"CAPITULO 11"
___________
vigilaba cómo un par de trabajadores entraban una gran sección del suelo de
mosaico dentro de la antika. Cerró los ojos cuando un extremo golpeó con el
marco de la puerta, y un pequeño trozo se rompió y cayó al suelo.
—Oh, por favor,
tengan cuidado.
—Nunca pida las
cosas por favor a los trabajadores —le susurró al oído una voz suave—. Si lo
hace, no la respetarán.
El sonido de las
palabras de Tom, justo detrás de ella, la sobresaltó, y __________ se volvió.
—Gracias por el
consejo, señor —dijo ella—, pero dado que he estado rodeada de trabajadores
toda mi vida, creo que puedo arreglármelas sin su ayuda para que muevan un
suelo de mosaico.
Y dicho esto, se
alejó, pero podía sentir la mirada de Tom clavada en su espalda mientras seguía
a los hombres dentro de la antika.
—Gracias —les dijo
cuando depositaron el pavimento encima de la mesa de trabajo—. Ahora
necesitaría…
—Váyanse
—interrumpió Tom desde atrás.
Los dos hombres
obedecieron inmediatamente, ignorando las protestas de __________, quien se
enfrentó a él cuando los trabajadores hubieron salido del edificio.
—Supongo que no se
le ha ocurrido preguntarse si yo necesitaba su ayuda antes de despedirlos.
—No —contestó él,
directo como siempre—. Quería hablar con usted en privado, así que les mandé
salir.
—¿Siempre consigue
lo que quiere?
____________ vio
cómo levantaba las cejas, sorprendido ante su impertinencia, y no pudo evitar
sentir un poco de satisfacción. Mostrarse indiferente era tan fácil ahora que
ya no sentía nada por él…
—Normalmente sí —contestó
Tom—. Quizá porque soy arrogante, desconsiderado y egoísta, según me han dicho.
Oírle citar sus
propias palabras la desconcertó un poco, pero si esperaba que se disculpara,
estaba muy equivocado.
—Todos los duques
somos así —continuó él—. Es el modo en que nos educan. Crecemos rodeados de
gente que sólo espera satisfacer nuestros más pequeños deseos y obedecer
cualquier orden sin cuestionarla. No espere que un duque se comporte de otro
modo.
Ella movió la
cabeza en deferencia a su superior conocimiento sobre los duques.
—Con usted como
ejemplo, le aseguro que no lo haré.
Él profirió un
ruido entrecortado que sonó sospechosamente como una risa, y el sentimiento de
satisfacción de __________ se evaporó. Ella había querido que sus palabras le
dolieran.
—Veo que finalmente
ha encontrado su voz, señorita Wade —comentó él, con algo de displicencia.
—No sabía que la
hubiese perdido —replicó ella rápidamente—. Que yo sepa, ha estado conmigo todo
este tiempo.
—Un hecho que justo
ahora estoy descubriendo —murmuró Tom, y dio un paso hacia ella, pero __________
no retrocedió. Por el contrario, le aguantó firmemente la mirada mientras él la
estudiaba.
—Sus ojos no son
azules —dijo él, sorprendido, como si hubiera descubierto algo inesperado—. Son
de color lavanda.
El corazón de ___________
se desbocó y toda su recientemente descubierta confianza la abandonó. Había
algo en la mirada de él, en su voz, que la hirió y le hizo recordar a la mujer
que había sido hasta el día anterior, una mujer afortunada que no sabía lo
doloroso que era que le rompieran el corazón.
Respiró profunda y
serenamente. Esa mujer se había ido, y la que ahora ocupaba su lugar no iba a
sentir dolor por culpa de él. Nunca más.
—Seguro que su
señoría no me buscaba para comentar el color de mis ojos. —Al ver que él no
contestaba, se dio la vuelta. Por encima del hombro, añadió—: Sea lo que sea lo
que quiere discutir, espero que no le moleste que trabaje mientras hablamos.
__________ tomó su
silencio como una afirmación. No hizo ningún intento de averiguar por qué
quería hablar con ella. Podía ser sobre su dimisión, o sobre algo relacionado
con la excavación. No le importaba. Lo único que quería era que se fuera.
