla a los ojos y descubrir su verdadero color, a que acuerdo querra llegar Tom jaja no me imagino hasta donde sera capaz por que Tn no se vaya ojala se fije bien en ella y pronto.
    cuidate
    besos :)

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  2. ooooooo por diossssssssssssssssssssssssss me encantooo que ella se indifierente quiero saber cual sera el acuerdoooo yaaaaaaa me mueroooo.

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  3. Siii ya esamos pogresandooo al menos vio sus ojos y estoy segura q esta q se come la cabeza pensando en q hacer para q (tn) se quedeee!!
    Me emocionoo.. Ya qiero saber en q acuerdo llegaran..

    Siguelaaa.. Cuidate Tamitha bye :D

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  4. Genial...
    ¡Me encanta como escribes! Y tus fics son originales :3

    ¡Síguela! :3

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