Caminó hasta la
mesa en la que estaba el mosaico a la espera de que ella lo restaurase. Examinó
la mezcla que había preparado antes y la removió con una espátula de madera
para estar segura de que tenía la consistencia adecuada. Satisfecha, levantó la
tapa de la caja de madera que contenía pequeñas baldosas. Todas esas piezas se
habían encontrado en la misma parte de la excavación y las tenía clasificadas
por colores. Ahora tenía que seleccionar las que utilizaría para rellenar los
huecos del mosaico.
Mientras escogía
varios cuadrados de mármol azules y verdes y los comparaba con el verde
oceánico del mosaico, esperaba a que Tom hablara, pero él no lo hizo, así que
levantó la mirada y se encontró con que él aún la estaba observando.
—Dijo que quería
hablar conmigo —soltó de golpe.
—Sí, por supuesto.
—Él pareció salir de su ensimismamiento y caminó hacia donde ella estaba—. Mi
hermana se ha ido a Chiswick.
—Sí, lo
sé…—contestó ___________, y seleccionó de la cajita dos pequeñas baldosas color
verde río y azul cobalto—. Se ha despedido de mí hace un rato, mientras
preparaban su carruaje. —Y no pudo resistirse a añadir—: La veré dentro de un
mes.
—De eso es de lo
que quería hablar con usted. —Hizo una pausa y continuó—: Señorita Wade, a
pesar de ser una mujer, he llegado a valorar enormemente sus cualidades como
restauradora y como intelectual.
_________ pensó en
todas las horas que había trabajado para demostrarle su valía y ganar su
respeto. Y ahora, cuando ya era demasiado tarde, él finalmente le ofrecía una
pizca de ese respeto. ¿Se suponía que tenía que estar impresionada con tal
condescendencia?
—Gracias, señor.
Usted, a pesar de ser un duque, parece tener ciertos conocimientos sobre
antigüedades.
Esta vez, él sí se
rió abiertamente, sin hacer ningún esfuerzo por ocultar su diversión.
—Sí, realmente
tiene voz. Y ahora que se va ya no intenta esconderla.
No esperaba que
respondiera, y ella tampoco tenía intención de hacerlo. En lugar de eso, ___________
se concentró en su trabajo. Empezó a comparar las piedras que tenía en la mano
con las que ya había colocado en los espacios vacíos; escogió las que se
parecían más. Mientras trabajaba, intentaba ignorar al hombre que estaba de pie
a su lado. Ojalá dijera lo que había ido a decir y se fuera. Pasó una eternidad
hasta que él habló.
—Me gustaría que se
quedara.
Apretó las piedras
que tenía en la palma de la mano, pero sólo por un momento. Lo que él quisiera
ya no le importaba.
—No.
Esperó haber dado
por zanjado el asunto, y se agachó para comparar más de cerca las dos baldosas.
—Demasiado verde,
creo —murmuró para sí mientras se erguía y dejaba a un lado la pieza
descartada. Se acercó de nuevo a la caja, pero antes de que pudiera seleccionar
una nueva pieza, los dedos de Tom le rodearon la muñeca deteniendo su gesto.
—Al menos, no puede
negarme la oportunidad de hacerla cambiar de opinión —dijo.
—Sería una pérdida
de tiempo. Me marcho.
—¿A qué viene ese
repentino deseo de irse?
Su dedo le
acariciaba la muñeca, y _________ sintió cómo se le aceleraba el pulso.
Enfadada consigo misma, se soltó.
—Mis razones no son
de su incumbencia.
—Viola me contó lo
de su abuelo. Si usted desea que él la reconozca, yo podría serle de mucha
ayuda en ese sentido. Si se queda hasta que acabe la excavación, usaré mis
influencias para obligarle a ello.
Se moriría antes
que aceptar su ayuda.
—No necesito ese
tipo de ayuda, señoría. Me gustaría que mi abuelo me reconociera porque creyera
que es lo correcto, no porque se sintiera intimidado por un hombre de más alto
rango. Además, no quiero quedarme aquí. He estado trabajando en excavaciones
toda mi vida, y quiero cambiar de aires. Quiero conocer gente nueva.
—Y, según he oído,
también quiere encontrar marido.
__________ se
incomodó ante esas palabras. No pudo detectar ningún atisbo de burla en su voz,
pero debía de estar riéndose interiormente ante la idea de que alguien quisiera
casarse con ella.
—No veo nada malo
en ello.
—Si su objetivo es
casarse, señorita Wade, permítame disuadirla de ello. En esta vida es mucho
mejor no buscarse complicaciones, si es posible.
—Gracias por su
cínica opinión sobre el tema, señoría, pero no la comparto. A mí me gusta creer
que el matrimonio es una combinación de amor, respeto y compañía, no una
complicación. Y, como he dicho, hay muchas otras razones por las que dimito de
mi puesto.
—Entonces no
gastaré saliva tratando de convencerla de que las olvide. Lo único que le pido
es que las aplace hasta que mi excavación esté acabada o, como mínimo, hasta
que el museo haya abierto.
Al ella no
contestar y seguir escogiendo piedras como si él no hubiera hablado, Tom se le
acercó más, lo bastante como para que cada vez que ella movía el brazo, su codo
le rozara.
—Creía que le
gustaba su trabajo, señorita Wade —murmuró—. Creía que aquí era feliz.
__________ se
detuvo, una enorme duda la invadió. Sí, allí ella había sido feliz, había
disfrutado de su trabajo; un trabajo que era agradable y familiar, y que la
llenaba de orgullo, y estaba a punto de abandonar todo eso por un mundo muy
distinto. No pudo evitar preguntarse si estaba haciendo lo correcto.
No, el día anterior
todo había cambiado, su felicidad se había echado a perder, y no quería seguir
trabajando para un hombre que la respetaba tan poco.
—No hay nada que
usted pueda decir o hacer para convencerme de que me quede aquí más de un mes.
—Le doblo el
salario.
—No.
—Se lo triplico
entonces.
Ella interrumpió su
trabajo con un exasperado suspiro y giró la cabeza para mirarle.
—¿Es usted incapaz
de entender la palabra «no»?
—Tengo cierta
dificultad con esa palabra en concreto —reconoció él.
—No me sorprende
—contestó ella retomando su trabajo—. Seguramente no la oye muy a menudo.
—Rara vez —aceptó Tom—.
Soy arrogante, lo reconozco —continuó—, y todo lo demás. Lo admito, señorita
Wade. Pero le pido que pase por alto mis defectos, acepte mi oferta de
triplicarle el salario y se quede.
__________ no
estaba impresionada con sus insinceros intentos de autodesprecio, nunca más iba
a ceder ante él.
—En cuanto a
persistencia, señor, los niños de las calles de El Cairo podrían aprender de
usted, pero mi respuesta sigue siendo no.
—¿No podría como
mínimo quedarse hasta marzo? He prometido a mis colegas que el museo estará abierto el día quince de ese
mes. Necesito a los mejores que pueda encontrar para este proyecto. Como usted
misma me aseguró una vez, es la mejor restauradora disponible. No podría
encontrar a nadie tan capaz como usted.
A ella no le
hicieron mella sus cumplidos.
—Ése es su problema
—contestó fríamente.
—Cierto. —Dio un
paso alejándose de ella y no dijo nada más.
El silencio se
prolongó, y __________ esperaba que finalmente hubiese aceptado su dimisión.
Sin embargo, tras un momento, el habló de nuevo, y sus palabras sugirieron lo
contrario.
—Me gustaría llegar
a un acuerdo.
CHICAS.. espero les guste el capi... y como ven Tom ya empezo a tratar de convencer a TN de que se quedara jajaj xd... por lo menos Tom se fijo en los ojos de TN... vamos progresando =)
Cuidence.. que tengan buen fin de semana...
Las Quiero
Bye =)
bueno eso es un avance jaja mirarla a los ojos y descubrir su verdadero color, a que acuerdo querra llegar Tom jaja no me imagino hasta donde sera capaz por que Tn no se vaya ojala se fije bien en ella y pronto.
ResponderEliminarcuidate
besos :)
ooooooo por diossssssssssssssssssssssssss me encantooo que ella se indifierente quiero saber cual sera el acuerdoooo yaaaaaaa me mueroooo.
ResponderEliminarSiii ya esamos pogresandooo al menos vio sus ojos y estoy segura q esta q se come la cabeza pensando en q hacer para q (tn) se quedeee!!
ResponderEliminarMe emocionoo.. Ya qiero saber en q acuerdo llegaran..
Siguelaaa.. Cuidate Tamitha bye :D
Genial...
ResponderEliminar¡Me encanta como escribes! Y tus fics son originales :3
¡Síguela! :3